La pirámide visual: evolución de un instrumento conceptual. Carlos Alberto Cardona

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La pirámide visual: evolución de un instrumento conceptual - Carlos Alberto Cardona Ciencias Humanas

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por Berkeley.

      La defensa del inmaterialismo de Berkeley, queremos mostrar, no condena como absurdo el cultivo de la física. Esta última no tiene por qué comprometerse con la materia abstracta que preconizan los contradictores del filósofo. Esta ciencia puede verse como el arte de anticipar activaciones sensoriales a partir de instrumentales teóricos, junto con afectaciones sensoriales como condiciones iniciales. Así, entonces, la pirámide visual puede seguir siendo un instrumento exitoso para ofrecer descripciones físicas asociadas con la naturaleza de la luz, la interacción de la luz con objetos macizos, con lentes y tejidos vivos.

      Por lo tanto, podemos seguir pensando (trazando o imaginando) trayectos rectos que convergen en receptores sensoriales, todo ello para evaluar posibles alternativas de desarrollo futuro. Lo que ya no es razonable hacer, si acogemos el programa de Berkeley, es postular la pirámide como la herramienta básica que le permite a la conciencia aprehender información del ambiente.

      Esta curiosa situación nos ha obligado a acoger la distinción entre enfoques de tercera persona, para los que es razonable esperar todavía posibilidades interesantes para la pirámide visual, y enfoques de primera persona, para los que la pirámide puede llegar a tenerse por un obstáculo epistemológico.

      Capítulo 8. “Helmholtz y el auge de la óptica alemana, o de cómo se concilian enfoques en tercera y primera persona”. El poderoso arsenal de argumentos de Berkeley habría hecho razonable esperar un estancamiento radical del programa de investigación. No obstante, no hubo siglo más rico que el siglo xix en la producción de anticipaciones teóricas novedosas, acompañada de una profusión de evidencias empíricas prima facie favorables para el programa. El foco de toda esta creatividad se concentró básicamente en Alemania.

      En Inglaterra, por su parte, se vivió con euforia el desarrollo de las técnicas microscópicas y la demanda de constructos teóricos que hicieran más fino el uso de tal instrumento. Este dispositivo nos entregó un universo nuevo, lleno de sorpresas y enigmas.

      No obstante, las técnicas para el mayor perfeccionamiento cristalizaron en el entorno alemán. La explosión de creatividad alemana se explica por la inauguración de dos programas de investigación fundamentales: por un lado, el nacimiento de la fisiología, anclada en los principios de la mecánica y de la química; por otro, el origen y posterior fundamentación de la psicología experimental.

      El Handbuch der Physiologie des Menschen (1840), de Johannes Müller (1801-1858), inauguró un nuevo plan de investigaciones. Hermann von Helmholtz (1821-1894), discípulo de Müller, acogió la nueva fisiología y produjo el tratado de óptica más completo que habría de contener, entre otras cosas, la fundamentación y las aplicaciones más sofisticadas de la pirámide visual. Nos referimos al Handbuch der Physiologischen Optik, publicado en tres volúmenes entre 1856 y 1866. Así mismo, Whilhelm Wundt (1832-1920), también discípulo de Müller, creo en Leipzig (1879) el primer laboratorio de psicología experimental. Lo hizo con el ánimo de estudiar empíricamente los contenidos de la conciencia en el marco de la aprehensión sensorial.

      A comienzos del siglo XIX, el programa corpuscular de Newton había sido superado, en el sentido lakatosiano, por el programa ondulatorio fundado inicialmente por Christiaan Huygens (1629-1695). Helmholtz acogió las herramientas y los aportes del programa de investigación que interpretaba la naturaleza de la luz con el lenguaje y los preceptos teóricos de la mecánica ondulatoria, y se dio a la tarea de reinterpretar la fisiología ocular a partir de dichos principios.

      Entre las más valiosas explicaciones, anticipaciones teóricas y contrastaciones empíricas prima facie satisfactorias cabe mencionar las siguientes: 1) determinar con gran precisión medidas estándar de la fisiología ocular;15 2) establecer empíricamente la existencia de un punto ciego y su precisa ubicación en la retina de cada ojo; 3) reconocer la estimulación eléctrica de la retina; 4) afinar las técnicas matemáticas, para hacerle seguimiento a las trayectorias de rayos de luz en el interior del ojo;16 5) inventar y construir instrumentos mecánicos y ópticos útiles para la inspección de la fisiología ocular;17 6) poner en evidencia la existencia de la percepción de objetos entópticos (partículas suspendidas en el humor vítreo); 7) proponer una gramática de colores, es decir, una cartografía que exhibe las relaciones de vecindad entre colores;18 8) demostrar que la acomodación del cristalino para la recepción clara en la retina de la imagen de una fuente puntual policromática es una función de la longitud de onda;19 9) anticipar la existencia y la perturbación que producen las imágenes remanentes; 10) poner en evidencia la participación de las lecturas estereoscópicas en la percepción de la distancia; 11) diseñar los modelos matemáticos apropiados para el estudio de la rotación del ojo; 12) desarrollar técnicas para anticipar el horóptero;20 y 13) mostrar que, para el caso de observaciones microscópicas, hay que renunciar a la pretendida mediación rectilínea en virtud de los efectos de la difracción de la luz.

      Helmholtz quiso también tender un puente consistente entre los enfoques de tercera y primera persona. Para lograrlo, propuso que la culminación del ejercicio perceptual demanda la intervención activa de la conciencia (actividad psíquica). Este ejercicio le condujo, como mostramos en este capítulo, a tratar de conciliar la dinámica asociacionista postulada por los empiristas (Berkeley) y las anticipaciones guiadas por un principio de causalidad (Kant).

      El fisiólogo alemán defendió, entonces, la existencia de esquemas o patrones de anticipación, a los que denominó “inferencias inconscientes”. Una de estas inferencias presupone que la conciencia proyecta hacia afuera, a lo largo de la recta que une el punto de activación en la retina y el punto nodal del ojo correspondiente, una línea virtual que determina la dirección en la que ha de encontrarse la fuente de luz. Este recurso funge como una reminiscencia de una forma de extramisionismo que tiene su origen en una actividad de la conciencia combinada con un intramisionismo físico.

      La defensa que formuló Helmholtz del asociacionismo llegó a constituirse en el pilar de una de las más interesantes controversias en la historia de la ciencia. Nos referimos al debate entre asociacionistas e innatistas. Ewald Hering (1834-1918), quien se decía entusiasta, aunque no directo discípulo de Müller, dirigió con vehemencia el bando innatista. Hering defendió que la pretendida contribución de la actividad psíquica en la percepción inmediata podía ser substituida por patrones de intervención fisiológica que no tenían por qué tener fundamento en la historia asociacionista del sujeto que percibe. La controversia llevó a sus oponentes a defender teorías muy diferentes en relación con la percepción de los colores y con la dinámica de la visión binocular. Mostramos, en el capítulo, que el uso de la pirámide visual podía defenderse en forma neutral, frente al compromiso que el investigador acogiera con respecto al debate entre asociacionistas e innatistas.

      “Epílogo, o de cómo se perfilan nuevos programas de investigación en el horizonte”. El compendio (handbuch) de Helmholtz expone las potencialidades de la pirámide visual en su máxima expresión teórica. Queda realmente muy poco que decir que no sean ajustes menores de detalles técnicos sofisticados. Una investigación más honda, que pretenda esclarecer los concomitantes físicos de la percepción visual, demanda concentrar la atención en el cerebro y su complejo funcionamiento. Esta es una tarea acogida por los investigadores del siglo XX.

      No obstante los progresos de las neurociencias, hemos divisado en el horizonte un naciente programa de investigación, que quizá se proyecte como un programa rival que pueda producir anticipaciones teóricas nuevas y contrastaciones empíricas que no logren incorporarse con el uso de la pirámide visual. James J. Gibson (1904-1979), psicólogo estadounidense, inauguró la psicología ecológica para proveer nuevas claves de explicación de la percepción en general y muy especialmente de la percepción visual. Su enfoque rompe de manera radical con lo que hemos establecido como el núcleo firme del programa de investigación. Gibson se ha

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