El hijo de Dios. Ty Gibson

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El hijo de Dios - Ty Gibson

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los collados temblarán,

      pero no se apartará de ti mi misericordia,

      ni el pacto de mi paz se romperá»,

      dice el Señor, quien tiene misericordia de ti (Isaías 54: 10).

      Escucha y ven a mí;

      escucha, para que puedas vivir.

      Haré un pacto eterno contigo,

      mi fiel amor prometido a David (Isaías 54: 10).

      ¡Qué hermoso y rico significado relacional!

      Aquí, de nuevo, vemos que la alianza con Dios tiene una dinámica relacional que conlleva:

       amor inquebrantable,

       amor incondicional

       y amor fiel.

      O dicho de otro modo: el pacto implica vivir con una integridad relacional inquebrantable. Decir que Dios es un Dios de pacto, es decir que Dios es fiel en todas sus relaciones, a todos, por encima de sí mismo y por fidelidad a sí mismo, y a cualquier costo, hasta a costa de sí mismo. El pacto es, por lo tanto, una noción bíblica que comunica la identidad esencial de Dios, la esencia de su carácter. A la pregunta, ¿quién es Dios?, la Biblia responde, ¡Dios es fiel a su pacto!

      Pero el pacto no solo revela quién es Dios, sino que también revela lo que realmente significa ser humano. En el texto de Oseas 6, el Dios del pacto solo desea una cosa de los seres humanos: su amor verdadero, es decir, su fidelidad al pacto. Por contraste lógico, romper el pacto equivale a lo que pasa cuando los seres humanos dejan de estar en sintonía con su verdadera identidad. Observa cómo Isaías formula la idea:

      Y la tierra fue profanada por sus moradores,

      porque traspasaron las leyes,

      falsearon el derecho y

      quebrantaron el pacto eterno.

      Por esta causa la maldición consumió la tierra

      y sus moradores fueron asolados (Isaías 24: 5-6).

      La historia humana se caracteriza fundamentalmente por la ruptura del pacto. Somos una raza definida por la disfunción relacional y la desintegración, una raza de víctimas y verdugos, una raza de no-amantes.

      El pacto es una noción relacional. Vivir dentro del pacto es vivir para todos los demás con amor fiel. La ruptura del pacto ocurre cuando los individuos viven para sí mismos en detrimento de los demás. Según Isaías, la ruptura de nuestro pacto ha impactado de manera nociva a la Tierra misma. El propio ecosistema ha sido “profanado” y “deteriorado” por nuestra violación del sistema de pactos que nos comprometía con la tierra. En resumen, todo el mal del mundo se debe a la ruptura de la alianza, es decir, todo lo malo del mundo se debe a relaciones rotas, al amor violado. Todo lo que Dios desea para el mundo es que nuestra fidelidad al pacto sea restaurada y que ese sea nuestro modo fundamental de existir. Dios solo desea que cada uno cuide del bienestar de todos los demás.

      El pacto es, en pocas palabras, amor omnidireccional: amor entre Dios y los seres humanos, amor entre los seres humanos y el amor entre los seres humanos y la creación, que está a su cargo.

      Pero obviamente, eso no es lo que está pasando en el mundo.

      Por eso Dios se hizo hombre, para vivir los términos relacionales del pacto para nosotros, por nosotros, en nosotros, y como nosotros.

      Por medio de Isaías, Dios le dijo al Mesías por venir: «yo, el Señor, te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré, y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones» (Isaías 42: 6). Después vino Daniel y predijo que el Mesías que vendría “confirmaría el pacto” y sería llamado “el Príncipe del pacto” (Daniel 9: 27; 11: 22). Finalmente, Malaquías cerró el Antiguo Testamento llamando al Mesías venidero el mensajero del pacto (Malaquías 3: 1).

      El Mesías es:

       La personificación del pacto de Dios con su pueblo.

       El amor inamovible de Dios extendiéndose en todas las direcciones en relaciones de integridad perfecta.

       La fidelidad “confirmada” del pacto divino para con la raza humana.

      En resumen, la Biblia narra la historia de Dios viviendo a través del pacto su amor por nosotros con el objetivo de restaurar el amor del pacto en nosotros. El plan de la salvación es el proceso histórico a través del cual Dios sigue amándonos a pesar de todo, reproduciendo la imagen de Dios en la humanidad por medio de su propio sacrificio (Juan 12: 23-32). Jesús vislumbró lo que ocurriría finalmente a la humanidad redimida precisamente en estos términos. Oró «para que el amor con que me has amado [el Padre], esté en ellos, y yo en ellos» (Juan 17: 26). El deseo de Dios es que los seres humanos entrasen de nuevo en el amor que fluye libremente entre el Padre y su Hijo fiel a su pacto, Jesús Cristo.

      Hay un propósito central que impregna toda la narrativa bíblica, y es este:

      Dios está procurando completar el ciclo relacional de la fidelidad del pacto entre él y la raza humana, para restaurar la integridad relacional dentro de la humanidad, de modo que el amor que fluye de Él hacia nosotros pueda fluir finalmente también hacia Él desde nosotros y en torno nuestro hacia nuestros semejantes. Jesús es el Hijo de Dios a través de quien este proyecto fue creado y procreado, actualizado y transmitido, logrado y difundido, producido y reproducido.

      Si entendemos bien esta idea, comprenderemos la lógica interna básica de toda la Biblia. Cada promesa y cada profecía, cada historia y cada himno, cada poema y cada parábola de este libro están al servicio de este gran argumento narrativo.

      Con esto en mente, ahora estamos listos para entrar en el Nuevo Testamento. Vamos a empezar con una panorámica general, recorriendo de un breve vistazo todo el conjunto, y luego vamos a volver para ver en detalle otras consideraciones.

      «El pacto es, en pocas palabras, amor omnidireccional: amor entre Dios y los seres humanos, amor entre los seres humanos, y amor entre los seres humanos y la creación que tienen a su cargo».

      Capítulo Ocho

      LA GRAN REPRESENTACIÓN

      Dios hizo un pacto con Israel, al cual Dios fue fiel pero Israel no. Como Hijo de Dios, la vida de Jesús fue una completa y fiel reproducción de la historia de Israel. No sería exagerado decir que este es el punto central de la Biblia.

      Cristo pasó por el mismo terreno de pruebas que atravesó Israel, pero se mantuvo fiel a la alianza allí donde Israel falló. Los paralelos entre las dos historias son deliberados y sorprendentes, aunque a la mayoría de nosotros nunca se nos ha enseñado a leer la Escritura de manera que nos permita observar la vinculación intencionada de la narrativa entre el Antiguo Testamento y el Nuevo. Algunos sectores del cristianismo han ido tan lejos como para rechazar completamente el Antiguo Testamento y desaconsejar a la gente su lectura. Es incluso frecuente imprimir el Nuevo Testamento solo, colocando en las manos de millones de personas solo la mitad del gran libro, por lo que es prácticamente imposible para el lector obtener una visión precisa de quién era Jesús y por qué vino a nuestro mundo.

      Nosotros

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