Instituciones, sociedad del conocimiento y mundo del trabajo. Gonzalo Varela Petito
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En el capítulo 2, “El diseño y la implementación de las políticas tecnológicas en América Latina: un (lento) proceso de aprendizaje”, Mario Cimoli y Analissa Primi puntualizan los antecedentes de los sistemas nacionales de innovación y examinan las diferentes políticas tecnológicas diseñadas y establecidas en América Latina desde el modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) hasta la situación actual que se orienta al desempeño y los resultados y que demanda la participación conjunta de actores como las universidades, los centros de investigación y el sector privado.
Una novedad en esta edición es el capítulo 3, “Sistemas de innovación: cultura, pero también política” de Gonzalo Varela Petito, en el que se tratan las dificultades para la apropiación del conocimiento cuando los entornos institucionales y las políticas macroeconómicas tienen lógicas diversas y fragmentadas. El autor introduce interrogantes sobre las condiciones y oportunidades reales para asimilar las profundas transformaciones tecnológicas que se desarrollan a nivel internacional. El análisis de Japón y México ilustra casos opuestos: uno donde hay una acción directriz de los sectores productivos, el gobierno y, recientemente, las universidades, para mejorar el capital humano y la investigación apuntando a sectores claves como la microelectrónica, el automotriz y el uso intensivo de las nuevas tecnologías para promover un comportamiento emprendedor. En tanto que en México, a pesar de los esfuerzos realizados en los programas de CTI, se registran debilidades en las capacidades a nivel institucional y relacional (sectores productivos-con grupos de investigación) para estimular la diversificación y evolución de los sectores basados en conocimiento prevaleciendo aquellos sectores intensivos en uso de mano de obra. Esto explica en parte la reducida presencia de empresas que incorporen nuevos procesos productivos basados en la digitalización, el diseño, la producción y la circulación de conocimientos.
De ahí la vigencia de plantearse interrogantes de cómo incrementar la innovación en el sector productivo y acerca de la reorientación selectiva del apoyo público para estimular la transformación innovadora de la estructura productiva, así como formar nuevas capacidades de investigación y conectividad necesarias para responder a los cambios productivos y tecnológicos que inciden a nivel internacional. Lo que alerta sobre la indispensable coordinación entre políticas tecnológicas, industriales y de innovación para incrementar el desarrollo productivo. Aspectos todos que deben formar parte de las agendas pública y gubernamental.
En la parte II, “Mitos y realidades del mundo del trabajo”, se abordan los procesos de apropiación y transformación del conocimiento, así como la compleja relación entre educación y sector laboral.
En el capítulo 4, “Sociedad del conocimiento: los cambios en el mundo del trabajo y las nuevas competencias de los trabajadores”, Frédéric Lesemann sostiene que la transformación del papel del Estado tiene su origen en la transformación del mercado laboral; y que, durante la década de 1970, la sociedad asalariada comenzó a declinar, por lo que el Estado atendió cada vez más el desarrollo económico y la competitividad. En este marco, Lesemann propone la denominación de “Estado Socio” (Enabling State) para definir un tipo de Estado propio del proceso de la globalización económica, política y cultural que da libertad para que en su territorio nacional existan espacios supranacionales integrados en función de ejes de desarrollo económico globalizados. Dicho Estado es activo en la creación de sinergias nacionales y regionales entre el capital, los gobiernos locales y representantes de los trabajadores, la sociedad civil y la academia.
En el capítulo 5, “Relaciones laborales, trabajo e innovación”, Daniel Villavicencio analiza los procesos de innovación de las empresas, considerando que éstos se encuentran en permanente oposición entre su dinámica organizativa, tecnológica y social interna, y las exigencias económicas del mercado a las que se ven sometidas. Para responder a ello, las empresas impelen procesos de aprendizaje con resultados no previstos. En este sentido, uno de los aspectos centrales del aprendizaje, y por ende de la innovación, estriba en la identificación, ordenamiento y combinación de los conocimientos que los individuos adquieren en el seno de la empresa.
Por su parte, José García Montalvo en “Cambio tecnológico, mercado de trabajo y educación”, en el capítulo 6, realiza, desde el enfoque económico, un análisis sobre la relación entre mercado laboral y educación en el contexto de una sociedad del conocimiento. Para empezar, explica las bases del enfoque económico en la sociedad del conocimiento, el cual converge hacia dos temas centrales: 1) los efectos del cambio tecnológico en la distribución de salarios por niveles educativos (el cálculo de la rentabilidad de la educación); y 2) la posibilidad de desajustes en el mercado de trabajo como consecuencia de la reacción de la oferta de mano de obra por niveles educativos a la mayor demanda de habilidades (skills), generada por las nuevas profesiones asociadas a la sociedad del conocimiento.
Ya en la parte III, “Sociedad del conocimiento, capacidades profesionales y mundo del trabajo”, el capítulo 7, “Financiamiento y evaluación: capacidades institucionales para una sociedad del conocimiento”, Giovanna Valenti, Gloria Del Castillo y Rodrigo Salazar analizan con detalle, y desde la perspectiva de la productividad y la utilidad social, las condiciones de generación y difusión del conocimiento, así como la innovación impulsada por el sector científico en México. Se proporciona además un panorama sobre algunas de las capacidades institucionales que forman parte de una sociedad del conocimiento en desarrollo a partir de la descripción del papel del financiamiento y la evaluación en la educación, entendidas éstas en su sentido de estrategias de políticas orientadas al mejoramiento de la calidad educativa. Por otro lado, analizan el caso mexicano a manera de ejemplo de cómo las políticas educativa y de ciencia y tecnología, permiten articular los distintos sectores en la concepción de una sociedad del aprendizaje.
En esta misma línea, dichos autores abarcan las dimensiones científico-técnica y profesional, además de aquella social que satisfaga la distribución equitativa de los beneficios de la educación superior. De acuerdo con esta perspectiva, las instituciones de educación superior (IES) deben caracterizarse por: a) una genuina comunidad profesoral con ethos académico; b) mecanismos regulares de articulación intelectual de la comunidad profesoral con el resto de las comunidades académicas de su campo disciplinario; c) grupos y procesos de investigación consolidados en interacción con otros grupos de investigación, empresas y organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, y d) una organización académica y un clima institucional favorables a la gestación de los elementos anteriores que proteja a la institución de las interferencias de grupos de interés con predominio burocrático o ideológico-político en detrimento del interés académico.
Por su parte, en el capítulo 8, “La sociedad del trabajo y el mundo del trabajo”, José Félix Tezanos analiza, desde el punto de vista sociológico, las implicaciones sociales y culturales derivadas de las transformaciones a partir de la sociedad del conocimiento. En este aspecto, considera que “si en el curso de la evolución de las formas de organización social el hombre llega a ser convertido en un ser prescindible, desde el punto de vista de la acción laboral y desde las perspectivas del sistema productivo como tal, entonces acabaremos encontrándonos ante una dinámica que puede terminar prescindiendo de un ‘no sujeto’”
Es decir, según este autor, el