Enigmas de las Américas. David Ramirez

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Enigmas de las Américas - David  Ramirez Enigmas de las Américas

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de que se recibieron las noticias del descubrimiento del Mar del Sur, este no aparece reflejado en la cartografía castellana de manera inmediata. Más inquietante es el hecho de que con la política cartográfica del momento, dirigida por Juan Rodríguez de Fonseca,5 y con la Casa del Contratación activa (Sagarra Gamazo, 2005), no haya quedado referencia alguna. Sorprende esta ausencia porque se sabe que en febrero del mismo año, 1514, llegó la noticia del descubrimiento de la Florida por Juan Ponce de León y, posteriormente, apareció el hallazgo en otros mapas, como el que dispuso hacer el obispo de Burgos (Juan Rodríguez de Fonseca), impulsor de la política de viajes al Nuevo Mundo, a Mártir de Anglería (Figura 1).

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      Figura 1. Opera. Legatio bauilonica. Occeani decas. Poemata Epigrammata, Pedro Mártir de Anglería, 1511. Cortesía de Biblioteca Capitular de Palencia

      En este momento surgen dos interrogantes: ¿por qué no aparece la información del Mar del Sur en el Padrón Real de finales de 1514 si fue un descubrimiento primordial en la política que perseguía España desde 1492? e ¿influyó en este silencio la expedición de Elcano y Magallanes en 1519 en busca de una ruta por el sur?

      La primera referencia cartográfica que se tiene sobre este descubrimiento se encuentra en un mapa atribuido a Jorge Reinel y datado en 1519. Es un mapa manuscrito en portugués, donde se puede apreciar que la denominación otorgada al descubrimiento de Vasco Núñez de Balboa es “Mar visto pe los castelhanos” y no Mar del Sur. Este portulano es interesante, ya que aparece en 1519, cuando tuvo lugar la expedición de Magallanes y Elcano, y porque la fuente es portuguesa. Esta información induce a pensar que en ese año la Corona portuguesa ya conocía los avances de los castellanos, y que probablemente habían visto un plano donde se situaba ese mar. Se pone en duda la fecha, porque en 1519 se encontraban tanto el cabeza de familia, Pedro Reinel, como el hijo, Jorge Reinel, trabajando en Sevilla, realizando una carta sobre las Molucas, para el emperador Carlos V (Denuce, 1908, pp. 38-39) (Figura 2).

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      Figura 2. Mapa manuscrito, Jorge Reinel, ha. 1519. Cortesía de Valdeperillos Fuente de dominio público

      Lo primero que llama la atención es el adorno central de la representación: una rosa de 32 puntas que marca vientos y medios vientos, y se encuentra bajo el rótulo “Dabaiba y su leyenda ajena”. De los 32 rumbos que salen de ella, 12 llevan rosas; ninguna está adornada. Otros 12 puntos se adornan con otras rosas de los vientos, más pequeñas, y de las que salen 32 rumbos sobre los que se construye la carta. Otro detalle que no debe pasar por alto, ya que es la cuestión central, es que en el mapa el espacio geográfico representado se centró exclusivamente en el Caribe, sus islas y parte de la costa atlántica de América del Sur, desde la isla de Trinidad a 28º latitud sur, Mesoamérica y la Florida de Juan Ponce de León. Únicamente se hace referencia a las líneas de costa y se omite todo tipo de representación adicional como la hidrografía, a excepción de algunos sistemas montañosos. La costa está dibujada con una línea amarilla, de trazado anguloso. Las islas se colorean en rojo, verde y azul, tal como se venía haciendo en muchos portulanos anteriores. Generalmente, representaban islas imaginarias hasta el portulano de Juan de la Cosa. La decoración de este portulano es sencilla, a diferencia de otros que se presentaban a la Corona.

      La zona de la isla de Cuba se representó de forma imprecisa. Sin embargo, la zona en la que se representa a la Florida y sus alrededores fue bastante acertada (a 25,5° de latitud norte, aunque la correcta sea 24,81°), lo que indica que lo realmente importante del mapa eran los últimos descubrimientos. La península de Yucatán se dibuja como una isla sin cerrar junto a la Insule del Real y otra sin nombre, y otro archipiélago al lado de Bassi Dellasscension. Las posiciones del cabo San Agustín y Cabo Frío son exactas, a 8º de latitud sur y 30,5º de latitud sur, tal y como se marcó en el descubrimiento de Vélez de Mendoza en 1501.

      Estas tres leyendas ofrecen información sobre cómo se organizaron los viajes realizados hasta el momento. En otras palabras, es un Padrón Real que tenía por objeto señalar qué había descubierto cada capitán en el Caribe, porque a esta parte fueron muchos descubridores de manera simultánea y hubo un sinnúmero de acusaciones y pleitos, tal como demuestran los problemas judiciales entre Balboa, Enciso y Pedrarias Dávila (Aram, 2008).

      Esta teoría queda demostrada en cuanto se especifican los resultados de la expedición de Balboa al Dabaide, de la que dio cuenta por carta el 20 de enero de 1513 y de donde salió el nombre de Castilla del Oro. De nuevo aparece su último hallazgo, el del Mar del Sur, aunque aquí es denominado Océano Occidental, nombre que recibió por carta en marzo de 1514, y en la cual se pedían más hombres para seguir la expedición. Además, se diferencia su parte de otra que surge a continuación y que es la zona descubierta por Andrés Niño en 1522, la Costa de Tamao. No se indica, tal como señaló Sanz Hermida, ni la ciudad de Santa María

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