Juventudes indígenas en México. Tania Cruz-Salazar
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¿Cómo los jóvenes indígenas de México viven su vida y cuáles son sus escenarios? Este libro conjunta doce miradas que giran en torno a este cuestionamiento y nos actualizan desde distintos ejes. Abre con un capítulo sobre la epistemología de lo juvenil étnico, el cual nos deja ver las maneras en que se ha abordado el estudio de los jóvenes de los pueblos indios y cómo se han reproducido categorías analíticas sin cuestionarlas. La reflexión contenida en este trabajo es una invitación a ello y a realizar un balance sobre la producción nacional y, en particular, de esta obra colectiva. Le sigue el eje de las migraciones juveniles, en donde se considera a los jóvenes como sujetos en transformación y reconfiguración identitaria al aprender no solo a vivir en otras ciudades y a relacionarse con otras normas culturales, sino también a ser indios o reetnizados como latinos en la migración internacional hacia Estados Unidos; así, algunos aprenden a transitar étnicamente de una a otra escala, y pasan de ser originarios de un pueblo e indios mexicanos a ser latinos en Estados Unidos, una marca cultural que muchas veces es de mejora en términos de estatus étnico.3 Otro de los espacios de aprendizaje en la migración es la indocumentación, lo cual crea también accesos a las comunidades de inmigrantes. Aquí los espacios urbanos detonan muchos modos de inserción laboral y comunitarios, marcados por la condición migratoria. No se cuestiona el ser o no joven, sino que este momento se vive en torno a la soltería, la juerga y todo aquello no permitido en la comunidad de origen.
Estas prácticas orientan los estilos de vida juveniles en los que la condición de clase y la condición étnica son fundamentales para el caso de las y los jóvenes indígenas migrantes, que regularmente han migrado por su condición de exclusión, marginación y pobreza. Para los jóvenes indígenas inmigrantes en Estados Unidos la condición de indocumentación se cruza, impacta e interfiere con el tránsito a la adultez; son cruciales estas variables para analizar sus procesos. La experiencia migratoria opera aquí en tanto “pase” a otra condición, a otra vida, a otro estatus y a otro país. Migrar es rito sustitutivo de la instrucción escolar a nivel preparatoriano o universitario, y vivir en Estados Unidos como migrante indocumentado los “prepara” para la vida que tendrán allá o de vuelta a México. Hay que incluir la reflexión de los bagajes culturales, los aprendizajes, los capitales sociales y simbólicos que se robustecen.
El eje “educación y tecnológicas” documenta las historias no escuchadas de jóvenes universitarios indígenas. La universidad y su modelo educativo forma a jóvenes en torno de la “interculturalidad”, al tiempo que crea a un sujeto étnico con plena conciencia de su desigualdad cultural e histórica: el joven indígena estudiante. En este eje de estudios también se analizan las prácticas comunicativas digitales y los usos tecnológicos de chicos y chicas preparatorianos y de secundaria, que en contextos de rezago educativo encuentran en lo digital anclajes a la cotidianidad. Esta línea manifiesta los escenarios juveniles y sus vínculos a través de los artefactos digitales y las redes sociales como prácticas de socialización secundaria que dan sentido a lo juvenil.
El último eje se centra en los modos de hacer, pensarse y presentarse en colectivos desde la producción musical, que hace de las juventudes indígenas grupos en movilización, creación e innovación identitaria. La lógica de pertenencia y voluntad étnica los conforma en sujetos transculturales con múltiples repertorios agrupados en torno a estilos y prácticas que significan su juventud. La participación y la creación musical son amplias, aunque el género más reconocido y estudiado es el rock indígena, aquí llamado indorock y etnorock.
Las lagunas teóricas y empíricas sobre los escenarios de los jóvenes indígenas mexicanos confirman los pendientes que tenemos como investigadores en la materia. Se requiere del trabajo transdisciplinario para comprender a las y los muchachos indígenas en su contexto contemporáneo, dejar de abordarlos en enclaves herméticos e incorporarlos en procesos dialógicos, para revisar los acercamientos clásicos y oxigenarlos a la luz de los procesos actuales. Aunque no es una tarea sencilla, esto permitirá entenderlos como nuevos sujetos históricos y desvincularlos de las miradas paternalistas y victimarias. Las distintas manifestaciones y acciones de jóvenes indígenas abren un horizonte investigativo en el cual el objeto de estudio, las juventudes étnicas, se defina como la construcción sociocultural de instituciones (familia, comunidad, autoridades) y de sujetos que identifican a grupos de edad asociados a roles, tareas, valores y normas. En su reconocimiento existen modelos vinculados a formas de ser, estar y hacer que comulgan con la cosmovisión del grupo indígena en cuestión, y muchos otros que no. Los tránsitos, pases y procesos particulares legitimados por cada grupo indígena dependen regularmente de los compromisos, negociaciones y responsabilidades para cada grupo de edad. Los sentidos, contenidos y significados otorgados a los jóvenes se construyen desde la auto y la heteropercepción. Estas son, en la actualidad, producto de una diversidad de ámbitos y actores entre los que se encuentran los de sus culturas de origen y, de manera particular, los actores y las normativas de sus culturas parentales. La pertenencia al grupo supone la priorización de la condición juvenil, y es su conjugación con la etnicidad lo que retroalimenta la identidad juvenil indígena. La condición juvenil indígena debe teorizarse puntualizando la salud, la educación y el empleo, pues a partir de esto se puede explicar la situación generacional dentro y fuera de las comunidades indígenas.
Nuestro texto es un esfuerzo a nivel nacional por brindar un espacio de diálogo entre los investigadores y funge también como plataforma de interlocución, llena de pendientes, sí, con grupos de investigadores en otras latitudes como, por ejemplo, los autores brasileños, australianos y africanos que han desarrollado enfoques integrales para el estudio de las juventudes étnicas. La decolonización del pensamiento invitaría a desarmar las nociones de juventud y etnicidad para reconstruirlas desde las lógicas indígenas de los jóvenes contemporáneos. Sea esta obra un pretexto más para ello.
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, enero de 2020.
Referencias
Álvarez Pérez, Micaela (2009). Cambios y continuidades en la vivencia de la sexualidad. Dos generaciones de mujeres de origen indígena en el contexto urbano de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Tesis de maestría, CIESAS-Sureste, México.
Aquino Moreschi, Alejandra (2009). “Entre el [sueño zapatista] y el [sueño americano]: la migración a Estados Unidos vista desde las comunidades zapatistas”. En Migración y Desarrollo, segundo semestre, núm. 13, pp. 79-95.
Brettel, Caroline B. y James F. Hollefield (eds.) (2000). Migration Theory: Talking Across Disciplines. Nueva York, Londres: Routledge.
Brito Lemus, Roberto (1996). “Hacia una sociología de la juventud. Algunos elementos para la deconstrucción de un nuevo paradigma de la juventud”. En Revista de Estudios sobre Juventud, Jóvenes,