Aprender a ver cine. Juan Francisco González Subirá
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PRESENTACIÓN
De todas las posibles definiciones acerca de cuál es la esencia del arte cinematográfico, la que mejor concreta el objetivo de este libro es la de Roger Boussinot: «El cine es el arte de proyectar al espectador sobre la pantalla sin hacerle abandonar su asiento». Me gustaría que, al reflexionar acerca de los contenidos de estas páginas, los espectadores se sintieran provocados, invitados a proyectar en sus vidas cotidianas los mensajes que transmiten los personajes de las películas.
Cabe señalar que una adecuada disposición del espectador permite una progresiva educación de sus sentimientos y de sus vivencias éticas y sociales: el lenguaje de las películas puede ayudar a los espectadores a conocerse mejor a sí mismos y a las personas que integran su entorno familiar y social. Es necesario, por tanto, aprender a leer o reflexionar sobre los elementos técnicos, estéticos y dramáticos expresados en una película —adoptar una actitud crítica— si se desea apreciar sus valores y no ser manipulado por las imágenes (y por las ideologías que las sostienen). «Los movimientos de cámara son formas de decir» (Orson Welles). Cada película es un implacable «festival de sentimientos» que condiciona la existencia concreta de cada espectador. Debido a la influencia que ejercen las vidas de los personajes en los espectadores, es preciso aprender a distanciarse de la película, dejándose llevar por la fascinación que produce el espectáculo, pero también adoptando una actitud crítica que ayude a comprender la película en toda su complejidad.
Las películas son «realidades inacabadas», obras de arte que deben ser interiorizadas y culminadas de manera personal por cada uno de los espectadores. «Aprender a ver Cine» es dejarse empapar y sobrecoger por los gestos, las miradas, los silencios y las palabras de los personajes; es aprender a amar y a perdonar; es descubrir nuevos mundos de misterio y de suspense; es acercarse a los sentimientos más perversos y terroríficos; es evadirse de lo cotidiano para después retomarlo y convertirlo en realmente extraordinario. «Aprender a ver Cine» es especialmente aprender a convertirse en protagonista heroico de la propia vida, fomentando incansablemente el afán por salir enriquecido en cada una de las gestas que va proponiendo la propia biografía personal.
No hay géneros cinematográficos en estado puro. La propia naturaleza del cine le hace tender por principio al mestizaje cultural, a la integración de características de distintos géneros en la misma película, a la comercialización de ideas ajenas y al uso de lenguajes de la más diversa procedencia (procedimientos narrativos propios de la literatura, composiciones visuales y usos del color característicos de la pintura, ritmos y cadencias de la expresión musical, concepciones escénicas originarias del teatro, movimientos y formas de la danza, composiciones estáticas identificadas con la escultura o la arquitectura, etc.). Con todo, este libro se estructura en función de siete géneros cinematográficos (y de los subgéneros correspondientes): el cine épico (incluye los dramas históricos y el cine de aventuras), el cine bélico, el drama (incluye el melodrama y la tragedia), el thriller (incluye subgéneros tales como el thriller judicial, el de temática mafiosa, el de psicópatas, etc.), el western, el cine de cienciaficción y la comedia romántica.
Cada género, cada tema, incluye un estudio fílmico y antropológico, y uno o varios cuestionarios sobre películas representativas de dicho género. Los estudios fílmicos y antropológicos ofrecen un análisis detallado de algunas películas a partir de las siguientes cuestiones: sinopsis del argumento, diégesis de la película (apuntes históricos o sociológicos, estilo del director, niveles de conflicto dramático, tipos de personajes, estructura dramática de la película, etc.), tipos de planos, y descripción de la estructura psicológica de los sentimientos de los personajes. El estudio de la «estructura psicológica de los sentimientos de los personajes» consiste en un análisis exhaustivo de las cuatro dimensiones que integran los sentimientos de cualquier persona: objeto desencadenante del sentimiento y sus circunstancias; las respuestas emocionales o afectivas (ira, alegría, placer, ansiedad...); las reacciones corporales (posturas, gestos, miradas, etc.), y las actitudes consecuentes (condicionadas por los vicios y virtudes de cada individuo).
La finalidad de los cuestionarios es servir de guía para organizar cine-fórums y otras actividades integradas en la programación de las diferentes asignaturas audiovisuales.
Aprender a ver Cine se dirige a todos los amantes del arte cinematográfico, pero especialmente, a los alumnos y profesores de Educación Plástica y Visual, de Comunicación Audiovisual y de todas aquellas materias asociadas al lenguaje cinematográfico. También ofrece algunas orientaciones acerca del «alcance interdisciplinar del cine», de tal forma que los géneros cinematográficos pueden utilizarse como metodología para asignaturas muy diversas (Historia, Literatura, Historia del Arte, Filosofía, Ética y Religión, Ciencia, Tecnología y Sociedad, etc.).
Espero que el libro les traslade a mundos fantásticos y que les invite a pasar muchas tardes —mañanas o noches— de cine inolvidables.
1. EL LENGUAJE AUDIOVISUAL. LÉXICO CINEMATOGRÁFICO FUNDAMENTAL
Lo audiovisual está de moda. Es más, la sociedad en la que vivimos está fuertemente influenciada por la imagen que transmiten los medios de comunicación acerca de los problemas y las realidades que condicionan nuestra vida cotidiana. Por eso es imprescindible que sepamos descifrar los mensajes que nos llegan a través de ellos.
El cine y la televisión proponen una serie de «mundos posibles» que condicionan la percepción que el espectador llega a tener de la realidad en la que se desenvuelve. El séptimo arte nos ofrece un amplísimo horizonte de posibilidades de interpretar la naturaleza humana y sus múltiples matices personales, sociales y culturales.
Los modelos de «personas» que presentan las películas ofrecen diferentes posibilidades de vivir la libertad. La variedad de matices permite preguntar hasta qué punto la noción de libertad que opera en la mayoría de las películas es una libertad suficientemente asentada y comprometida.
El cine, como ficción representativa de nuestra vida, influye directamente en la misma realidad, llevándonos a adoptar, consciente o inconscientemente, una determinada postura modulada por el contenido de las diferentes películas.
El lenguaje cinematográfico provoca en los espectadores «procesos de identificación dramática», de tal manera que el espectador nunca está inmune ante los mensajes y modos de vida que comunican las películas, sino que se identifica con esos mensajes o los rechaza.
Los personajes de las películas nos mueven a desarrollar determinadas formas de conducta. Para ser capaces de darnos cuenta de estas influencias, es necesaria una educación del espíritu crítico: el espectador puede aprender a asumir los mensajes que recibe.
Aprender a ver cine consiste en una educación constante de la mirada del espectador: no se trata de buscar siempre novedades, sino de tener una mirada renovada, capaz de admirarse y de captar otros detalles.
El cine es un lenguaje interdisciplinar. Permite crear las condiciones que posibilitan el conocimiento de una verdad universalmente válida y, a la vez, abre la capacidad de un diálogo sincero y auténtico entre las personas.
El lenguaje cinematográfico es el arte de la imagen dinámica, obtenida técnicamente y proyectada con un ritmo espacial y temporal.
El cine es un arte narrativo, y cuenta las cosas con un lenguaje propio: es un lenguaje que nos transmite una serie de contenidos a través de las películas, las cuales integran elementos de fotografía, de sonido, de música, etc. El cine, como lenguaje humano, tiene una dimensión plural: es un medio de comunicación social y de expresión personal. Puede presentarnos