¿Qué es ser un hijo de Dios?. Omraam Mikhaël Aïvanhov

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¿Qué es ser un hijo de Dios? - Omraam Mikhaël Aïvanhov

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la quintaesencia de un ser y de su destino. La circuncisión es una operación que lleva aparejada un desangramiento. Esta sangre que sale del cuerpo de un recién nacido es considerada como pura, y como procede de los órganos genitales está impregnada con fluidos poderosos. El sacerdote que había sido iniciado a los misterios sagrados conocía la manera de recoger esta sangre y la conservaba como un tesoro guardándola en un lugar reservado, así como el trocito de carne cortado, el prepucio, porque todavía estaba ligada al niño. Existía por tanto un vínculo mágico entre el trozo de carne, la sangre y el niño.

      La primera función de la circuncisión consistía en que los padres llevaran sus hijos a consagrarlos al Señor para que se convirtieran en instrumentos de su voluntad, y de esta manera el pueblo se preparaba para la llegada del Mesías. Gracias a esta consagración, el niño era absorbido por influencias del cielo, por entidades que le acompañarían y se ocuparían de él. El niño que había sido consagrado por un sacerdote iluminado y puro se convertía en un servidor de Dios. Después, con motivo de algunas fiestas del año, el Sumo Sacerdote bendecía esta sangre, así como los prepucios, y de esta manera proyectaba fuerzas benéficas que actuaban favorablemente sobre los niños. Gracias a este rito, los sacerdotes evidentemente sometían a los hombres bajo su autoridad. Mientras estuvieron animados por un ideal de justicia y de amor hacia su pueblo, trabajaron para él, pero en los periodos en los que perdieron este ideal, utilizaron estas prácticas para asegurarse el poder.

      Un acto por sí mismo es neutro, todo depende del significado que se le dé y de la finalidad con el que se ejecute. Este rito establecido por Abraham e inscrito por Moisés en la Ley, tenía sin duda tres motivos: el primero era estimular el deseo sexual con el fin de aumentar el número de nacimientos. Los Hebreos siempre estaban en lucha contra vecinos más numerosos que ellos y que amenazaban aniquilarles: cuantos más nacimientos hubieran, mayor sería el número de niños que más tarde se convertirían en guerreros. El segundo motivo sería someter a los hombres a la voluntad del sacerdocio. Y el tercero, el más importante, era dedicarlos al servicio de Dios consagrando algunas gotas de sangre que había circulado por este órgano a través del cual se transmite la vida.

      Incluso el más ignorante de los hombres sabe que la sangre es un líquido infinitamente precioso y que aquél que pierde su sangre pierde también la vida. ¿Qué hay pues en la sangre que la hace ser tan valiosa?... en realidad, este líquido que circula en nuestro organismo es una materialización del fluido universal que circula en toda la creación. Así como este fluido nutre el organismo cósmico, la sangre nutre nuestro cuerpo. Constituye una síntesis de la vida universal, puesto que en su composición, con sus glóbulos rojos y glóbulos blancos, se vuelven a hallar, simbólicamente hablando, los dos principios, el masculino y el femenino, que son los dos grandes principios de la creación.

      Mientras que la sangre circula en el interior del cuerpo, está protegida como si se hallara en un recipiente cerrado. Pero en el momento en que escapa del cuerpo por el motivo que sea, como todo líquido, se evapora; es decir que algunas partículas etéricas escapan al espacio. Y estas partículas están vivas, han conservado algo de estos elementos que hacen que la sangre sea portadora de vida. Por esto sirven de alimento a las entidades invisibles. Nada se pierde en el universo, siempre hay criaturas dispuestas a acudir en busca del alimento de la vida que se desprende de unas gotas de sangre.

      Esta propiedad que tiene la sangre de desprender emanaciones que sirven de alimento a entidades del mundo invisible, ya era conocida desde la más remota Antigüedad. Los Iniciados, los sacerdotes utilizaban la sangre de las víctimas ofrecidas en sacrificio a los dioses para invocar a entidades del cielo o del infierno: estas entidades respondían a su llamada porque en esta sangre encontraban alimento. Incluso la literatura menciona tales hechos: se puede leer semejante relato en la Odisea de Homero o en la Eneida de Virgilio. Y entre aquellos que asistían a estas escenas, algunos, los más desarrollados psíquicamente, podían ver cómo acudían las entidades a beber la sangre derramada de los bueyes, las ovejas, los corderos y las aves inmolados a los dioses.

      ¿Por qué pensáis, por ejemplo, que Moisés dio unos preceptos tan estrictos en lo referente a la mujer durante el periodo de las reglas? Estaba escrito que: “La mujer que tenga un flujo de sangre en su carne permanecerá en su impureza. Cualquiera que la toque será impuro hasta el anochecer...” Hay una extensa enumeración de los casos en los que la mujer, perdiendo su sangre, es impura, y las precauciones que debe adoptar durante esos periodos. No sé cómo, en la actualidad, consideran los Judíos todos estos preceptos dados por Moisés en lo referente a las mujeres. Lo que sí sé es que se basan en un conocimiento referente a las propiedades que tiene la sangre de atraer entidades, y en especial las entidades oscuras del mundo astral que acuden a nutrirse de las emanaciones de la sangre humana y de ese modo se mezclan en su vida causando desconcierto en los seres.

      La experiencia psíquica por la que pasa la mujer durante el periodo de la regla, está unida a los misterios de la vida y de la muerte. No entraré en detalles anatómicos y fisiológicos de este proceso. Para lo que debo explicaros, solamente quiero atraer vuestra atención sobre el hecho de que actualmente la mujer, no sólo expulsa la célula reproductiva, el óvulo, que no habiendo sido fecundado no se convertirá en un ser vivo, sino que también expulsa la sustancia, la sangre, que le habría alimentado. El óvulo muerto, que no ha sido fecundado, es en cierta manera un cadáver que ella expulsa. Entonces, ¿cómo no podría experimentar un sentimiento de tristeza y de melancolía? Es natural que esta pérdida la haga más vulnerable psíquicamente.

      Al mismo tiempo que expulsa el óvulo muerto, la mujer pierde también por lo tanto la sangre portadora de vida que estaba destinada a alimentar a un niño. Es esta sangre la que atrae a las entidades inferiores del plano astral: quieren aprovecharse de las energías contenidas en esta sangre para reforzarse y así continuar sus acciones maléficas entre los seres humanos. Por esta razón Moisés dio prescripciones muy estrictas con respecto a la mujer durante este período, y se vuelven a encontrar estas mismas prohibiciones en otras religiones y culturas. Pero ¿es necesario observar siempre estas prohibiciones?

      Pero este poder que tiene la mujer de atraer y alimentar con su sangre a entidades oscuras, lo tiene igualmente para atraer y alimentar entidades de luz. La mujer puede, al igual que el hombre, usar los poderes del pensamiento, que es hijo del espíritu, con el fin de hacer triunfar la luz. Es capaz de gobernar las corrientes oscuras que la atraviesan y de transformarlas en influencias benéficas que dirigirá para bien de toda la humanidad. De momento, todavía ignora las fuerzas que la naturaleza ha depositado en ella; y el hombre no se esfuerza demasiado en ayudarla

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