Movimiento en la tierra. Luchas campesinas, resistencia patronal y política social agraria. Chile, 1927-1947. María Angélica Illanes Oliva

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      Historia A cargo de esta colección: Julio Pinto Vallejos

      © LOM Ediciones Primera edición, agosto de 2019 Impreso en 1000 ejemplares ISBN impreso: 9789560010704 ISBN digital: 9789560013460 RPI: 305.249 Las publicaciones del área de Ciencias Sociales y Humanas de LOM ediciones han sido sometidas a referato externo. Fotografía de portada: trabajadores campesinos 1930 Fotografías de portadillas: memoria chilena Diagramación, diseño y correcciones LOM ediciones. Concha y Toro 23, Santiago Teléfono: (56-2) 2860 68 00 [email protected] | www.lom.cl Tipografía: Karmina Impreso en los talleres de LOM Miguel de Atero 2888, Quinta Normal Impreso en Santiago de Chile

       A nuestros antepasados: las y los campesinos chilenos y pueblo mapuche. A Dafne y Julieta. A las pequeñas Ema y Eloísa y al pequeño Roque.

       Agradecimientos

      Agradezco la oportunidad que me brindó el Programa de Investigación ARCIS N°804 para iniciar esta investigación, la que pudo ser continuada y profundizada gracias al apoyo del proyecto de Investigación Fondecyt N°1110285.

      Agradezco, asimismo, la valiosa participación en esta investigación de los siguientes colaboradores: al magíster en Historia Nicolás Acevedo y a los profesores de Historia y Ciencias Sociales Renzo Henríquez, Luis Berger y Néstor Espinoza, quienes, a través de su trabajo en el levantamiento de documentación y de sus artículos, libro y tesis, han contribuido notablemente a ampliar y profundizar importantes temáticas relativas al tema en estudio. Asimismo, agradezco a las profesoras y licenciadas en Historia Pilar Santander, Daniela Luque, Daniela Baeza y al sociólogo Felipe Hernández, quienes trabajaron en distintos momentos en el levantamiento de la documentación. Agradezco también a Julieta Gho, cuyo apoyo fue indispensable para el buen desarrollo administrativo de los dos proyectos de investigación, realizando, un acucioso trabajo de seguimiento de prensa para la confección de numerosos cuadros que nos sirvieron de soporte al estudio, algunos de los cuales anexamos. Mis agradecimientos especiales a la doctora en Literatura Ana Lea Plaza, por sus gratas conversaciones y asesoría literaria y su apoyo documental desde la capital.

      Estoy muy agradecida también del personal de la Biblioteca Nacional y del Archivo del Siglo XX por su atento y diligente servicio en las diferentes secciones en que trabajamos levantando la documentación requerida: Sala de Periódicos, Sala de Investigadores, Hemeroteca y Archivo.

      Finalmente, quiero agradecer al Instituto de Historia y Ciencias Sociales de la Universidad Austral de Chile por brindar el mejor apoyo logístico, humano y académico para la realización de este estudio histórico. Deseo agradecer especialmente al director del Instituto, Fabián Almonacid, por su apoyo constante y por haberme facilitado relevante documentación para esta investigación; al secretario académico Tolentino Espíndola, por su apoyo diligente e indispensable; asimismo, a la pro-decana de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Karen Alfaro; al director de la Escuela de Historia y Ciencias Sociales del Instituto, Robinson Silva, y a los colegas Max Cortés y Yerko Monje, por las conversaciones y el nutrido intercambio de ideas sobre los problemas que surgen de esta y otras investigaciones que giran en torno a nuestro común interés por la comprensión histórica de nuestra sociedad.

      Retrato de familia junto a su rancho en Olmué / Fuente: memoria chilena

       Madre Tierra

      Glosa Siendo la tierra la madre De toda la humanidá Hay gente desheredá Sin un perro que le ladre; Y no es por hacer alarde, Es que para mi entender Nuestra tierra debe ser Para hacerla producir Y así con gusto decir Oh, qué bonito es tener. ··· Hoy la tierra está atrapada por un grupo de hacendados que todo han acaparado sin dejarnos della nada; es una grande bandada de cuervos que mantener ellos tienen el poder y nos tienen aplastados no saben lo que es arado y sembrar para comer.

      Miguel Luis Castañeda1

      1 Diego Muñoz (selección), Poesía Popular Chilena, Santiago, Editorial Quimantú, 1972, pp. 107-108.

       Introducción

      El Amo no es el hombre verdadero, no es sino una etapa. Es aún un obstáculo, no será jamás «satisfecho» (befriedigt) por el reconocimiento, pues sólo esclavos lo reconocen. Es el esclavo quien devendrá hombre histórico, hombre verdadero (…)2. Hegel-Kojève

      Atardecía en la primavera de 1940 en Chimbarongo, pueblo rural del valle de Colchagua, regado por el río Tinguiririca. A pesar de haber consumido ya la jornada de trabajo de ese día viernes 8 de noviembre, Luis Zelada se subió a una camioneta de la Oficina de Caminos de ese pueblo, acompañado de Miguel Ángel y Pedro Céspedes, dirigentes sindicales de la CTCH de San Fernando y de un campesino guía, con el fin de asistir a una reunión con los trabajadores agrícolas del Fundo Santa Isabel. Inquilinos y voluntarios de ese fundo habían solicitado su asesoría como inspector del Trabajo de San Fernando para la correcta y legal presentación de un Pliego de Peticiones (P/p) al patrón Julián Aguirre, propietario del predio. Esa tarde de viernes se juntarían en la casa de uno de ellos, ubicada al interior del mismo fundo, para elaborar un petitorio.

      Eran las 20 horas cuando el chofer de la camioneta tomó la ruta hacia el este que conducía a su destino, observando los fundos colindantes que se sucedían: Mariposa, Santa Eugenia, La Carlina, San Antonio… En el trayecto, el grupo de la camioneta se cruzó con un huaso a caballo, al que el trabajador que les guiaba identificó como el hijo del patrón, Román Aguirre. Se detuvieron al llegar a la falda de un cerro que impedía a la camioneta seguir avanzando. Ahí la dejaron en espera, custodiada por su chofer, mientras Zelada y sus acompañantes siguieron a pie hasta alcanzar la casa del trabajador «voluntario» José Manuel Araya, donde les esperaban para efectuar la reunión. Ya eran las 9 de la noche cuando llegaron y de inmediato se levantó acta legal de la reunión que congregaba a 28 inquilinos y voluntarios, estampando en un pliego su demanda de aumento de jornales y mejoramiento de sus condiciones de vida, verificando Zelada que dicho acto hubiese cumplido con el protocolo exigido por la ley. Pasadas las 11 de la noche terminó la reunión, caminando el inspector y acompañantes durante veinte minutos a pie y a oscuras de regreso hacia la camioneta, portando las copias del acta y Pliego bajo el brazo, las que debía presentar el día lunes a la Junta de Conciliación de San Fernando.

      En el trayecto de regreso, el chofer Aravena les relató que, mientras les esperaba, se le había acercado aquel huaso a caballo con quien se habían cruzado en el camino. «–¿De quién es el bicho que maneja?», le había preguntado. «–Buenas tardes. Este vehículo pertenece a la Oficina de Caminos de San Fernando y está siendo ocupado ahora por uno de los jefes de la Inspección del Trabajo y dirigentes sindicales, que tienen una reunión con el personal del fundo», había respondido Aravena.

      En plena noche la camioneta avanzó de regreso, camino abajo… de pronto topó con un portón cerrado con candado que les impedía continuar. Se bajaron. Llamaron por los alrededores y golpearon la puerta de una casa cercana, de la que salió una voz informándoles «que los patrones habían salido llevándose la llave y que regresarían posiblemente en una hora más». Así, no les quedó más que esperar…

      Pasada la medianoche, vieron acercarse unos bultos con linterna llegados en un automóvil. Zelada se bajó rápidamente con el fin de identificarse reparando,

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