Isis modernista. José Ricardo Chaves

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Isis modernista - José Ricardo Chaves Pública Ensayo

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teosofía). Xifré y Montoliu, que no se conocían, entraron en contacto en 1889, por intervención de Blavatsky, e iniciaron la empresa teosófica a nivel de organización, difusión, traducción y publicación. En el caso de Xifré, que poseía una gran fortuna heredada, se tornó el gran mecenas de dicha empresa, por la que la teosofía echó raíces en el país, pero también allende el mar, en América Latina, por medio de traducciones, libros, conferencias, y en especial por la revista Sophia (1893-1914). Montoliu murió muy joven, a los 31 años, no sin antes dejar traducida Isis sin velo, entre otras cosas. Xifré mantuvo viva la antorcha teosófica, con tiempo, dinero y vida, con un vínculo fuerte con la propia Blavatsky. Ambos, Montoliu y Xifré, formaron parte de la Escuela Esotérica de Teosofía –círculo íntimo dentro de la Sociedad Teosófica– e introdujeron ambos círculos (interno y externo) a España. En 1892 Xifré sacó una traducción de La clave de la teosofía, de Blavatsky, y en 1895 el primer tomo de La doctrina secreta, siendo la primera edición de dicha obra en lengua no inglesa, y en 1898 el segundo tomo.4

      El trabajo de Montoliu en Barcelona fue seguido, a su muerte, por José Roviralta y Borell, otro renombrado traductor de obras literarias y teosóficas; José Melián, canario que dirigió la revista Sophia, antes de su emigración a Sudamérica y su muerte en Perú; Federico Climent Terrer, otro traductor fecundo; Ramón Maynadé, editor y fundador de la Biblioteca Orientalista; Manuel Treviño, egiptólogo, gran maestre comasónico, fusilado años después por agentes de Franco. Suele mencionarse a María Mariátegui, duquesa de Pomar, o Lady Caithness, como el tercer vínculo directo de España con Blavatsky (los otros dos fueron Montoliu y Xifré), y en cierta forma lo es, aunque el impacto teosófico de la duquesa fue sobre todo en el ámbito francés, no tanto español. Ya más entrado el siglo XX nuevos teósofos entraron a escena, como Rafael Urbano, traductor inicial de Nietzsche y de Buda al español, así como rescatista y difusor de la Guía espiritual de Miguel de Molinos; está también Mario Roso de Luna (abogado, astrónomo, escritor, polígrafo), que dirigió la revista Hesperia y publicó toda una colección de obras de tipo teosófico y literario, bajo el nombre de “Biblioteca de las Maravillas”, que los estudiosos Labrador y Sánchez consideran “la aportación española más importante al movimiento teosófico mundial” (2002, 489). Su prestigio fue grande y no solo en España, pues viajó a Sudamérica, donde dio una serie de conferencias en Brasil, Argentina y Chile, publicadas luego en dos tomos como Conferencias teosóficas en América del Sur (1911). Fue un escritor productivísimo, cuyos textos solían aparecer en revistas latinoamericanas, y él mismo estaba atento de lo que se publicaba en las revistas teosóficas del otro lado del Atlántico, como lo muestra esta referencia que hace de la escritora costarricense María Fernández de Tinoco (esposa del ya mencionado presidente golpista Federico Tinoco):

      Una distinguida dama costarricense, bajo el seudónimo de “Apaikán”, ha publicado en los números 4 al 7 de Virya, revista teosófica de San José de Costa Rica, la leyenda de Zulai relativa a los aborígenes centroamericanos, presentándonos a la raza indígena bajo la tutela de los mayas del Yucatán y relatando simbólicamente la llegada de tribus mogoles e hindúes a las feraces tierras aquellas muchos siglos después de consumado el hundimiento de la Atlántida, porque no hay que olvidar, enseña H. P. B.[Helena Petrovna Blavatsky], que todos los pueblos que juegan en la protohistoria mexicana eran ya arios, o sea, post-atlantes (1973, 96).

      El pujante desarrollo teosófico en España se vio truncado con el arribo de Francisco Franco, quien, católico ferviente, se dedicó a perseguir no solo a comunistas y anarquistas, sino también a masones y teósofos, fusilando a algunos de ellos, como ocurrió con el mencionado Manuel Treviño, dirigente teosófico de entonces y maestre de la masonería mixta de Le Droit Humain, así como a la incautación de sus bienes. Pero antes de ese momento nefasto, sin duda España fue el centro de la actividad teosófica en el área hispanohablante, con una competencia fraternal entre Barcelona y Madrid por el liderazgo. Con el franquismo, la actividad teosófica, sobre todo a nivel editorial, se desplazó a Argentina y a México.

      Algunos de esos teósofos españoles emigraron a América Latina por diversas razones y llevaron con ellos sus inquietudes religiosas y filosóficas. Están el italiano Alberto de Sarak y su esposa Antonia Martínez Royo, vinculados polémicamente (sobre todo él) a la primera logia teosófica en Argentina, la rama Luz, de 1893; aunque hay que distinguir la fundación legal, con su acta constitutiva, del movimiento real que la antecede, por lo que ya había teosofía en Argentina desde antes de 1893. La primera revista teosófica ahí fue Philadelphia, iniciada en 1898 y extinta en 1903, con Alejandro Sorondo como editor. Soledad Quereilhac añade que

      hacia 1899 se fundan otras dos ramas teosóficas en el país: ‘Ananda’ en Buenos Aires, y ‘Casa Rosario’ en la provincia de Santa Fe. Dos años más tarde, en 1901, la Sociedad Teosófica cobra notable presencia en los medios de prensa cuando el presidente en ese momento de la Sociedad internacional, el Coronel Henry S. Olcott, visita las ciudades de Buenos Aires y La Plata para dar algunas conferencias y revisar el funcionamiento de las ramas locales (2008, 75).

      En México estuvieron en esas primeras décadas de consolidación teosófica españolas como Belén de Sárraga (1873-1951), feminista, librepensadora. Hija de masón, ella misma masona de la masonería mixta de Le Droit Humain, cercana al espiritismo y a la teosofía, gusto que respondía no solo a su anticlericalismo militante, sino también porque veía ahí libertad de pensamiento, tolerancia, libertad religiosa, como un complemento de las libertades y derechos sociales y políticos (cf. Ramos, 2006). También está el español José Antonio Garro, que vino al país en parte para apoyar el trabajo de espiritistas como Madero y sobre todo el de la Sociedad Teosófica, que en 1906 había fundado su primera logia, “Aura”, que todavía existe. Cuando matan a Madero, Garro es de los pocos que asisten a su entierro e incluso carga su ataúd, asumiendo el riesgo que tal acción conllevaba en ese momento. Una de sus hijas fue la escritora Elena Garro (1916-1998), cuya infancia mágica puede deber algo a la teosofía de su padre. En su novela Testimonios sobre Mariana hay alguna referencia interesante al respecto.

      También en Costa Rica la emigración española tuvo un papel importante en la fundación de la Sociedad Teosófica en el país en 1904. Como se señaló, ya desde la década anterior la teosofía había llegado al país por vía de costarricenses que se iban a estudiar a Europa, donde conocían de esos asuntos esotéricos, y volvían a su patria con tales inquietudes activas. Fue el caso de Jorge Castro Fernández, joven abogado formado en Bélgica. En Europa conoció la teosofía y algunas de sus figuras, como A. P. Sinnett, un temprano colaborador de Blavatsky, quien luego se separó de ella, aunque no de su ideología; así como al gran ocultista francés de la Belle Époque, Gérard Encausse, mejor conocido como Papus. También conoció a la baronesa Adelma von Bay (1840-1925), nacida en la actual Ucrania, aunque muy pronto se moviera a Austria y Prusia, e iniciadora del espiritismo en Eslovenia y Hungría. De esto y otras cosas parecidas conversaba con su amigo Rubén Darío, mientras Castro trabajaba como diplomático en Guatemala. Fue una de las primeras referencias teosóficas del poeta nicaragüense, que sabía de masonería, de espiritismo y de folclor macabro, pero no de teosofía. Castro Fernández murió joven en Panamá, de forma repentina, y esto llevó a su amigo Darío a escribir una semblanza necrológica suya, en la que señala que “era un alma del más bello oriente. Apasionado y soñador, tenía algo de apóstol y de poeta” (1927, 154). Y advierte sobre sus gustos espirituales:

      Partidario de esas poderosas doctrinas que hoy sostienen la mayor parte de la juventud europea –el consorcio íntimo de la ciencia y la religión,

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