Isis modernista. José Ricardo Chaves

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Isis modernista - José Ricardo Chaves Pública Ensayo

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Amado Nervo (1870-1919), quien en estas crónicas seleccionadas muestra algo del acontecer espiritista en el país, así como la búsqueda de otras opciones religiosas en un ambiente cada vez más secularizado; están también dos escritos pioneros del narrador Pedro Castera (1846-1906), muy involucrado por un tiempo en el ambiente espírita, incluido su papel de médium escribiente; hay un texto autobiográfico del alemán-mexicano Arnold Krumm-Heller (1876-1949), un ocultista que sirvió como puente entre el esoterismo del primer mundo y el que comenzaba a conformarse institucionalmente en América Latina. Krumm-Heller tuvo un impacto no solo en México sino también en otros países latinoamericanos, como Chile, Perú, Brasil y Venezuela, y de su linaje provendrá uno de los primeros esoterismos latinoamericanos exitosos, ya en la segunda mitad del siglo pasado: el movimiento neognóstico de Samael Aun Weor (1917-1977). El texto de Krumm-Heller es una introducción al libro Conferencias esotéricas (1909), que reúne una serie de pláticas que dio en la Sociedad Teosófica de México. En dicha introducción, describe su involucramiento en el medio esotérico de la época, no solo en Europa sino también en México. En su caso tenemos el testimonio de un activo participante en este ambiente, quien alcanzó gran renombre internacional, con lo que resulta muy revelador de las conexiones entre lo nacional latinoamericano y lo europeo. Se presenta finalmente para México en esta primera parte un extracto del testimonio del teósofo mexicano Joaquín Valadez Zamudio, quien en su libro La historia de la Sociedad Teosófica en México hace una crónica de las actividades de dicha organización en el país, hasta los años ochenta del siglo pasado. El suyo es un recuento testimonial, para nada historiográfico o literario, que sin embargo permite identificar parte de la actividad teosófica por boca de uno de sus participantes. Vale la pena leerlo.

      Los últimos dos textos de la primera parte ejemplifican, tras haber visto el norte, los otros dos casos americanos de este libro: Costa Rica y Argentina, el centro y el sur. Uno es del poeta costarricense Rogelio Sotela (1894-1943), cuyo escrito nos permite darnos cuenta del papel renovador que en las primeras décadas del siglo jugó la Sociedad Teosófica en la cultura local, reconocido en este caso por uno de los artistas emblemáticos de la época, algo que, si bien ahí queda ejemplificado para el caso de Costa Rica, también ocurría en otros países centroamericanos, como El Salvador y Guatemala. Esto bien lo ha mostrado el trabajo de investigación de Marta Elena Casaús (2002) y, para la propia Costa Rica, desde una perspectiva más histórica que sociológica, los trabajos de Ricardo Martínez Esquivel (2010, 2013), Esteban Rodriguez Dobles (2010-2011, 2018), Chester Urbina Gaytán (2000, 2015) e Iván Molina Jiménez (2011). El último texto de esta sección es del escritor argentino Arturo Capdevila (1889-1967), quien, en este capítulo seleccionado de su biografía sobre Lugones, retrata parte del ambiente teosófico de Buenos Aires y de su atractivo orientalista para alguna gente. Es un buen complemento del texto de Roberto Arlt, “Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos Aires” (también incluido aquí en la siguiente sección), pues, si bien no está exento de ironía, no cae en la parodia descalificadora de Arlt. Sirve para equilibrar el paisaje crítico y darse cuenta de que, lo que para unos es ambrosía, para otros es veneno.

      La segunda parte del libro se titula “Doctrina y polémicas”, y deja un poco de lado lo histórico para revisar más bien las ideas, lo conceptual del esoterismo según sus actores, el debate externo (por ejemplo entre espiritistas y positivistas en México) y el interno (entre teósofos y espiritistas, que se dio iniciando el nuevo siglo). Presenta tanto textos afines a las doctrinas ocultas como uno completamente antagónico (el de Arlt).

      Los dos escritos españoles cubren tanto la ortodoxia literaria de Juan Valera (1824-1905) como la heterodoxia teosófica de Mario Roso de Luna (1872-1931), sin duda el escritor de filiación ocultista más sobresaliente del mundo hispanohablante. Esto es, lo oficial y lo marginal de la institución literaria. Así como Juan Valera combinó sus oficios literarios con los diplomáticos, de parecida forma Roso de Luna lo hizo con los astronómicos, incluso descubrió un cometa que lleva su nombre. De Valera se ha retomado su artículo “Teosofía” que escribió para el Diccionario Enciclopédico Hispanoamericano, donde hace su particular lectura de esa corriente ocultista y de su principal exponente, Blavatsky. En su última novela, Morsamor (1899), Valera rompió con su trayectoria más realista o psicológica (que tanto prestigio le había brindado) para abordar lo histórico y lo fantástico, y en ella se nota también el ingrediente teosófico en la trama. Por su parte, de Roso de Luna seleccioné su introducción a la biografía que escribió sobre Blavatsky, si no la única, la mejor que se ha escrito en español hasta la fecha, con mucho estilo literario, no obstante su visión casi hagiográfica.

      Pasando a América, al caso de México concretamente, seleccioné el estudio que Francisco I. Madero (1873-1913) presentó al Primer Congreso Espiritista de 1906, en el que buscó sintetizar las principales propuestas de dicha corriente. Se buscó así una buena y breve exposición doctrinal salida de la boca de uno de sus adeptos. Después se incluyen algunos segmentos del libro de Rogelio Fernández Güell (1883-1918), Estudio sobre espiritismo y teosofía (1907), que presenta parte de la discusión interna entre una y otra corrientes, él ubicado del lado espírita. De hecho, este autor era amigo y cofrade de Madero en el ámbito espiritista y masónico, tal como se aprecia en la común labor editorial de revistas y folletos.

      Para el caso de Costa Rica, he tomado el ensayo de José Basileo Acuña (1897-1992) La Sociedad teosófica y el Movimiento Teosófico (1926), que muestra muy bien el organigrama de la ST bajo la presidencia de Annie Besant: la propia ST, la Iglesia Católica Liberal, la Comasonería, la Orden del Servicio, la Orden de la Estrella de Oriente (para acoger a Krishnamurti), entre las más importantes. Permite una valoración del asunto no solo doctrinal sino además organizativa y literariamente, como corresponde a un poeta que llegó a ser el escritor hispanoamericano más y mejor vinculado al movimiento teosófico, no solo por una compartida manera de pensar o una cierta producción textual al respecto, sino sobre todo por su activa militancia institucional que lo llevó a ocupar altos puestos en la organización teosófica mundial, junto a los grandes nombres de su momento, como Annie Besant, C. W. Leadbeater y C. Jinarajadasa, así como en sus organizaciones afines, sobre todo la Comasonería (o masonería mixta) y la Iglesia Católica Liberal, como ningún otro escritor de lengua española. La reunión de buena parte de sus escritos teosóficos en el quinto y último tomo de sus Obras completas fue un gran acierto, pues reveló un corpus esotérico notable, escrito desde dentro del coto mágico, pero al mismo tiempo con cierto sentido crítico y mucha mano poética.

      El siguiente texto recopilado es argentino. Se trata de la primicia literaria/periodística de Roberto Godofredo Arlt (1900-1942), conocido después sencillamente como Roberto Arlt, titulada “Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos Aires”, en la que reseña su temprana participación en una logia teosófica y su posterior desilusión, debido a la “corrupción interna” y a, según su juicio, la mala calidad intelectual de la doctrina, ecléctica y mágica. Su visión negativa del asunto debe contrastarse con el texto anterior de Capdevila, quien también conoció, y quizá mejor, más de cerca, dichos ambientes bonaerenses de misterio teosófico.

      Por último, y aunque Cuba no sea uno de los países seleccionados en esta antología, no puedo evitar la inclusión de un artículo de José Martí (1853-1895), escrito en Nueva York, sobre la visita de Annie Besant a esa ciudad, de la que admira su capacidad librepensadora y su “oratoria sensata y mística” a la vez, así como su compromiso social y político, algo que viene a poner en aprietos lo dicho por Arlt al respecto. De hecho, Cuba fue un importante centro de recepción y difusión de la teosofía y el espiritismo, no solo a nivel local, sino también latinoamericano, y seguramente un estudio detallado de su historia esotérica daría mucho material interesante, por ejemplo, los vínculos masónicos de José Martí o los inicios teosóficos de Severo Sarduy, décadas después. Si aquí no se la ha incluido es por otras limitaciones, no porque no se reconozca su valioso lugar en la dinámica ocultista hispanoamericana. Los logros en términos de historia masónica en Cuba deberían de extenderse a los ámbitos espiritista y teosófico.

      La tercera parte de este libro se llama “Influjos e inseminaciones”, y reúne algunos trabajos que

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