¡Viva Cataluña española!. José Fernando Mota Muñoz
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A pesar de que nunca pasarán del centenar, la Peña Ibérica será una auténtica cantera de la extrema derecha barcelonesa. De sus filas saldrán militantes y dirigentes de diferentes organizaciones ultras de los años treinta. Los reencontraremos a lo largo del texto.
EL FASCIO DE LAS RAMBLAS
Pero no solo es la Peña Ibérica la que endurece el tono; el lenguaje empleado por sus aliados del Comité de Acción Española no es menos belicoso. Pedro Vives, en un acto en febrero de 1931, afirma que «si un día, por desgracia, se viesen atacados los cimientos de la sociedad, que son la Religión y la Patria, no necesitarían ningún estimulante para que Acción Española descolgase sus armas para blandirlas libre de miras particulares y no pararse hasta ver restablecido el reinado de Cristo y sin mancha el estandarte español». En el mismo mitin Pompeyo Claret y René Llanas, que ahora es además vicesecretario de la Liga Social de Cristo Rey e imparte clases de historia en la Juventud Ciudadana Cultural, entidad ligada al reaccionario Centro de Defensa Social, se encargan de dar la visión histórica, mientras Guiamet apela a los jóvenes y escolares a adherirse a la organización y justifica «la organización militar de la juventud para defender la intangibilidad de la patria y poder titularse español, sin miedo a represalias». En marzo ya hablan de crear unas Escuadras de Acción Española. Vives afirma que «a España hay que servirla con el cerebro y con la fuerza».50
El Comité de Acción Española y la ensoñación de sus escuadras saltan a la luz pública con fuerza el 8 de abril. Ese día el diario madrileño El Liberal lleva a su portada una noticia con el título de «Fascio de las Ramblas». En ella se afirma que, en la Ciudad Condal, Acción Española estaría reclutando a militantes de organizaciones ultraderechistas para crear una milicia de 10.000 miembros que, uniformados con camisa negra y gorro legionario, estaría lista para desfilar por el paseo de Gracia a mediados de mes. Habla de libreños, upetistas, somatenistas, oficiales monárquicos e incluso de la Lliga. En días posteriores, otros medios añadirán al Grupo Alfonso, la Peña Ibérica y los Legionarios de Albiñana. La dirección técnica de la milicia estaría en manos de fascistas italianos. Agregan que financian la operación determinados grupos bancarios y que son dos generales los que organizan todo en reuniones secretas, con el visto bueno de algunas autoridades. El objetivo final sería organizar una marcha a Madrid como la de Mussolini a Roma. Incluso añaden que el Mussolini español será un civil, no ajeno a la dictadura.
El mismo día El Socialista se hace eco de la noticia, pero, con tono más realista, se pregunta «¿Será todo esto una fantasía o tendrá algún viso de realidad? Nosotros nos inclinamos más bien por lo primero». La Voz, también de Madrid, publicará un breve, «¡Qué risa señores! Conque camisas negras», donde se hará eco de la jocosidad que había provocado esta noticia, y finaliza: «La Peña Ibérica incubadora de este sueño fantástico pierde el tiempo. Y el que hemos empleado en este comentario es ya excesivo». Esta es la tónica con la que se recibe la noticia en Madrid y en Barcelona. Los principales diarios barceloneses no le dan ninguna credibilidad.
Pero en la prensa foránea continúa la campaña sensacionalista. El diario republicano valenciano El Pueblo publica en portada el día 11 una entrevista con un militar sobre el supuesto complot fascista. En ella se dan más datos. Se pretende crear varias legiones formadas por elementos de la extrema derecha local. Estarían organizadas en centurias con un capitán al frente. Los legionarios cobrarían 15 pesetas diarias y tienen la promesa de incorporarse a una milicia nacional si triunfan. Esperan reunir a 10.000 en Barcelona y luego trasladar el proyecto a otras regiones y organizar una gran marcha a Madrid.
También se desvela que los dos dirigentes de esta embrionaria milicia eran, en la parte civil, Pablo Bayle, al que conocemos como presidente de la Comisión de Estudios Económicos del Comité de Acción Española, y en la militar, el general Federico de Araoz, presidente del Casino Militar. El local de reclutamiento sería la sede mellista de la calle Boria y el nuevo partido se llamaría Legión Española. El apoyo económico lo recibirían del Banco de Tarrasa, Banca Arnús y Banca Arnús Garín. También habría ofrecido su apoyo la Federación Patronal de Barcelona. El Pueblo afirma que Bayle había hablado con el rey y con Martínez Anido en una reunión a la que asistió el general Barrera. En Italia confeccionaron los uniformes, por eso viajó Anido y por eso habían visitado Barcelona dos personalidades italianas. Además, citan como implicados a Cambó, el conde de Montseny, el barón de Viver, Albiñana y Ramón Sales.
Precisamente Ramon Sales echó más leña al fuego. Fue entrevistado ese mismo 11 de abril por La Razón, publicación cercana a los Sindicatos Libres. En ella afirmó que, como apolítico, el sindicato no tenía nada que ver con el Fascio del que se hablaba, pero que veía con simpatía una acción paramilitar anticomunista. Defendía que miembros del Libre participaran a título individual.51 Esto daba cierta credibilidad a la noticia.
Pero la prensa de Barcelona sigue sin tomárselo en serio. Las Noticias afirma que es todo fantasía, que se han hecho algunos movimientos, pero no hay dinero para tirar adelante. Quien sí le da cierta credibilidad es Solidaridad Obrera, que afirma el 12 de abril que ese día estaba prevista la salida a la calle de 400 legionarios armados. Incluso informa del recorrido que tienen previsto y de su objetivo, promover algaradas para justificar un estado de excepción ante el posible triunfo republicano. Ningún legionario salió a la calle ese día.
Seguramente, lo que había detrás de estas noticias sensacionalistas era el intento del Comité de Acción Española de hacer ruido, hablando de unas escuadras que nunca pasaron del plano teórico. Pero la noticia le pasó factura a alguno de sus protagonistas. Como hemos visto, algunas de las entidades señaladas en estos artículos acabaron saqueadas el 15 de abril y Federico de Araoz, el supuesto cabecilla militar del Fascio barcelonés, será señalado por la prensa tras la proclamación de la República. Publicará un desmentido el 17 de abril, en el que afirma que nada había dicho porque consideraba la noticia ridícula, pero finalmente se verá obligado a dimitir de su cargo en el Casino Militar.
LA EXTREMA DERECHA ANTE LAS ELECCIONES DE ABRIL DE 193152
La extrema derecha españolista no fue capaz de articular una única candidatura de cara a las elecciones municipales de abril de 1931. En Barcelona se presentaron candidaturas de esas características en diferentes distritos. Parece que hubo algún acuerdo tácito a la hora de repartírselos entre las distintas facciones ultras. En este contexto, algunos candidatos decidieron apostar fuerte por un perfil españolista como signo de identidad.
Hubo los que se presentaron como administrativos, como los antiguos upetistas Javier Girona y Jaime Maciá Panicello por el Distrito II. Hubo los que optaron por no camuflarse, como el mellista Pedro Vives y el maurista Alberto de Avilés, que se postularon por el Distrito IV como candidatura católico-monárquica con un programa dirigido «a todos los amantes del orden social, a todos los católicos, a los españolistas, y a los elementos sociales que simpaticen con el programa netamente derechista». Sus apoyos no eran menos reaccionarios. En su mitin de presentación, realizado en el Círculo Católico Tradicionalista, además de los candidatos, tomaron la palabra, para recordar los «siete años [de la Dictadura] que parecieron un sueño» y fustigar a reaparecidos viejos partidos, Pablo Sáenz de Barés, Pompeyo Claret, Llanas de Niubó y Emilio Guiamet.
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