La liturgia, casa de la ternura de Dios. José Rivera Ramírez

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La liturgia, casa de la ternura de Dios - José Rivera Ramírez

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a la santidad, a la plenitud de la vida divina en Cristo: «Este es mi Hijo muy amado, en quien me complazco. Escuchadle». La vida cristiana como complacencia en Cristo, como escucha del que es la única palabra que tiene el Padre.

      Certeza de la llamada a la santidad. Manifestaciones de esta llamada: seguridad, confianza… Esperanza de seguir. Criterios equivocados frente a esta llamada que todavía me funcionan: que es difícil; que solo llama a algunos; desconocimiento; la dificultad de mis pecados e infidelidades…

      7.- Cuaresma

      «Está cerca el reino de Dios; convertíos»: actitud continua de conversión ante Cristo, siempre presente.

      a) Bautismo: gracia de filiación divina, deificación, elevación al nivel sobrenatural. Si lo vivo de manera habitual, consciente y gozosa. Si lo valoro debidamente. Si lo agradezco como don inmerecido. Consecuencias de esta vida divina: en mi pensamiento, en mis deseos, en mis sentimientos, en mis actuaciones… a lo divino. Trabajo, como colaboración con la gracia para desarrollar todas las «virtualidades» del bautismo.

      b) Penitencia: vida divina rechazada por el pecado. La realidad de mi pecado; su gravedad en lo que tiene de específico. Importancia real que le doy (humildad, prudencia y medios que pongo para evitarlo…). Ofensa a Dios. Horror al pecado, mi ser de pecador. Necesidad de penitencia. Contrición.

      Deseo de purificación que el mismo Cristo me comunica: de mi pensamiento (errores, vanidades, pensamientos inútiles, criterios falsos…). De mi afecto (desarreglos respecto a personas o cosas…). De mis tendencias corporales (gustos, comodidades…).

      c) Oración: gracia de trato real con las personas divinas. Conciencia de relación personal. Frecuencia. Sentido de indignidad. Oración continua. Intercesión y petición: criterios; experiencia…

      d) Limosna: desprendimiento hasta de lo necesario. Tendencia a la pobreza efectiva. Capacidad de donación de sí mismo. Sentido de administración. Actitud de providencia.

      e) Ayuno: «Mi comida es hacer la voluntad del Padre». Qué cosas me «alimentan», me descansan. Negación del alimento natural, en todas sus formas, para acceder más fácilmente al gusto y deseo espiritual.

      f) Mortificación: criterios. Abundancia. Muerte continua al hombre viejo, carnal. Espíritu de sacrificio, de cruz, como tendencia de identificación con Cristo. Tendencia al conocimiento de Cristo que se manifiesta en la cruz. Realizaciones prácticas de una vida mortificada.

      8.- Jueves Santo

      a) Sacerdocio: conocimiento, aprecio, conciencia de presencia personal de Cristo, buen pastor. Actitudes que lo significan en mí.

      b) Caridad fraterna: presencia de Cristo en los demás, especialmente en los pobres, en los que sufren… Tendencia creciente a la caridad universal, total en cuanto a mi entrega, en cuanto a todos. Manifestaciones diversas de egoísmo…

      c) Eucaristía: presencia sacramental, real de Cristo mismo. Deseo, aprecio, valoración real (ver manifestaciones de ello), sentido de indignidad, adoración, comunión (con todos sus matices y efectos). Criterio de todo esto y su eficacia en mí.

      9.- Viernes Santo

      Tendencia a contemplar a Cristo crucificado.

      Sentido de cruz: amor a la cruz, a los padecimientos, a la humillación. Búsqueda gozosa. Deseo de compartir los padecimientos de Cristo, de completar lo que falta a su pasión.

      Intercesión, expiación, sentido del valor redentor del sufrimiento. Criterio y realizaciones prácticas.

      10.- Resurrección y tiempo pascual

      Gozo sin más de la glorificación de Cristo, de que viva glorioso en el cielo, de su triunfo definitivo, eterno.

      Conciencia de que vive siempre para interceder en nuestro favor, de que nuestra fe tiene sentido a partir de su resurrección.

      Deseo del cielo de vivir los bienes eternos, gozándome en Cristo mismo. Deseo de estar con nuestra cabeza, de participar plenamente de su gloria.

      Cristo resucitado nos hace testigos de su resurrección: testimonio. Apostolado. Celo apostólico…

      11.- Pentecostés

      Madurez cristiana: relación personal, consciente y amorosa con el Espíritu Santo. Principio vital de todos los actos del cristiano. Espíritu de adopción: «Los que se dejan mover por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios». Docilidad a sus impulsos.

      Apertura al don del Espíritu Santo, como fruto de la muerte y resurrección de Cristo. Incluso como fruto de todo el año litúrgico. Apertura continua porque es el verdadero don.

      El misterio de la Iglesia: fruto del amor fecundo de Cristo y animada por el Espíritu Santo. Visión de fe: jerarquía, distintos miembros. Conocimiento y amor a la Iglesia y deseo de que sea conocida y amada por todos, como signo de salvación. Esposa de Cristo; cuerpo místico que anima el Espíritu Santo. Los cristianos como miembros de este cuerpo, en cuanto que son uno con Cristo y templos del Espíritu Santo.

      12.- Tiempo ordinario

      «El Espíritu Santo os lo recordará todo». Atención al Espíritu Santo en la liturgia. Escucha continua a Cristo. Maduración consciente y creciente en los distintos misterios y actitudes que se me van proponiendo. Conciencia de crecimiento, de maduración, de plenitud y totalidad, de acabamiento.

      Permanencia y crecimiento en las distintas virtudes que se me ofrecen en cada tiempo y que crecen y se perfeccionan ahora.

      Examinar en concreto los misterios que miran al fin: cielo, infierno, purgatorio, juicio, pecado, condenación… Su repercusión real en toda mi vida, como estímulo, como fuerza de relativización de todo lo de acá.

      13.- Fiestas de María

      Conocimiento de la presencia de María en el misterio de Cristo y de la Iglesia según el plan de Dios. Su aplicación a mi vida. Atención a la presencia de María en la liturgia.

      Relación con ella: conciencia de su maternidad, de su intercesión continua. Actitud verdaderamente filial. Complacencia y confianza, seguridad y abandono. Devoción: manifestaciones. Crecimiento en esta relación filial, tal como Dios me la ofrece en la Iglesia y en la liturgia.

      14.- Fiestas de los santos

      Conciencia de la realidad de los santos y de nuestra comunión con ellos. Conciencia de su presencia, intercesión y ejemplo que la Iglesia me ofrece. Testigos privilegiados de Cristo, de su bondad, de sus perfecciones, de su gloria, de su riqueza insondable. Testigos de la potencia de la gracia.

      Relación real con ellos: acudir a su intercesión. Edificación con su ejemplo. Vivencia del misterio de la comunión de los santos que es vivencia creciente del conocimiento, de la relación, del dejarme hacer, de la caridad, del perfeccionamiento de los santos sobre mí y sobre toda la Iglesia.

      (Notas para la reflexión)

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