La sociedad de castas. Agustín Pániker Vilaplana

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La sociedad de castas - Agustín Pániker Vilaplana Ensayo

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región, etcétera. El Estado indio opera sobre individuos lo mismo que sobre comunidades. Si en cuestiones de derecho criminal sólo se reconoce a los individuos, en el derecho civil el Estado admite como sujetos legales a las comunidades. Como señala el politólogo keralita Thomas Pantham, sólo un Estado democrático, federal y “secular” podía contener y ser sostenido por una nación compuesta tan rica.33

      La casta etnicizada

      El antropólogo neoevolucionista Marvin Harris mantenía que las castas «se asemejan mucho a las minorías culturales, étnicas y raciales de otras sociedades».34 Una casta, lo vimos, no es muy distinta de un grupo étnico.

      A nivel popular, se imagina que cada casta está constituida por substancias físicas diferentes [véase La casta adherida al cuerpo]. La práctica de la endogamia refuerza la idea. Se cree que si la madre y el padre no comparten la misma “substancia” (corporal o sanguínea) se va “contra natura” (adharma), y niños con malformaciones o raras enfermedades podrían nacer. Las parejas sin hijos que acuden a los bancos de esperma de la India no cesan de exigir que se clasifique a los donantes por castas (aún sabiendo que los donantes han de permanecer por ley en el anonimato). Una mujer de casta bhūmihār decía que no le preocupaba la altura, los rasgos físicos, ni siquiera el cociente de inteligencia del padre, pero que su marido «pensaba que si el donante de esperma era de una casta diferente, el bebé no tendría los genes correctos».35 Esta noción tiene una larga historia en la India. Pandurang V. Kane sacó a relucir la Sūta-saṃhitā, un tratado medieval, donde expresamente se dice que «un hombre pertenece a una casta por nacimiento y ninguna acción en esta vida puede alterar este hecho, ya que las diferentes castas son como especies animales y cada casta se adhiere al cuerpo y no al espíritu».36 La corporalidad de la casta luego se apelmaza por marcadores étnicos como la vestimenta, la lengua, la religión o la dieta.

      También André Béteille tiene al sistema de castas como un tipo particular de diferenciación étnica, no muy desemejante de la que encontramos en Estados Unidos.37 La gran diferencia estriba en que en India los grupos están integrados en un orden jerárquico, y en el mundo anglosajón el concepto de etnicidad todavía está muy impregnado de la noción de “raza”. Pero igual que en los Estados Unidos, las castas etnicizadas de la India desempeñan un rol político –como veremos al final del libro– parecido al de los grupos étnicos en Norteamérica. Para Gopa Sabharwal, que realizó su estudio de campo en la zona fronteriza entre Karnataka y Maharashtra, castas como los brāhmaṇs, los kṣatriyas, los bunts, los marāṭhas, los mahārs y los chambhārs, grupos regionales como los māṛvāṛīs, o grupos religiosos como los jainistas, los sikhs, los liṅgāyats, los parsis, los ismaelitas o los khojas, pueden concebirse como grupos étnicos.38

      Conceptualmente, la idea de considerar las castas indias como quasi grupos étnicos tiene el valor de desexotizar la cuestión. Si uno mira a su alrededor en una ciudad cosmopolita como Singapur, París o Chicago, se percatará de la cantidad de personas de diferentes orígenes, costumbres, vestimentas, dietas, lenguas o religiones. Aunque las ciudades indias aparentan mayor homogeneidad, en realidad poseen tanta diversidad cultural, lingüística o étnica como las más cosmopolitas urbes del planeta. Y en este aspecto, la casta –aunque no sólo ella– ejerce un papel esencial.

      Quizá fuera esta relevancia de los marcadores culturales la que alentó a los británicos a entender y clasificar a los indios según su “casta” o “tribu”, y no por su localidad. (Porque está claro que un barbero panyabí comparte más rasgos con otros panyabíes de diferente casta y religión que con un barbero tamil.) Al escoger la “casta” como marcador sobresaliente, la mirada colonial le otorgó una relevancia aún más importante de la que ya poseía. Lo comprobaremos [véase capítulo 20].

      FRONTERAS FLUIDAS

      El que cada casta represente un microcosmos en toda regla no ha de hacernos pensar que la sociedad india está compuesta por moléculas impenetrables que se repelen las unas a las otras. La frontera de casta es menos rígida de lo que aparenta.

      La práctica de la hipergamia lo delata. Rājputs, marāṭhas, nāyars, kāyasthas, paṭṭīdārs…, todas castas muy extendidas y poderosas, se saltan las reglas de estricta isogamia, por lo que se abren permanentemente a otras castas. Estas macrocastas no forman una comunidad homogénea; continuamente se ven infiltradas por “abajo”. Además, las divisiones de clase, hoy mucho más acentuadas que antaño, favorecen la movilidad y la flexibilidad. Es importante seguir una recomendación de Chris Fuller y «distinguir entre la rígida estructura y los patrones de comportamiento menos rígidos que pueden existir dentro de esa estructura»;39 es decir, la teoría de la práctica. De ahí que a lo largo de los siglos la sociedad ha ido moviéndose y transformándose a la vez que aparentaba un inmovilismo estricto.

      Algunos casos ilustrativos de esta indefinición y fluidez los proporcionan castas “compuestas” de forma un tanto sorprendente.

      Una de las principales castas de la India occidental es la koḷī. El término puede ser incluso derogatorio, ya que los británicos la incluyeron en su infame lista de “castas criminales”. En zonas rurales de Gujarat o Maharashtra, los koḷīs retienen ese estigma y se les considera muy dados a la “quema-de-novia”, por ejemplo, cuando las dotes no han sido las que se esperaban. En otras zonas tienen la reputación de ladrones. En contraste, en la misma región, el término paṭel es sinónimo de poder político y económico. El cabeza del pueblo suele ser designado paṭel. De modo que el título ha sido asimilado por la poderosa casta paṭṭīdār, la principal casta terrateniente de Gujarat. Lo interesante es que así como hoy tenemos la denominación paṭṭīdār-paṭel, también tenemos la koḷī-paṭel. Esta designación, aparentemente contra natura, ilustra a la vez una estrategia de alianzas matrimoniales hipergámica y la relatividad del estatus, que siempre es local y depende de múltiples factores.

      Como veremos, incluso quienes parecen respetar escrupulosamente la práctica de la endogamia pueden acabar saltándose las fronteras religiosas. Khatrīs hindúes y khatrīs sikhs no tienen inconveniente en desposarse, aun perteneciendo a “religiones” distintas, lo mismo que śrīmālīs hindúes y śrīmālīs jainas. (Como veremos, muchas castas comerciantes poseen secciones que profesan diversas religiones.) Aunque el sikh, el hindú o el jaina no reniegan de su identidad religiosa, como casta las cosas pueden ser diferentes.

      La historia de los mēos, un grupo islámico de Mewat (Rajasthan), ofrece un cuadro fascinante de una comunidad que en el siglo XVIII podía ser considerada śūdra por los funcionarios del reino, pero que reclamaba para sí estatus de kṣatriya; y las castas que vivían bajo su jurisdicción (brāhmaṇs incluidos) así la consideraban,40 sin dejar nunca de ser musulmana.

      La India está repleta de estas comunidades fronterizas y liminales. Aún en el censo de 1911 cientos de miles de indios se declararon “hindúes musulmanes”41 o “hindúes cristianos”, para la sorpresa de los agentes censales. Hoy, la comunidad religiosa bīśnoi de Rajasthan (conocida por su dedicación a la no-violencia) es considerada “hindú”, pero todavía en el censo de 1891 fue clasificada como “musulmana”. Y eso que Jambeśvara, fundador del grupo religioso, declaraba –al estilo de Kabīr o Gurū Nānak– que él no era ni hindú ni musulmán. Los musulmanes del Punjab indio continúan venerándolo hasta nuestros días.42

      CASTA, JĀTI Y SUBCASTA

      En suma, la casta es una unidad bastante homogénea con un fuerte sentido de “comunidad”, “etnia”, “clan” y hasta de “familia”, pero con fisuras y

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