La vida es una danza. Antonina Canal

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La vida es una danza - Antonina Canal

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proveniente de India), «Prem» significa amor supremo, amor a ti mismo, al universo, a absolutamente todo, para mí es la fuerza y energía más poderosa que existe, el origen y el fin de todo. Por su parte, «Shakti» es el principio creativo del Universo, su fuerza femenina y receptiva.

      Desde que entramos al año 2000, tal como lo menciono en mi libro El Despertar de la diosa, la polaridad al hemisferio derecho del cerebro cambió, lo ying: lo femenino, amoroso, el poder creativo, la fuerza amorosa, el perdón y la gratitud que vienen a transformar, sanar y armonizar todo. Con absoluto amor, inspiración y compromiso creé este sistema como una síntesis de mi búsqueda personal, estudios y vivencias en Oriente y allí encontré las respuestas a mi misión de vida y la unión e integración de mi recorrido como artista plástica, escritora, bailarina y sanadora. Paralelamente a mi trabajo de formación como bailarina me formé como terapeuta de Aura-soma (sanación a través de los colores), una síntesis de un conocimiento muy antiguo que reúne cábala, numerología, arquetipos y tarot, en el London School of Therapeutics. También estudie Chamanismo en Chile, renacer y cristales.

       Realizamos el «primer diplomado de Danza terapia» con el Ministerio de Cultura en el área de «Poblaciones» para la mujeres desmovilizadas de Santa Marta, en un ejercicio maravilloso de sanación a través de la danza oriental donde las mujeres cambiaron los fusiles por cinturones de monedas y bailaron en la Quinta de San Pedro, morada del libertador Simón Bolívar.

      Acababa de llegar de India y Egipto, no tenía idea si iba resultar una academia de danza árabe e hindú en Bogotá, pero este era el llamado de mi corazón y el camino de mi alma. Recuerdo que me dieron el peor horario en el gimnasio Marathon porque el resto estaba lleno y era el boom del fitness. Empecé dictando clases los sábados a la una de la tarde. y a los tres meses llegué a tener 120 personas en clase. Todos los medios de comunicación estaban asombrados por el fenómeno, estuvimos entre lo mejor del año 2000 por la revista Aló de la Casa Editorial El Tiempo y fui portada del disco Lo mejor de la música de Oriente con Emi Music, en donde aparecía la famosa canción Rama Yah de Rachid Taha, el cantante argelino que fue éxito en todo el mundo.

      Sin embargo, fue a través del sistema Prem Shakti que logré la integración de lo que había estudiado y aprendido, la sabiduría ancestral de Egipto e India, a través de la expresión de la danza en el templo del cuerpo físico. Incorporar en todos los planos: físico, emocional, mental, espiritual, etéreo; el equilibrio de los dos hemisferios del cerebro: lo racional, lineal, riguroso que se aprende a través de la excelencia técnica, la disciplina y academia (hemisferio izquierdo) y la parte creativa, artística, sanadora, sutil, sensorial, sensual, receptiva (hemisferio derecho). Así empezó a crecer la academia y el sistema Prem Shakti como el arte de la excelencia técnica de la danza oriental, la sanación, celebración y empoderamiento del espíritu femenino a través de las danzas de Oriente: árabe, hindú y fusión.

      Hoy en día, son 22 años de trabajo, más de 2000 alumnas, 190 profesoras certificadas en el sistema, 400 espectáculos en los teatros más importantes del país como el Teatro Colón, Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, Teatro Roberto Arias Pérez Colsubsidio, Teatro Jorge Eliécer Gaitán, Teatro Nacional en Bogotá, y Teatro Pedro de Heredia, en Cartagena. Hemos hecho giras nacionales en todo Colombia con diferentes empresas privadas y públicas, hemos ganado cinco veces medalla de oro en el «Mundial de Danza Árabe del Cairo», en Egipto, como mejor grupo de danza folclore árabe, oriental y fusión. Además de estas producciones y espectáculos de gran envergadura, se ha realizado un profundo trabajo terapéutico que ha cambiado la vida de miles de mujeres.

      Realizamos el «Primer Diplomado de Danza Terapia» con el Ministerio de Cultura en el área de Poblaciones para la mujeres desmovilizadas de Santa Marta, en un ejercicio maravilloso de sanación a través de la danza oriental donde las mujeres cambiaron los fusiles por cinturones de monedas y bailaron en la Quinta de San Pedro, morada del libertador Simón Bolívar.

      Para mí, la danza oriental, así como la practicaban las antiguas sacerdotisas en Egipto y las Devadassys en India, es un camino sagrado de evolución e iluminación, donde es muy importante estudiar su técnica, pero sobre todo, es un regalo sagrado que nos han heredado estas.

      Cuando el cuerpo baila, el corazón brilla… y esto es inevitable, pues en el baile se disuelven los bloqueos o problemas, todo se vuelve fluidez, se silencian el ruido de la mente y sus limitaciones, y se crea una conexión con el aquí y el ahora en el que se producen silencios perfectos donde suena la música del Universo. Esta magia produce un estado único, poderoso, atemporal, indescriptible en palabras, porque entramos en la memoria celular y desbaratamos incluso patrones antiguos de nuestro linaje y ADN, activamos nuestra verdadera esencia sin velos y la expresamos de la manera más pura.

      Seguramente cuando éramos niñas nos encantaba bailar, disfrazarnos, adornarnos, queríamos ser princesas o hadas y vivíamos en un mundo mágico… es una lástima que pasen los años y nos llenemos de capas de pensamientos limitantes y rigidez, creyéndonos el discurso de «ya no tengo el cuerpo ni la edad», «me encantaría, pero eso ya no es para mí», «no tengo tiempo», etc. Perdemos la conexión con esa magia, esa inocencia, esa posibilidad de jugar, bailar, divertirnos, expresar nuestro cuerpo y corazón sin tiempo ni rótulos.

      En mis veintidós años de trabajo como maestra de danza oriental he escuchado muchas historias y vivido miles de experiencias, pero recuerdo en particular una alumna joven muy entusiasmada en estudiar en mi academia que un día me dijo: «Me encantaría estudiar contigo, pero mis padres no me apoyan, dicen que la danza y el arte son una estupidez y perdedera de tiempo. Que esa no es una carrera seria, ni da dinero, que tengo que estudiar algo que sí valga la pena». Al cabo de unos meses, esta joven cayó en una depresión profunda, no quiso volver a comer, tuvo anorexia y quistes en lo ovarios. Su madre me buscó para apoyarla e iniciamos un trabajo terapéutico de sanación a través de la danza. Le expliqué a su padre que los quistes en lo ovarios significan represión de la creatividad y bloqueos en los sueños y deseos más profundos, que la falta de ganas de comer era desinterés por la vida y que si seguía así podría incluso morir. Como padres, nuestra misión es acompañar el proceso de nuestros hijos, dar apoyo a su misión y permitirles realizar su destino, no cortar sus alas porque esto se somatiza inmediatamente en enfermedad física y emocional. Al año de trabajo en la Academia, la joven recuperó su peso, disolvió los quistes en sus ovarios y se llenó de ganas de vivir. Hoy en día, es una de mis alumnas más avanzadas, incluso sus padres la apoyaron para hacer doble programa de formación académica: en danzas de oriente y danza conciencia, el cual fue uno de los logros que tuvimos este año con resolución del Ministerio de Educación.

      Bailar es medicina, porque cuando bailamos el corazón se abre, pasamos de «pensar tanto, a sentir más» se libera el miedo, se disuelven la tensión, la rigidez y la limitación, generando una conexión sagrada en donde entramos en estado de éxtasis y ocurre la magia, vivimos el momento presente perfecto y podemos expresar nuestra esencia al Universo sin importar edad, talla, profesión o camino de vida.

      Agradezco infinitamente a mis maestros, mentores, a mi familia y guías que me han apoyado y mostrado el camino, y en especial a mis amadas alumnas que me enseñan cada día, permitiéndome florecer y expandir este arte milenario por el Universo con gracia, belleza y magia, llenando la vida de luz.

      Este libro es una extensión de mi corazón, espero que lo disfruten, la vida es una danza y una preciosa oportunidad de evolución. inline

      Los amo,

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      Ángela Beltrán

       Coordinadora Plan Nacional de DanzaMinisterio de Cultura

      Antonina

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