Cuentos completos. Эдгар Аллан По

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Cuentos completos - Эдгар Аллан По страница 2

Cuentos completos - Эдгар Аллан По Colección Oro

Скачать книгу

ya sin titubeos:

      “Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón imploro,

      mas el caso es que, adormilado

      cuando vinisteis a tocar quedamente,

      tan quedo vinisteis a llamar,

      a llamar a la puerta de mi cuarto,

      que apenas pude creer que os oía.”

      Y entonces abrí de par en par la puerta:

      Oscuridad, y nada más.

      Escrutando hondo en aquella negrura

      permanecí largo rato, atónito, temeroso,

      dudando, soñando sueños que ningún mortal

      se haya atrevido jamás a soñar.

      Mas en el silencio insondable la quietud callaba,

      y la única palabra ahí proferida

      era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”

      Lo pronuncié en un susurro, y el eco

      lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”

      Apenas esto fue, y nada más.

      Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,

      toda mi alma abrasándose dentro de mí,

      no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.

      “Ciertamente —me dije—, ciertamente

      algo sucede en la reja de mi ventana.

      Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,

      y así penetrar pueda en el misterio.

      Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,

      y así penetrar pueda en el misterio.”

      ¡Es el viento, y nada más!

      De un golpe abrí la puerta,

      y con suave batir de alas, entró

      un majestuoso cuervo

      de los santos días idos.

      Sin asomos de reverencia,

      ni un instante quedo;

      y con aires de gran señor o de gran dama

      fue a posarse en el busto de Palas,

      sobre el dintel de mi puerta.

      Posado, inmóvil, y nada más.

      Entonces, este pájaro de ébano

      transformó mis tristes fantasías en una sonrisa

      con el grave y severo decoro

      del aspecto de que se revestía.

      “Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—.

      no serás un cobarde,

      horrible cuervo vetusto y amenazador.

      Evadido de la ribera nocturna.

      ¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”

      Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

      Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado

      pudiera hablar tan claramente;

      aunque poco significaba su respuesta.

      Poco pertinente era. Pues no podemos

      sino concordar en que ningún ser humano

      ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro

      posado sobre el dintel de su puerta,

      pájaro o bestia, posado en el busto esculpido

      de Palas en el dintel de su puerta

      con semejante nombre: “Nunca más.”

      Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.

      las palabras pronunció, como esparciendo

      su alma solo en esas palabras.

      Nada más dijo entonces;

      no movió ni una pluma.

      Y entonces yo me dije, apenas murmurando:

      “Otros amigos se han ido antes;

      mañana él también me dejará,

      como me abandonaron mis esperanzas.”

      Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”

      Sobrecogido al romper el silencio

      tan idóneas palabras,

      “sin duda —pensé—, sin duda lo que dice

      es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido

      de un amo infortunado a quien desastre impío

      persiguió, acosó sin dar tregua

      hasta que su cantinela solo tuvo un sentido,

      hasta que las endechas de su esperanza

      llevaron solo esa carga melancólica

      de “Nunca, nunca más.”

      Mas el Cuervo arrancó todavía

      de mis tristes fantasías una sonrisa;

      acerqué un mullido asiento

      frente al pájaro, el busto y la puerta;

      y entonces, hundiéndome en el terciopelo,

      empecé a enlazar una fantasía con otra,

      pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,

      lo que este torvo, desgarbado, hórrido,

      flaco y ominoso pájaro de antaño

      quería decir graznando: “Nunca más,”

      En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,

      frente al ave cuyos ojos,

Скачать книгу