El misterio del tatuaje flotante. MJ Villamancebo
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Comenzó a pegar las fotos en la pared que quedaba a la izquierda de la puerta, quedando la mano derecha en el centro de aquel extraño mosaico.
El resto del equipo, comenzó a ayudarla, mientras Irma terminaba de escanearlas, y Abigail ponía al día a Raúl.
Mientras el trabajo comenzaba en el laboratorio, el Comandante intentaba ordenar sus ideas, cosa que no era fácil, después de todo lo ocurrido.
-Comandante, -le llamo alguien a sus espaldas.- ¿Te encuentras bien?- dijo el Teniente Ansuez.
-Sí, no te preocupes.- Le contesto Amat.
Capítulo III
Confesión de secretos
-Sr., ya tiene el despacho más cercano al laboratorio listo.- Dijo un soldado.-Se lo habían asignado a la Dra. Alcalá.-
-Vale,... ¿dónde están las cosas de ella?- Pregunto el Comandante
-En otro despacho, en el despacho asignado a la Dra. Alcalá de la Alameda, al final del pasillo.-Contesto el soldado.
-Bien, ¿Se lo han comunicado ya? -Pregunto el Comandante.
-No, Sr. ¿Lo hacemos? -Pregunto el soldado.
-No, no. Dígale que quiero hablar con ella en su despacho. A solas. -Ordeno el Comandante.
-Sí Señor- Dijo el soldado y se fue.
-Deberías contarle toda la verdad, por lo menos a ella. Su equipo confía en ella, y tú deberías hacerlo también, para tener toda la información- Dijo el Teniente Ansuez, que caminaba al lado de su amigo Amat, en dirección al despacho.
-Teodoro, ella..., la Dra. Alcalá..., ella está relacionada con la caja, como yo.- Dijo el Comandante Amat.
-¿Qué dices?- Pregunto alarmado el Teniente Ansuez.
-Cuando la he mirado a los ojos..., esos ojos..., había algo en ellos. Es extraño, lo se ... pero que hay normal en mi vida desde..., desde aquello... -Dijo el Comandante sintiendo un gran peso sobre él. Respiro hondo y continuo diciendo -Este es mi nuevo despacho, ¿Dónde está tu despacho?-
-Esta al lado de este- Respondió Ansuez, y en el tono de voz, se le notaba la gran preocupación que sentía por su amigo, un amigo que era casi como un hijo para él. -Tú no puedes separarte más de 200 metros de esa cosa, y yo no me separare de ti más de 10. -Continuo Ansuez.
-¿Cómo?- Pregunto Zoe, que había escuchado estas últimas palabras. Y continúo hablando. -Le exijo que me cuente que pasa aquí, que es esa caja, quien es ese hombre de las fotos , y que...-
-Por favor, tranquilícese- dijo Ansuez.
-Pase, por favor..., y le contaré todo lo que necesite saber- Dijo Amat, abriendo totalmente la puerta del despacho.
Zoe entro, y ni se dio cuenta que habían sacado sus cosas, bueno, apenas llevaba unas horas en ese despacho. Solo tenía unas cajas llenas de libros y un portátil.
-Por favor, siéntese- dijo amablemente el Comandante Amat a la Dra. Zoe Alcalá, señalando un sofá que había al lado de la puerta.
-Yo me voy- Dijo el Teniente Ansuez, mientras salía de la habitación.
Cuando Zoe tomo asiento, el Comandante se dirigió hacia la ventana, y mirando hacia afuera comenzó a relatar "su historia". -Dra. Alcalá, lo que le voy a contar, es alto secreto, además de personal, y me gustaría que no lo comentará con el resto del equipo.- Se giró y se sentó al otro lado del sofá, y continuó -Considero, como Dr. en Arqueología que soy también, como usted, cuanto más datos tenga, más fiable será el resultado.-
-No se preocupe- dijo Zoe- Les daré solo los datos imprescindibles.-
-Entonces, le ruego, que no me interrumpa, y que me haga las preguntas al final- Dijo esto último mirándola a la cara, evitando mirarla a los ojos, cosa que era difícil, porque Zoe, era una chica muy guapa, con los ojos grandes y verdes.
El Comandante Amat, se levantó y se giró de nuevo, y mirando por la ventana comenzó su relato.
-El 3 de septiembre, viaje a la isla del Hierro, al pueblo de "La Restinga".
Tengo que reconocer que es una zona preciosa.- Se giró y se sentó, de nuevo en el sofá. Se le notaba que estaba muy nervioso. -Yo estaba de vacaciones, ...el Teniente Ansuez, viajo conmigo.
Yo iba a ver... a mi esposa- dijo esto con dolor,... y continuo hablando -Y Ansuez a unos amigos.
Mi esposa, Lucía, trabajaba como arqueóloga submarina en aquella zona y por eso fui a verla.- Y se levantó otra vez del sofá, y se fue a la ventana.
Era obvio que estaba muy nervioso, y que no era nada fácil para él, contar aquella historia.
-Esa noche, la primera noche que pasamos alli, el teniente se fue al pueblo, con sus amigos, y yo me quede en el campamento provisional que el equipo de mi esposa tenía a unos 5 kilómetros del pueblo, hacia el este.
Esa noche, cuando estábamos a solas, Lucía me enseño una pulsera... Esta pulsera- dijo mientras se remangaba y le enseñaba el tatuaje que ella ya había visto en la foto.
-¿Eres tú?- Dijo Zoe en un suspiro, casi sin aliento.
-No toques, por favor -Dijo el, retirándose rápidamente, con miedo a que le tocara y se coloco de nuevo al lado de la ventana. -De momento, el único que ha podido tocarlos, sin desintegrarse, ha sido Ansuez, perdón, el Dr. Ansuez.-
-Por favor, continua, porque... eso es un tatuaje, no es una pulsera -dijo Zoe, mientras su cabeza analizaba todo a toda velocidad.
-No son tatuajes. -Dijo contundente el Comandante Amat. -Es mi piel, que se ha pigmentado así, en esas zonas.
Medicamente, soy medio indoeuropeo y medio africano, según la zona en la que se tomen las muestras.-
La cara de Zoe parecía un poema, no daba crédito a lo que estaba oyendo y lo que estaba viendo.
Amat, se dio cuenta, y continúo hablando. -El caso, es que cuando Lucía me dio la pulsera, solo la toque... -paro de hablar y con tono cabreado, dijo -Ella la tuvo varios días, y no pasó nada, nada. La examinaron ella y sus compañeros, y pensaron que la habría perdido un turista en verano y por eso decidió regalármela... La toco todo el mundo,... - y su voz paso del cabreo a la desesperación, y casi llorando se derrumbó en el sofá.
Su voz apenas era un sollozo. -No recuerdo haberla