El misterio del tatuaje flotante. MJ Villamancebo
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Zoe veía los cambios de sentimientos, alegría, dolor, pena, incomprensión, impotencia... y como intentaba controlarlos... Estaba tan atractivo.
-Todo se volvió negro...-Continuo el Comandante, sacando de sus pensamientos a Zoe. -Después de varias horas, me desperté... solo, en medio de un agujero, sobre una caja, que no se todavía de que material es, y a unos 100 metros de mí, en redondo, el ejército.
Recuerdo que me levante, y alguien, con un altavoz, me pregunto, que como me encontraba.
Levante el pulgar en señal de bien, aturdido y desorientado, pero físicamente bien.
Me levante y fui hacia donde me habían hablado,... y un enorme zumbido surgió detrás de mí.
La caja estaba vibrando.
Cuanto más me alejaba, más fuerte era el zumbido.
Temí que explotara, y me volví a sentar sobre ella,... y ceso el zumbido.
Estuve allí, solo, 72 horas, sin agua, ni comida.
Nadie podía pasar, porque se desintegraba en un instante.
Mucha gente intento ir a ver si estaba vivo, y desaparecieron... como si fueran polvo.
"Los tatuajes", los llamaremos así, ya habían aparecido.
A las 72 horas, estaba tumbado sobre ella, mirando el cielo azul, y comenzó a vibrar, y con un golpe seco, paro.
Desde el otro lado, todos me preguntaban qué pasaba. Yo no tenía ni idea.
Entonces,... un Ibi, un pájaro, se posó sobre la caja a mi lado,... busco mi mano, y luego miro hacia la orilla.
Le..., le pregunte al animal, si me podía ir... Y asintió con la cabeza.-
-¿Cómo?- Pregunto incrédula Zoe.
-Lo sé. Es de locos.
He investigado un poco. El Ibi es el animal con que los egipcios representaban a...-
-Thoth- Termino la frase Zoe.
-Si- dijo el, y tras un momento continuo con su relato. -Salí de allí, y los militares que intentaban tocarme los tatuajes,...pufff...polvo.
El Teniente Ansuez, él, es médico militar, es el único, que, por razones desconocidas, puede tocarme.-
-La caja y tú sois un peligro- Dijo Zoe, en un tono tan calmado, que al Comandante se le heló la sangre, hasta que comenzó a notar como la cara de Zoe, se ponía roja de ira.
Mientras, Zoe se levantaba del sofá y le decía en un tono cada vez más alto.
-¿y la habéis traído a una zona urbana? Y además una zona turística, ¿ESTÁIS LOCOS?-
-Tranquila -se apresuró el Comandante Amat en tratar de calmarla -Yo solo soy peligroso si me tocan la piel de los tatuajes. El resto no hay peligro.-
-¿Y TE PARECE POCO? -Grito Zoe -¿Y LA CAJA? NO SABÉIS NADA SOBRE ELLA.-
-Un poco si se. - Dijo el Comandante, avergonzado- No me puedo separar de ella más de 200 m. A 100 metros comienza a vibrar, a 150 metros levita y a 200 m alcanza una altura de 2 metros y realiza un sonido muy desagradable. No he probado más, por miedo.-
-¿QUE ES ESO? -Grito Zoe, que no sabia si salir corriendo o coger al guapo militar del cuello y ahogarlo.
El Comandante agacho la cabeza, avergonzado, se giró hacia la ventana, y mirando a través de esta, le dijo a Zoe, con voz totalmente militar. -Ese es su trabajo, Dra. Averígüelo antes de que destroce más vidas-.
En ese instante, Zoe se sintió culpable.
La ira que hace unos momentos había sentido, se había transformado en culpabilidad.
Él le acababa de confiar una parte muy importante de su vida. Le había contado que había muerto su esposa... y ella... ella se había dejado arrastrar por el pánico.
Y aunque las últimas palabras del Comandante habían sido en todo militar, ella había notado el dolor en sus palabras. La pena, de haber confiado en ella, y ella no haber sabido responder a su confianza.
-Lo siento. -Dijo Zoe, con un tono más calmado, y culpable. -Pero me acaba de contar que no hay aviso, simplemente se desintegra la gente.-
Hubo un silencio incómodo.
-¿Su esposa?- Susurro Zoe.
-Ni rastro..., como el resto de su equipo. Unas 50 personas, entre geólogos, arqueólogos, topo-grafos,...amigos.-
-Por Dios..., ¿quién inventaría algo así? -Pregunto Zoe, mientras se desplomaba en el sofá.
-Esa es su asignatura pendiente, Dra. Alcalá -Le contesto Amat, con un poco mas de confianza en ella.
-Haré lo que este en mi mano- respondió ella, poniéndose de nuevo en pie.
-Otra cosa, Dra. Le ruego, que no comparta lo que le acabo de contar, con sus compañeros. -Rogó Amat
-Ellos tienen derecho...- Respondió ella.
-A seguir con vida. -Dijo el, secamente. -Cuénteles solo lo justo para mantener la seguridad de todos,... pero evite entrar en el cómo y el donde se encontró. -Esto último, lo dijo mirándola directamente a los ojos.
Ella asistió con la cabeza, sin dejar de mirar aquellos ojazos marrones. Se giró y se dirigió a la puerta.
-Dra. Alcalá. -la llamo el. -El Ejército está preparando un recinto especial. Tardaremos un tiempo todavía.-
-Está bien -Dijo ella mientras salía,... pero... de repente, se paro y entro de nuevo.
Cerró la puerta, cosa que descoloco totalmente al Comandante.
-¿Ocurre algo Dra.?-
-Por favor, llámeme Zoe, todo el mundo lo hace. Y sí, hay algo... algo que debería contarle. Por favor, siéntese.
La noche que le ocurrió esto... yo tuve un sueño... Creo que debería contárselo.
Fue la noche del 3 de Septiembre... como olvidarlo.
Capítulo IV
Sin