El misterio del tatuaje flotante. MJ Villamancebo

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El misterio del tatuaje flotante - MJ Villamancebo

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-Respondió Amat, mientras miraba asombrado, como habían pegado las fotos en la pared, y viéndose a sí mismo. -Sí, váyanse a casa, y mañana ya sabe cada uno que debe hacer. Descansen y mañana les espero listos para trabajar a las 8:00.-

      -Está bien -Dijo Katia, que se estaba acostumbrando al tono militar del Comandante, y casi no le afectaba ya.

      Uno a uno se fueron del laboratorio, mientras Zoe y el Comandante se quedaban allí, solos.

      -¿No come, tampoco? -Pregunto Zoe al Comandante cuando se quedaron solos.

      -Yo si como, de hecho, creo que por la ansiedad, más que antes. ¿Y usted? -Pregunto, al no entender el porqué de esa pregunta casi a la hora de cenar.

      -Comandante, por favor, no me trate de usted, es el único que lo hace -Evadió la pregunta Zoe.

      -Cuando usted, me trate como al resto de su equipo, yo la tratare como la trata, el resto de su equipo.

      -Le dijo mirándola directamente a los ojos, y agradeciendo que los hubieran dejado solos.

      Después de unos segundos transcurridos, donde los dos se miraron a los ojos, Zoe dijo -Esta bien, Ramiro. Supongo que te traerán la comida, o en este caso la cena, ya que te pilla un poco lejos la cantina, ¿Puedes pedirme algo a mí también?-

      -Sí, claro. Pero es tarde,¿No te vas? -pregunto él.

      -No -dijo mirándolo de nuevo a los ojos. -Tengo un preso, y no parare hasta que lo libere.-

      -Gracias -Dijo el con un tono muy dulce. -¿Y tu vida personal? ¿No te importa?-

      -Pelayo estará trabajando. -dijo ella si darle más importancia al tema.

       Capítulo VI

      Libertad

      Llevaban trabajando varias semanas en las investigaciones de los tatuajes del Comandante, cuando un mediodía, en la que se quedaron de nuevo a solas, y en la que, como otros tantos días, Zoe le había pedido al Comandante, que le trajeran la comida, cuando trajeran la suya, el Comandante fue un poco indiscreto.

      La atracción que sentía por Zoe, crecía cada día más. Solo podía contenerla diciéndose a si mismo, que no podía tocarla, por que si la tocaba, si intimaban físicamente, ella desaparecería.

      Por su parte, a Zoe le ocurría lo mismo.

      Era cariñosa, amable con él, más de lo que era con los demás. Muchas veces tenia ganas de abrazarlo, cuando se venia abajo, pero el no le daba la ocasión.

      A ella se le olvidaba el peligro de los tatuajes, pero a él no.

      El recuerdo de su esposa se perdía cada día mas en el olvido.

      Mientras Zoe estaba cerca, Lucia desaparecía.

      -Zoe, deberías comer algún día con tu novio.- Le dijo un día el Comandante.

      -Pelayo estará trabajando. -Dijo ella. No quería hablar de su novio.

      -Pero comes aquí todos los días, te vas tarde a casa. Algunas veces me siento como si te tuviera prisionera. -Dijo Amat.

      -El prisionero eres tu -Le contesto ella mirándolo a los ojos. -Ya te dije que tenía un preso, y que no pararía hasta que lo dejara en libertad.-

      -A este prisionero, no le importa serlo un día mas, con tal de verte feliz. -Dijo el, mirándola también a los ojos.

      Ambos notaron el tirón del uno hacia el otro. Ramiro no lo podía consentir, y dándose media vuelta, dijo. -¿El heredero trabaja demasiado, no?-

      Zoe, con voz cansada, le dijo -Por favor, Comandante, ya tengo bastante con Katia. Te ruego dejes mi vida personal fuera de nuestras conversaciones.

      Me imagino que sabrás todo de nosotros. De mi equipo y de mi, de nuestras familias, de nuestros amigos, todo.

      Pelayo y yo no estamos en nuestro mejor momento, desde que me nombraron jefa de equipo..., discutimos mucho, y preferiría no hablar de ello.-

      -Esta bien...¿el te espera sobre las 8:30 de la tarde? -Pregunto el Comandante.

      -Si, Ramiro, acabo de pedirte...- y este la interrumpió y siguió diciendo.

      -Yo que tú, hoy iría antes, exactamente una hora antes. -Dijo esto último mientras salia del laboratorio.

      -¿Que...?- dijo con sorpresa Zoe. -¿Que sabrá él, que no se yo? -pensó, mientras que decidía que ese día se iría a casa mucho antes.

      Eran las 19:30, una hora antes de la hora a la que solía llegar a su casa.

      Entro sin cuidado, normal, cuando se dio cuenta que había alguien.

      Se puso tensa y alerta, aunque llevaba en ese estado desde que hablo con el Comandante por ultima vez, antes de comer.

      Escucho risitas entremezcladas con palabras.

      Entonces se dio cuenta... Pelayo la engañaba y el Comandante lo sabia, y no había querido decírselo.

      Dejo su bolso donde tenia costumbre, y respiro hondo, y entro al dormitorio.

      -Buenas tardes, perdonad que os interrumpa. -Dijo tranquilamente y feliz.

      -ZOE -grito Pelayo -esto no es...-

      -Me da igual, que sea o que no. Te quiero fuera de mi piso mañana. -dijo Zoe con una tranquilidad que habría dejado helado a cualquiera que la hubiese oído.

      -Zoe, no seas impulsiva, tenemos que hablar -Suplico Pelayo

      -No, Pelayo. No tenemos nada de que hablar. Te quiero fuera mañana. Estoy cansada, tengo un montón de problemas por resolver y no quiero uno mas en mi lista.-

      -Yo me voy -Dijo tímidamente la chica con la que estaba Pelayo, mientras se liaba en una sábana.

      -MariSol -dijo con voz autoritaria Zoe. -Coje tus cosas y vístete correctamente en el baño, que los vecinos no te vean como la puta que eres.-

      -Si -dijo la chica muy asustada.

      -Tu -dijo en el mismo tono a Pelayo. -No me llames, no me busques, estoy trabajando para el ejercito, no me seria difícil hacerles ver que quieres robarme el trabajo.-

      Pelayo

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