El misterio del tatuaje flotante. MJ Villamancebo

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El misterio del tatuaje flotante - MJ Villamancebo

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      -Así me gusta, amigo. Ordenando. Ja, ja, ja... -Se rió el Comandante Amat mientras esperaba a Raúl con la puerta abierta.

      Paso la jornada laboral, y poco a poco se fueron los componentes del equipo, hasta que Zoe se quedo sola.

      Hacia horas que se había echo de noche, y no tenia ganas de ir a su casa, ni tampoco tenia ganas de ir a la de Katia.

      -Creo que esta noche me quedare en mi despacho. -Pensó. -Así le sacare algún provecho, por que lo tengo de biblioteca y de trastero.-

      Echo un vistazo al despacho, y era grande, y cuando quito varias cajas de libros del sofá, comprobó que este era realmente cómodo.

      -Si, definitivamente, esta noche me quedo aquí. -Se dijo cuando se tumbo en el sofá.

      Busco con la mirada, su bolsa con las cosas que había cogido de su armario la noche anterior, y la encontró detrás de su escritorio.

      Se levanto y fue hacia ella.

      La abrió encima de la silla del escritorio y saco una sábana grande y una manta fina.

      -Aquí no hace frío, creo que la manta me la dejare de cabecera. -Pensó mientras la doblaba para hacerse una cabecera.

      Ya que estaba alli, pensó que no le vendría mal organizar un poco aquel lío de cajas.

      Fue poniendo las cajas mas pesadas en un rincón, mientras que las mas livianas, la puso en una librería que había detrás de su escritorio.

      -¡Anda, están aquí! -Exclamo cuando vio una caja con sus cosas de escritorio. Las que a ella le gustaba tener sobre la mesa y en los cajones.

      Desde que llego, se había centrado en el trabajo, y había dejado para luego organizar su despacho. No esperaba recibir visitas, y las reuniones, o bien se hacían en el laboratorio, o en el despacho del Comandante.

      Cogió la caja, y la coloco sobre la mesa, sin darse cuenta de que había un recambio de tinta de bolígrafo, que exploto bajo la presión de la caja.

      -NO ME LO PUEDO CREER- Grito cuando se dio cuenta de lo que acababa de pasar.

      Llevaba todo el pantalón manchado de tinta, ademas de la mesa, la silla, etc.

      Al oír el grito, la señora encargada de la limpieza, que estaba limpiando el pasillo, y la había hablado con Zoe, antes de entrar a su despacho, llamo a la puerta.

      Zoe, al verla, le contó lo ocurrido, y le pidió ayuda.

      -Zoe, lo mejor será que te duches, o tendrás la pierna "pitufo" durante mucho tiempo. -Dijo la limpiadora.

      Zoe sonrió, y le dio la razón. -¿Donde puedo ducharme? No he visto duchas en los baños.-

      -En el gimnasio del ejercito, hay. Pero yo te aconsejo que le pidas permiso al Comandante y te duches en la de su despacho. - Le recomendó la señora de la limpieza.

      -¿Amat tiene ducha? -pregunto sorprendida.

      -Es el único despacho de esta sección que lo tiene. Supongo que por eso se lo quedaría. -Dijo la señora.

      -Es posible. -Dijo Zoe, que no quería contarle mas cosas.

      Cogió la ropa que se iba a poner después y saco todo lo que llevaba en la bolsa sobre el sofá, y la tapo con la sabana.

      -Deja esto así, por favor. Y gracias, muchas gracias. -Le dijo a la Señora de la limpieza, mientras metía la ropa elegida dentro de la bolsa.

      Esta le dijo que no se preocupara y siguió limpiando la tinta, antes de que se secara y fuese imposible hacerlo.

      Zoe salio de su despacho, y fue directa al de Ramiro.

      Respiro hondo antes de entrar. No quería entrar en detalles de por que no le apetecía ir a su casa, por lo que decidió centrarse en la tinta de su pantalón.

      Llamo y no hubo respuesta. Abrió la puerta y entro, y no había nadie.

      Salio y fue al laboratorio, y tampoco había nadie.

      -Zoe, ¿que hace aquí? -Alguien le dijo a sus espaldas.

      Del susto se volvió rápidamente, y vio que era el Teniente Ansuez.

      -Que susto Teniente,... estoy buscando a Amat, al Comandante, quiero decir. -Respondió Zoe.

      -No se preocupe, ya se que no hay muchos formalismos entre ustedes. Ramiro estará en el gimnasio que hemos montado. La verdad es que esta muy nervioso, y hacer deporte le va muy bien. ¿Ocurre algo? ¿Para que lo necesita?-

      -Es que me he manchado con tinta, y necesito ducharme. La señora de la limpieza me ha recomendado la ducha del Comandante. Ya que es mas intima. -Respondió Zoe.

      -Pase y dúchese con tranquilidad. Ramiro tardara un par de horas todavía. Tiene tiempo suficiente para ducharse. Yo le diré lo que le ha ocurrido. La señora de la limpieza tiene razón, en las duchas del gimnasio nos duchamos todos, y la mayoría somos hombres. -Dijo Ansuez.

      -Entonces, voy a ducharme. Gracias - Dijo Zoe saliendo del laboratorio, justo delante del Teniente y entrando en el despacho del Comandante.

      Se sentía como un ladrón en el despacho de Amat, sin que el estuviera allí.

      Cuando iba al despacho, siempre había mas personas. Amat se encargaba de que no estuvieran solos, nunca.

      Al entrar al baño, se sorprendió, al ver, lo organizado que estaba todo.

      -No se por que me extraño, si es un maniático del orden. No se ni como no me ha ordenado que organice mi despacho, o peor, lo ha ordenado el mismo. Sera por que no ha ido. -Se dijo pensativa.

      Se desnudo y entro en la ducha.

      Mientras que todo esto pasaba, el Comandante estaba en el gimnasio, y se hizo daño en un hombro.

      Como no quería que lo tocase nadie y no quería molestar a Ansuez a estas horas, por que ya estaría dormido, decidió dejar el deporte para el día siguiente, y se fue.

      Cuando llego a su despacho, no noto nada extraño. Cerro la puerta por dentro, y se desnudo, como hacia siempre.

      Su despacho se había convertido en su casa. Por el día era un despacho, por la noche un extraño dormitorio. El sofá cama era bastante cómodo.

      El

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