Summa Cosmologiae - Breve tratado (político) de inmortalidad. Fabián Ludueña Romandini

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Summa Cosmologiae - Breve tratado (político) de inmortalidad - Fabián Ludueña Romandini Biblioteca de la Filosofía Venidera

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letra erigida en principio epistémico regente, los movimientos de la physis y el nómos bajo un mismo sistema de explicación universal. El apéndice a Las estructuras elementales del parentesco, escrito por el matemático André Weil para el estudio algebraico de las leyes de matrimonio del sistema Murngin, testimonia de manera elocuente la ambición del proyecto y la unificación de todas las ciencias bajo el dominio del significante como sutura entre la letra de los filólogos y la de los matemáticos.

      Este equilibrio se revelaría precario: la audacia de un empren­dimiento cuyas consecuencias, aun fructíferas, no han terminado de sopesarse, no resistió el paso de la Historia que reclamó nuevamente los derechos de la escisión originaria y volvió a hacer girar el dispositivo de la polaridad, esta vez, con consecuencias inesperadas que pondrían en riesgo la milenaria existencia de Homo. Lévi-Strauss, en el fondo, había llegado demasiado tarde. Para entonces, las esperanzas de una ciencia integral de Homo eran sólo una ilusión pues los Póstumos ya habían tomado el relevo de la Historia y el nihil hizo su ingreso irrefrenable en todos los dominios del saber y de la experiencia humanas para diluirlos y preparar el ascenso del mundo post-humano.

      # 10.

      La physis comprendida en sentido restringido como biología se ha convertido, sin beneficio de inventario, en el horizonte último de las aspiraciones filosóficas en la era de los Póstumos. De esta forma, para un filósofo como Noam Chomsky no deja de ser cierto que las propiedades mentales, siguiendo cierta lectura de Locke, se reducen a la estructura orgánica del cerebro. Por tanto, para determinar si cuando utilizamos tal o cual frase esta se refiere a un objeto realmente existente en el mundo, Chomsky demanda los servicios de una etnociencia, vale decir, de una disciplina sobre cómo interpretar el mundo. Con todo, la matriz central permanece en su postulado de base:

      …concentraré mi atención en el lenguaje I, una propiedad biológica de los humanos, un subcomponente (en su mayor parte) del cerebro, un órgano de la mente/cerebro (mind/brain) en el sentido más laxo del término “órgano” como se utiliza en biología. Entiendo aquí al cerebro visto desde cierto nivel de abstracción. Esta aproximación recibe la denominación de marco biolingüístico (biolinguistic framework). (Chomsky, 2016: 5).

      A pesar de que siglos de historia y lingüística encallan en el pantano de la hiperciencia bilogizante, el filósofo no deja de reconocer que el “uso creativo” del lenguaje sigue siendo un misterio para cualquier saber neuro-centrado (Chomsky, 2016: 128). En una misma sintonía, Ian Tattersall ha expresado que el hecho del surgimiento del lenguaje será un evento cuya transición “probablemente nos será por siempre esquiva (will probably forever evade us)” (Tattersall, 2012: 220). No obstante lo cual Tattersall no tiene mejor hipótesis que señalar que “sería mucho más fácil especular sobre qué ocurrió en ese salto (leap) de lo no-simbólico a lo simbólico si tuviésemos una mejor idea de cómo funciona el cerebro humano” (Tattersall, 2012: 221).

      En estos momentos, el consenso se extiende entre los Póstumos en la medida en que muchos filósofos tienen la extraña idea de que los cerebros, diseñados por la selección natural, son “centros de control (control centers) destinados a tratar rápida y apropiadamente con las oportunidades y riesgos –las posibilidades– de una vida móvil (a mobile life)” (Dennett, 2017: 150). En esta perspectiva, conviene no olvidar las palabras de Marvin Minsky, maestro y precursor de la Doctrina Póstuma, cuando señala que:

      …será difícil para nuestros científicos descubrir cómo se las arreglan nuestros cerebros humanos (human brains) para funcionar tan bien, y por qué evolucionaron del modo en que lo hicieron. Sospecho que no entenderemos estas cuestiones hasta que hayamos tenido más experiencia tratando de construir tales sistemas nosotros mismos. (Minksy, 2006: 345).

      En otras palabras, sólo el desarrollo de la Inteligencia Artificial permitiría una mejor comprensión de las capacidades cognitivas del Homo sapiens dado que, la implicación se deja entrever, no existe otra explicación de la inteligencia que no sea como resultado de un subproducto del cerebro. De allí que, por ejemplo, la religión, otrora bastión por excelencia del nómos, sea puesta en cuestión de un modo rústico apelando, principalmente, a la physis biologizante. En esa dirección, un afamado filósofo contemporáneo ha afirmado que a la “contraproducente e ilusoria hipótesis de un diseñador inteligente” hay que contraponer los argumentos de “la evolución darwiniana por medio de la selección natural” que muestra que la creencia en Dios resulta de “una ilusión” por falta de comprensión de los procesos biológicos de evolución gradual (Dawkins, 2006: 158). El breviario de la Doctrina Póstuma empieza y concluye en el cerebro como sede por excelencia de la representación contemporánea de la physis. La orientación materialista, ciertamente, no era nueva pues ya Platón había consignado la existencia de quienes buscaban “arrastrar lo invisible (tò aóraton) hacia la tierra” (Platón, Sofista, 246a).

      No obstante, la forclusión de lo Invisible, de lo inmaterial y de lo espectral como proyecto unificado, es una novedad contemporánea transformada en condición necesaria del triunfo de un nuevo orden político planetario cuyo programa se sustenta en una Liturgia de la Inteligencia Artificial como prolongación o superación (según el caso) del sustrato biológico del cerebro humano entendido como la nueva proposición del fundamento incuestionable de toda forma de pensamiento.

      # 11.

      Hoy en día, el triunfo de los Póstumos parece indefectible aun si no resulta todavía definitivo. Como punto de inflexión de la experiencia contemporánea podemos sopesar la situación de los saberes examinando quienes hoy predominan precisamente allí donde Lévi-Strauss alguna vez acarició su sueño máximo de la ciencia de Homo. En efecto, en el año 2005, tuvo lugar en el Collège de France la lección inaugural de la nueva Cátedra de Psicología Cognitiva Experimental. Su mera instauración significa un cambio epocal en la estructuración de los saberes. Una mutación sin precedentes en el orden del discurso que apunta directamente al centro del Gran Vuelco metafísico e histórico que ha significado la presencia triunfante de los Póstumos. Se trata del ascenso de la ciencia de los Póstumos al puesto que, en otro tiempo, hubieran ocupado allí las Humanidades. Se anuncia, una vez más, un evento antropotecnológico sin precedentes al trastocarse, nuevamente, la articulación entre physis y nómos. Disuelto, con toda insidia, el anudamiento llevado adelante por Lévi-Strauss, una sofística sin precedentes tomó el control de la inteligibilidad de la polaridad primigenia.

      El nuevo orden del discurso sostiene que:

      …tanto el psicólogo como el neurobiólogo, aunque por vías diferentes, se dedican a desentrañar cómo una función cognitiva emerge de la arquitectura jerárquica anidada en el sistema nervioso. Desde luego, para expresar las leyes de la psicología podemos valernos transitoriamente de algoritmos formales. (Dehaene, 2018: 34).

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