Summa Cosmologiae - Breve tratado (político) de inmortalidad. Fabián Ludueña Romandini

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Summa Cosmologiae - Breve tratado (político) de inmortalidad - Fabián Ludueña Romandini Biblioteca de la Filosofía Venidera

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que se desliza en el concepto, disolviéndolo a cada momento en que logra precisarse, hace posible que lo dicho sea verdadero hasta para un mundo sin seres hablantes. El concepto disyunto es el exoesqueleto del lenguaje y sobrevive a las formas-de-vida que le dan cobijo para exhibir el cosmos después de la ausencia de Homo.

      5.9.Tragedia del filósofo: su forma-de-vida está completamente encaminada a entrever lo que se ha denominado tò aóraton, lo Invisible. Sin embargo, una vez divisado, su forma-de-vida revela el auténtico propósito como mera máscara para el mejor ejercicio de la función de psicopompo. Avizorar el horizonte filosófico disuelve toda forma-de-vida que no coincida con la forma-cosmos desprovista de cualquier fusión panpsíquica.

      5.10.La filosofía sólo tiene lugar allí donde el saber y la técnica fallan (Jaspers>, 1964: 54) y, debe añadirse que, por condiciones de estructura, están destinados a fallar.

      5.11.Hay quien propuso, con las mejores razones, abandonar la lingüística en favor de la lingüistería. Hay buenos argumentos, simétricamente, para apostar por una filosofería.

      5.12.La disyuntología, al abandonar las concepciones homotópicas, pone en entredicho las tres grandes articulaciones del Ser propugnadas por la metafísica: la discontinuidad radical, el rasgo unario desmultiplicado y el principio simplético. La disyunción en el Ser se asume, por fuera de la metafísica, según el postulado de la acosidad.

      5.13.La Ultra-filosofía no es una forma de epifilosofía sino su subversión. La topología que le resulta más propia se expresa según el lema que establece que cuanto más endógena resulta una experiencia tanto más probable resulta dar con el carácter exógeno de sus determinantes. La experiencia, en la disyuntología, es la vía regia de acceso al Outside.

puntos

      6.1. La sinecología es una episteme regional de la para-metafísica. Su linaje se remonta a la ontología de la edad clásica pero, pasada por la criba de la paleo-ontología, adquiere nuevos alcances.

      6.2.Su misión no consiste en determinar qué es el Ser sino, más precisamente, cuáles son sus texturas.

      6.3.La metafísica ha identificado texturas milenarias del Ser: continuo, discontinuo, contigüidad o mixtura son algunas de las más decisivas. Toda ciencia y toda política no pueden sino constituirse sobre la trama en que la realidad se teje. La aspiración suprema del Poder en la Era de los Póstumos se percibe, entonces, inmediatamente: detectar y afectar directamente la textura de la realidad.

      6.4.El Ser no es alcanzado por la episteme sinecológica sino que, al contrario, condiciona, de manera supra-eminente, la tesitura de lo real. Su principio es la postulación de un Ser disyunto.

      6.5.Cualquier declinación del Ser en un aspecto óntico-ontológico como, por ejemplo, las categorías de continuo o discreto constituye un reordenamiento lógico de la realidad. Así, por ejemplo, todos los materialismos y la esfera de lo Invisible se ven hoy en día bajo los efectos de una gigantomaquia guiada por las categorías de lo continuo y lo discreto que disputan, precisamente, el dominio del uno sobre el otro.

      6.6.No obstante, si es cierta la tesis de Simone Weil acerca del final de la ciencia occidental a partir del ascenso de la probabilística y del saber cuántico, sus consecuencias todavía deben extraerse por entero. El final de la ciencia occidental, debe admitirse entonces, es un fenómeno coperteneciente con el final de la metafísica.

      6.7.Un panorama semejante despeja el camino de la para-metafísica cuyo dominio lógico no es la tesitura de lo real sino la condición de posibilidad de toda tesitura: el principio de la disyunción. Ergo, la pregunta por la textura de la realidad (del cosmos, del cuerpo o del pensamiento) no coincide sino que, al contrario, es dependiente de la pregunta por el Ser y su mysterium disiunctionis.

      6.8.Desde esta perspectiva, la hipótesis del continuo en la teoría de los conjuntos de números transfinitos que corona el gran edificio de la metafísica occidental en tanto teología política del Número inmanente y transitorio, alcanza su ocaso junto con la emergencia del Anti-número Omega, que no es sino la contracara de la despotenciación del Número, vale decir, de su potencia decreciente y difusa para captar el sustrato de la realidad.

      6.9.Dicha imposibilidad no es un agotamiento histórico sino una condición estructural que, sin embargo, sólo se hace evidente al final de la historia de la metafísica clásica: el número es sólo un velo que esconde la insuficiencia de la oposición continuo-discontinuo pues todo el Ser no es sino un epifenómeno de lo allende el Ser. La hipótesis del continuo, en su validez como ontología regional, no deja de ser un caso particular del problema mayor de la hipótesis de la disyunción que afecta tanto a lo que existe (sensible o inteligible) cuanto a lo que subsiste indiferente a esas determinaciones.

      6.10.La hipótesis de la disyunción rebasa las paradojas conjuntísticas para colocar en el centro de atención las paradojas de la acosidad como rasgo a priori determinante de la para-metafísica. La hipótesis tiene una implicación directa: ningún rasgo unario puede identificarse como factible de crear una unión entre el Ser y el allende el Ser. La disyunción es el rasgo común (definible, a veces, como intersección) que, en una aparente paradoja, impide toda Unicidad.

puntos

      7.1.Toda teoría del número se presenta como subsidiaria de la historia de la metafísica que lo había erigido como parte de los principios supremos. El final de la metafísica coincide, prima facie por necesidad lógica, con el final del imperio del número.

      7.2.La hiperciencia cuántica contemporánea, con sus desarrollos acerca de la probabilidad y la postulación del Anti-número Omega, instala la caesura epistemológica que hace inviable la concepción del número como arquetipo simbólico metafísicamente connotado en tanto cualidad con significado.

      7.3.La disyuntología asume la situación epocal de la metafísica, vale decir, el declive definitivo del número como principio supremo. Junto con el eclipse de las aspiraciones rectoras del número, la para-ontología debe partir de una puesta en entredicho de la partición continuo-discontinuo a favor de lo disyunto.

      7.4.El final de la metafísica implica, no obstante, el triunfo de sus opuestos, el Anti-número Omega y la teología política algorítmica que le está asociada. En semejante escenario, tanto el Número como el Anti-número deben ser sometidos a la criba de una pale-ontología que pueda ponerlos al descubierto como las dos caras de un mismo principio metafísico del ser como aparecer (en acto o en potencia).

      7.5.El Anti-número es el resto de la metafísica denudada y, como tal, llama a su radical puesta en cuestión.

      7.6. La metafísica, despojada en su final, comporta la subversión de sus archi-huellas originarias en el rasgo unario y la díada indefinida como orígenes del mundo extenso. El allende el Ser disyuntológico se confronta aquí con el más allá del ser de la tradición matemático-metafísica postulando su carácter ilusorio en tanto desdoblamiento del ser en un más allá retroproyectado, supuesto acausal, pero figurado, de su propia consistencia.

puntos

      8.1.Los conceptos de génesis o eternidad del mundo carecen de toda validez una vez confrontados con el principio de la pluralidad de los mundos que sostiene una multiplicidad de presencias y ausencias simultáneas de universos.

      8.2.La cosmogénesis no puede atribuirse a ningún principio unívoco, ni material ni inmaterial sino a la pluralidad propia de la disyunción en el Ser.

      8.3.La

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