Preparación física en el fútbol sala. Andrés Parada López
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Significado etiamológico
El término preparar procede del latín praeparare, formado por el prefijo prae- («pre-», «antes») y el verbo parare («disponer», «dejar listo»).
La palabra física tiene su origen en el vocablo griego ϕυσις (phisis), que significa «naturaleza». La física es la ciencia que se dedica al estudio de las transformaciones y cambios que sufren la materia y la naturaleza. No obstante, física es un cultismo, pues los griegos que estudiaban la naturaleza no se llamaban a sí mismos físicos, sino estudiosos o investigadores de la phisis.
A su vez, ϕυσις (phisis) proviene del verbo ϕύω, que significa «crecer, producir o desarrollarse». En latín se traduce por «natura». Pero, a su vez, la palabra latina natura deriva del participio del verbo nasci, es decir, «nacer».
Por tanto, entendemos la preparación física como el proceso por el cual el individuo se pone en forma físicamente mediante el entrenamiento sistemático y aprovechando sus aptitudes naturales para su crecimiento y desarrollo constante, con vistas a un mayor rendimiento.
Por otro lado, integral es un derivado culto del mismo origen que entero, el término latino ĭntĕger, que significa «intacto», «entero»: dícese de lo que abarca todos los elementos de algo.
PREPARACIÓN MENTAL DEL JUGADOR
Para entender la preparación física es necesario explicar que no se trata únicamente de eso, de lo físico, sino que debemos entender el entrenamiento del jugador como un todo. El individuo integrado por diversas dimensiones que interactúan todas entre sí y condicionan todas sus acciones. En consecuencia, no solo debemos orientar el entrenamiento al desarrollo físico del jugador, sino también hacia su preparación mental, el esfuerzo, la superación de las adversidades, el trabajo en equipo, la toma de decisiones, las habilidades sociales, el liderazgo, la motivación, sus inquietudes, su estado de ánimo, su relación con los demás y el entorno, su alimentación, sus hábitos y rutinas, el descanso, etc.
En un deporte colectivo como el fútbol sala interactúan entre sí una serie de dimensiones que condicionan el comportamiento del individuo/jugador. Así pues, a la hora de trabajar la preparación física no debemos obviar ninguna y sí tener clara la estructura interna del deporte para trabajar cada una de ellas con el objetivo de alcanzar el máximo rendimiento (figura 1-1).
Sabemos que la mente mantiene una conexión continua de ida y vuelta con el cuerpo a través de los sistemas endocrino y nervioso. Una de las primeras ilustraciones de esta conexión fue la observación de que las contracciones de los músculos faciales afectaban al estado de ánimo. Aunque siempre se ha aceptado que la cara es el espejo del alma, hasta hace relativamente poco tiempo nadie se imaginaba que las expresiones del rostro típicas de ciertas emociones, como la risa o el llanto, aunque sean producidas artificialmente, terminan por producir en la persona los sentimientos genuinos que representan. Esta conexión de doble dirección entre las emociones y sus manifestaciones corporales ya fue intuida por el naturalista Charles Darwin y el psicólogo William James. Este último observó que silbar una melodía alegre en la oscuridad neutralizaba el miedo y estimulaba la confianza en el silbador (Rojas Marcos, 2005).
FIGURA 1-1 Estructura de los deportes colectivos.
Podemos considerar la mente del ser humano como la mayor aliada y, al mismo tiempo, la principal enemiga con la que se puede encontrar un deportista en su progresión. Lo que piensa con respecto al nivel que puede alcanzar, los miedos, las expectativas y la confianza en sí mismo pueden ser determinantes a la hora de obtener resultados.
El cerebro es un órgano tan complejo que, a pesar de suponer solo el 2% del peso corporal, consume el 25% del riego sanguíneo del organismo. Y procesos como el análisis, el aprendizaje o el pensamiento creativo precisan de una gran energía, que llega en forma de glucosa y oxígeno a través de la sangre.
Por tanto, debemos considerar a nuestros jugadores en toda su dimensión (mens sana in corpore sano), es decir, como una globalidad compleja que va más allá del cuerpo, de lo físico, a la hora de plantear nuestros entrenamientos o dirigir un equipo, en el complejo camino de conocer al jugador como deportista e individuo.
ORGANIZACIÓN DE LA PREPARACIÓN FÍSICA
El entrenamiento de la musculación (o fuerza) ha dependido siempre de la resistencia, dentro de un programa establecido sobre la lógica de la energética.
Al respecto, Cometti piensa que es necesario invertir el razonamiento clásico, dar la vuelta e invertir las prioridades.
La preparación física debe permitir mejorar la eficacia de cada una de las acciones, o sea, saltar más alto, lanzar más rápido (citius, altius, fortius)... Y el trabajo en una sala de musculación es el que permite el desarrollo de esta explosividad.
Por lo tanto, en primer lugar debe incrementarse el salto y la velocidad, o el esprín y el chute en una sola acción, por ejemplo, lo cual no es nada fácil de conseguir, para después enfocar el entrenamiento hacia la mejora de la resistencia.
Al trabajar de esta manera, se invierte la pirámide de la resistencia, pues se concreta la fuerza explosiva como la base de la preparación física de un deporte colectivo como el fútbol sala y la resistencia se trabaja en segundo lugar y a partir de la primera.
Las ideas de Cometti nos guían en el orden de prioridades a la hora de planificar el entrenamiento de las cualidades físicas. La fuerza como cualidad física fundamental cobra especial importancia en nuestro deporte. Sin embargo, no solo enfocaremos los diferentes trabajos de fuerza en la sala de musculación, sino que buscaremos la manera de realizarlos en la cancha de juego y en situaciones lo más similares posibles a la competición y con una transferencia real en el entrenamiento.
El entrenamiento siempre debería igualar o exceder los requerimientos físicos que después encontrará el jugador en la competición, y este debería ser siempre uno de sus objetivos fundamentales.
El fútbol es el deporte por excelencia de los deportes colectivos porque:
Tener que ejecutar las acciones con los pies dificulta mucho la práctica. Además, esto se complica al producirse un enfrentamiento con un rival en un espacio reducido, relacionado, a su vez, con el número de jugadores que componen cada equipo.
Teniendo en cuenta que las dimensiones del terreno de juego y, por ende, el número de jugadores son considerablemente menores en el fútbol sala (respecto al fútbol), podemos afirmar que también es uno de los deportes colectivos con más interacción