Yo veo / Tú significas. Lucy R. Lippard

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Yo veo / Tú significas - Lucy R. Lippard Paper

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de abril: Se trata ante todo de convencerse uno mismo de que se es alguien. Los esquizofrénicos nunca están seguros de existir. Una persona empeñada en hacer sentir su presencia en el mundo es probable que sea esquizoide si tiene ese afán sin que exista ningún propósito concreto. Nada de lo que piensa que debe hacer afectará, alterará o añadirá nada al mundo tal como es ahora. Cuanto más cínico y sofisticado se es, más difícil resulta mantener un equilibrio entre los deseos personales propios y la certeza de lo poco que una persona puede cambiar. A y D adolecen de lo mismo. Saben mucho y les cuesta centrarse, porque del mismo modo que ambos necesitan hacer algo para probarse que existen, no pueden encontrar ese elemento activo con el que probar algo más que su existencia pasiva. Al final se conforman con sus ficciones sobre su propia existencia, acaban tan alienados que las respuestas a sus acciones ya dejan de interesarles. Mientras están juntos, A y D se necesitan mutuamente para poder comprobar que han hecho algo.

      Diapositiva en color, cuadrada.

      Una joven está sentada sobre la arena blanca, hay cañas verdoso-amarillentas a su izquierda, y observa desde una punta rocosa. Mechones de pelo castaño vuelan al viento, el ceño parece fruncido, tiene las rodillas recogidas bajo la barbilla, las manos enlazadas alrededor de ellas. (Me pregunto si D repara en mis estados de ánimo. Me pregunto si se da cuenta de que los exagero para que los note. No sé cuánto ve o percibe en la gente. Me da la sensación de que está muy enterado de lo que ocurre y que ha optado por no responder. Eso podría significar firmeza pero también inseguridad o crueldad. ¿Y ahora, parezco natural? ¿Qué es ser natural? ¿Tengo acaso idea de lo que sería en mí natural? ¿Hago algo con naturalidad si tan consciente estoy de mis actos?)

      Diapositiva en color, cuadrada.

      Un joven con un pesado reloj con correa de cuero en el brazo izquierdo está de pie sobre unas rocas planas, casi blancas, contra un cielo azul grisáceo. Tiene hombros anchos, un poco redondeados, tronco largo, caderas estrechas, piernas delgadas y largas. El pelo negro y rizado del pecho acaba cubierto debajo del ombligo por unos vaqueros azules y un cinturón ancho con hebilla grande de plata. Con una mano apoyada en la cadera, dobla por la rodilla la pierna contraria para distribuir el peso, arquea las cejas, casi sonriente, seguro de sí mismo. (Ella y yo damos vueltas una alrededor de la otra y en torno a nosotras mismas, más como luchadoras que como amantes, intentando decidir cuándo iniciar la pelea. Es erótico, como pararse al borde de un risco y sentir que te tiemblan los muslos imaginándote la caída.)

      Diapositiva en color, cuadrada.

      De cerca, plano de tres cuartos de una chica en bañador azul bajo una camiseta roja de hombre. Construye un castillo de arena en una playa. Pequeño trozo de cielo azul claro en el borde superior. Se arrodilla hacia delante con torpeza, se pellizca con los dientes una comisura del labio inferior, un mechón de cabello le cruza la mejilla, compacta el castillo con las dos manos. Tiene una muralla elevada, un camino sinuoso, un foso y varias torres. Sobre una de ellas ondea en un palito clavado un pendón hecho con algas. Al otro lado del castillo hay una amplia depresión en la arena. (Cada dedo tiene un peso diferente. Cada grano de arena opone una resistencia diferente. ¿Cómo sería ser físicamente diferente, tener una distribución distinta? ¿Tener la constitución de un hombre, sin pecho, con un peso entre las piernas? Camino flotando y respiro arena. Las fotografías son un tiempo pasado, tiempo del pasado, que se desechó una vez. Preferimos ser testigos a actuar. Tenemos nostalgia de todo cuanto ha ocurrido ya.)

      Diapositiva en color, cuadrada.

      Un árbol contra el que se apoya sentado un hombre joven, con las rodillas levantadas, el dedo índice en el agujero derecho de la nariz, la otra mano sobre un libro con un diseño circular azul y amarillo en la portada. Labios entreabiertos, pestañas espesas bajadas, el traje de baño negro deja ver vello púbico, los tobillos y los pies son pálidos, los brazos y las piernas peludos. (“...lástima que personal y subjetivo sean palabras de las que se ha abusado tanto que ya no tienen fuerza para transmitir ningún acto genuino de ver al otro como persona [si queremos esto, habremos de volver a ‘objetivo’], sino que inmediatamente implican que uno pone sus propios sentimientos y actitudes en el estudio que hace del otro de tal modo que se destruye nuestra percepción de él. En contraposición a los respetables ‘objetivo’ o ‘científico’ tenemos los desprestigiados ‘subjetivo’, ‘intuitivo’ o, peor aún, ‘místico’. Es interesante, por ejemplo, que uno encuentre con frecuencia ‘meramente’ delante de subjetivo, cuando es casi inconcebible hablar de alguien siendo ‘meramente objetivo’. El mayor de...”)

      Blanco y negro, horizontal.

      Una playa limpia y blanca con olas pequeñas que avanzan en diagonal hacia la esquina inferior derecha de la fotografía. Al fondo hay arbustos. Dos figuras en bañador, a lo lejos, están abrazadas con las piernas entrelazadas sobre una toalla a rayas. Sus cuerpos forman una larga flecha que apunta en dirección contraria al agua.

      Cuando me sacabas todas esas fotos pensaba cómo sería tener tantas fotografías como momentos de vida, ver si las dos corrientes de imágenes guardarían algún parecido real entre sí. ¿Podríamos entonces saber qué aspecto verdadero teníamos?

      Yo sé qué aspecto tienes ahora. Sé más de tu nariz cuando bajo mi dedo por ella así, o de tu boca así, o de tu barbilla así, que lo que nunca aprendería fotografiándote.

      Siempre he detestado que me hagan fotos. Salgo horrible. Me he convencido a mí misma de que en realidad soy más guapa, o al menos diferente, así que cada foto es una nueva desilusión.

      No creo que sea por eso por lo que a la gente le gusta que le saquen fotos, para ver lo preciosos que son o dejan de ser. Es porque es la única manera de atisbar el interior desde fuera. Utilizamos a los demás como espejos. Yo te uso de espejo mío.

      ¿Y qué ves?

      Me veo yo, claro está. ¿Te fastidia?

      ¿Por qué habría de fastidiarme?

      Porque te gustaría que te estuviera viendo a ti, ¿o no?

      Me gustaría que fuera lo mismo, a veces... Tenemos que volver.

      Esperemos hasta que vengan a buscarnos. O mejor, esperemos a que se vayan sin nosotros.

      ¿No te gustan? ¿Ni siquiera él?

      ¿Ese imbécil?

      Fred no. No sé por qué han acabado viniendo con nosotros. Nunca los vemos. Creo que él conoció a E en la universidad y E nunca le hace un feo a nadie...

      E es un hombre muy atractivo.

      Hay mucho más en él de lo que se ve a primera vista.

      Sí, ya me imaginaba.

      Quiero decir que es una persona de lo más amable y sensible tras esa actitud reservada.

      Y tu amiga, la célebre belleza, ¿cómo lo aguanta?

      ¿Cómo aguanta qué? ¿La amabilidad y la sensibilidad? A nadie le hace más falta que a ella.

      ¿No son amantes? ¿No le importa lo que él se trae por su cuenta?

      ¿De qué hablas?

      Venga ya. No puedes conocerlo desde hace tanto sin que...

      Estás equivocado.

      Lo he tenido delante.

      Y yo lo he tenido delante a él.

      En

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