El adn de la paz con enfoque territorial en tres municipios del Magdalena Medio. Julio César Moreno Correa

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El adn de la paz con enfoque territorial en tres municipios del Magdalena Medio - Julio César Moreno Correa

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también comparten esta interpretación.

      La tercera postura la comparten comisionados como el historiador francés Daniel Pécaut y el sociólogo Alfredo Molano, esta coloca el inicio del conflicto en el periodo de La Violencia, es más, este último inicia su informe diciendo: “El conflicto armado comienza con la Violencia”. (El Heraldo, 18 de febrero de 2015, párr. 6-10)

      Ahora bien, lo que sí está claro es que los marcos de literatura que han sido construidos de acuerdo con los resultados de investigación (por ejemplo Bannon y Collier, 2003; Bebbington, 2009; Centro de Investigación y Educación Popular [Cinep], 2012; Centro de Justicia y Paz [Cepaz], 21 de septiembre de 2018), hechos por parte de diversas áreas de conocimiento, permiten concluir que los conflictos sociales y ambientales representan una arista del conflicto armado en Colombia, y que se encuentran relacionados entre sí: tienen un nivel de influencia en lo relacionado con el origen del conflicto, aunque poseen independencia. Por ejemplo, las problemáticas generadas por la extracción minera constituyen un conflicto ambiental que tiene efectos en el escenario social (contaminación de aguas por sustancias químicas, conformación de grupos armados por el control, entre otros efectos psicosociales).

      Por su parte, Rengifo-Rengifo (2012) manifiesta que el origen de los diversos conflictos en Colombia se debe a una ineficiente planificación del territorio:

      La evolución de la planificación en Colombia al aplicarse de manera ineficiente determinó que en un inicio el crecimiento para el país no era lo que se esperaba ya que las diversas regiones no prosperaban y estaban sumidas en atraso debido a una lenta incorporación del ejercicio de planificación, que potencializara las propuestas económicas orientadas a acelerar el crecimiento urbano, reducir la población agrícola para alterar los bajos precios de sus productos, expedir una reforma agraria estructural y acelerar la industrialización. (p. 3)

      Adicionalmente, este mismo autor indica que la planificación debe involucrar a todos los actores, dado que es un proceso sociopolítico que tiene como fin la identificación y el abordaje de diversas problemáticas en el territorio con miras a generar desarrollo y bienestar. Por lo anterior, el proceso de planificación busca establecer consensos (metas de bienestar) para la construcción del futuro basado en la realidad del presente.

      El planteamiento descrito por Rengifo-Rengifo en el 2012 cobra relevancia en la actualidad y es uno de los factores que permite comprender la base del conflicto armado en Colombia: en la medida en que el Estado no toma medidas correctivas en las formas de usos del suelo, ocurre

      una explotación excesiva tanto de recursos naturales como los de producción; lo cual ha generado en el transcurso del tiempo alteraciones y colapsos ambientales. Por ello es prioritario reflexionar y tomar medidas aplicando nuevos procesos de planificación para los municipios. (Rengifo-Rengifo, 2012, p. 7)

      Por otro lado, Galindo, Restrepo y Sánchez (2009) manifiestan que la fuente del conflicto armado en Colombia son las instituciones del Estado. El planteamiento se sustenta en la siguiente premisa:

      […] Los conflictos están mediados por la presencia de las instituciones del Estado, el grado de prestación de bienes públicos y el marco institucional que regula dicha prestación (centralizado, descentralizado, participativo, etc.) De hecho, una sociedad con instituciones fuertes es capaz de resolver los conflictos de distribución de manera más fácil. (Galindo, Restrepo y Sánchez, 2009, p. 322)

      Lo expuesto indica el riesgo que se plantea al intentar encasillar en una dimensión el conflicto armado, dado que su comprensión y explicación dependerá de la perspectiva ideopolítica y del momento histórico que atraviese el país —y los intereses de poder que gobiernen—. En este sentido, Trejos-Rosero (2013) manifiesta:

      La realización de una tipología o caracterización del conflicto armado colombiano es una actividad académica inacaba y sometida a continuas presiones y revisiones fundamentadas especialmente en argumentos político-ideológicos, por lo cual, es necesario dejar en claro que no existe una única teoría que explique o analice la naturaleza y las características de los distintos conflictos armados bélicas internos, ya que, debido a la complejidad y longevidad del caso, y a las cambiantes dinámicas político-militares de sus actores, resulta muy difícil encuadrarlo en una categoría preestablecida. (p. 57)

      El planteamiento descrito evidencia que, para el caso colombiano, se debe tener presente su carácter multicausal y polirrelacional en un territorio cuyas características (geográficas) han permitido que el conflicto armado alcanzara una longevidad significativa en Latinoamérica, al igual que una presencia a lo largo de todo el país.

      Al plantearse la construcción de una paz estable y duradera, emerge la necesidad de conocer e intervenir dentro de los los territorios aquellos factores que dieron origen a la violencia sociopolítica del país y, con ello, evitar el inicio de un nuevo ciclo de violencia de mayores magnitudes.

      El proceso de paz (firma e implementación) entre las farc y el Gobierno colombiano ha permitido el planteamiento de escenarios que visibilizan la magnitud de la violencia sociopolítica a través del conflicto armado librado por más de 50 años, sus impactos en el territorio, sus dinámicas, los protagonistas invisibilizados y los desafíos para alcanzar una paz estable y duradera.

      Uno de los pilares fundamentales del acuerdo fue el territorio el cual, siguiendo a Pérez-Martínez (2004), se concibe como un espacio relacional donde se establecen vínculos, niveles de poder y dominación, historia, pertenencia, construcción de identidades, sentimientos en un área geográfica determinada por parte de un colectivo o de manera individual.

      Pensar el territorio colombiano implica, entonces, definirlo a través de sus múltiples antagonismos. Entrecruces de demandas y reivindicaciones políticas de la población que, históricamente, se han expresado en prácticas de actores enfrentados, haciendo que la conformación de sus territorios se delimite en razón del conjunto de prácticas y vínculos de dominio, de poder, de pertenencia o de apropiación que se ejercen sobre espacios geográficos específicos, lugares en los que se dan asiento la acumulación de capital, la integración social de estructuras y de relaciones conflictivas. (Pérez-Martínez, 2004, p. 63)

      En este contexto surgió la presente obra, derivada del proyecto Paz con enfoque territorial y solidario: prácticas y percepciones comunitarias. Insumos para una agenda social, el cual pretende ser un aporte al momento coyuntural que vive el país en lo relacionado con el proceso de paz. Este proyecto reconoció el trabajo de organizaciones, movimientos sociales y comunidades de base que aportaron a la construcción de la convivencia, lo cual representa un insumo importante por tener en cuenta para futuros escenarios de paz.

      En coherencia con lo planteado, los aportes de la obra representan una oportunidad para realizar una lectura crítica desde la perspectiva de las comunidades, más allá de la mirada institucional. En adición, la publicación se convierte en una fuente de consulta para poder definir estrategias de intervención y que aborden los factores relacionados con el origen y el mantenimiento del conflicto armado en Colombia. Lo expuesto representa la base para la denominación de la obra “adn”, dado que contiene y reconoce

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