El adn de la paz con enfoque territorial en tres municipios del Magdalena Medio. Julio César Moreno Correa
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Fuente: tomado de Reuters (14 de octubre del 2012). La cronología de los procesos de paz en Colombia.
Al respecto, González Bustelo (2002) manifiesta:
Una característica de este conflicto interno es la multiplicidad de actores involucrados y la dispersión de la violencia. Se trata de una guerra irregular de larga duración, multipolar y muy diferenciada regionalmente. Existen varios grupos guerrilleros que en ocasiones, incluso, luchan entre sí, y diversos grupos paramilitares (no solo las Autodefensas Unidas de Colombia sino grupos regionales de distinto tipo, pequeños ejércitos privados, etc.); mientras, por la parte estatal, se libra una guerra contrainsurgente [...] por organismos de seguridad que, además del ejército y la policía, tienen varios cuerpos especializados con una diferenciada presencia regional, ellos a veces “compiten” entre sí y manifiestan rivalidades. A esto hay que unir milicias y bandas urbanas, organizaciones de los cárteles de la droga, etc. Por ello la dinámica del conflicto armado es muy específica según las regiones y los tiempos, y aquellos que son aliados en un lugar o tiempo determinado pueden ser enemigos en otro, dependiendo de factores coyunturales. (p. 43)
Lo planteado por el autor evidencia que las características del conflicto armado en Colombia se centran en la multiplicidad de actores, la configuración sociodemográfica del territorio, la irregularidad de su duración, dada las causas que dieron su origen y que en la actualidad permiten la consolidación de un escenario que promueve su persistencia y con ello, procesos de construcción nacional.
El enfoque territorial como condición para hacer realidad el acuerdo
Como se mencionó al inicio del capítulo, el impacto del conflicto armado colombiano ha llevado a que en distintas ocasiones se hayan propuesto espacios de diálogo para su terminación, siendo los más recientes en la historia los establecidos con el eln y las farc; este último grupo ha propiciado que Colombia atraviese un proceso de transición hacia la paz, que tiene como punto de partida la firma de los acuerdos alcanzados en La Habana con el Gobierno nacional; el valor que posee el acuerdo de paz radica en la posibilidad de caminar hacia una solución política a la violencia sociopolítica y armada a través del diálogo y la garantía de los derechos a los ciudadanos. No es un camino fácil, porque implica la construcción de escenarios comunes que faciliten el diálogo y la construcción de estrategias basadas en lo político y lo social para poder abordar las causas que dieron origen al conflicto armado y que han permitido su persistencia.
Los procesos de paz son escenarios de alta controversia política y social. En contextos de negociación siempre será muy importante, más allá de lo político y lo legal, la construcción de un consenso social en torno al proceso que permita tener un respaldo sobre el desarrollo del mismo [sic] y sus posteriores consecuencias en el posconflicto. (Cárdenas, 2013, p. 43)
Para el caso colombiano, tanto sus características sociodemográficas como las causas que dieron origen al conflicto armado y la forma en que se dieron los diálogos de paz —en medio de la guerra— conllevan a que se construya una paz desde y para el territorio; por ello, uno de los principales pilares que sustentan lo negociado en La Habana es el et6 y su carácter multidimensional. Para los autores, el et busca promover procesos de participación ciudadana en el ámbito político y democrático, a partir de consensos sociales que tienen como base un análisis del territorio y su transformación desde una visión multidimensional que tiene en cuenta la relación hombre-naturaleza. El et se plantea como una plataforma para el cumplimiento de los puntos del acuerdo: reforma rural integral, participación política, fin del conflicto, solución al problema de las drogas ilícitas, víctimas y justicia transicional, implementación-verificación y refrendación.
Es importante analizar junto con las comunidades y las organizaciones sociales y de víctimas el momento histórico que vive el país; este se asocia al ideal de una paz estable y duradera, promovido a partir de los diálogos con las farc en el 2012, y que terminó con la firma de los acuerdos en septiembre del 2016; se abre la expectativa para el inicio de un nuevo capítulo en la historia con la implementación de lo acordado. Por lo anterior, el reconocimiento de las prácticas y las percepciones comunitarias en relación con los avances en el cumplimiento de los acuerdos de paz y la participación de las organizaciones sociales y ciudadanía, en general, se convierten en insumos importantes en el plano fáctico para la cimentación (consenso social) y formación de bases sólidas para la construcción del camino hacia la paz.
Conviene a esta altura mencionar algunos planteamientos teóricos que se han construido con respecto a los conceptos como paz y et, los cuales se convierten en banderas de gestión y pilares en el proceso de paz que se vive en Colombia. No obstante, es de resaltar que, a lo largo de la historia, tanto la violencia como la paz han permitido la construcción de sus epistemologías y con ello, un acervo literario determinante para la comprensión y el abordaje a través de políticas y subjetividades en los territorios. Por lo anterior, solo se presentarán algunas consideraciones dado que no es el objeto principal del libro.
En el artículo 22 de la Constitución Política de Colombia, la paz se concibe como “un derecho y deber de obligatorio cumplimiento”. Para la Unesco,
[…] la paz no es solo ausencia de conflictos armados, internos o internacionales. La paz es un concepto mucho más amplio y positivo que engloba el derecho a ser educado en y para la paz; el derecho a la desobediencia civil y a la objeción de conciencia frente a actividades que supongan amenazas contra la paz; el derecho a la resistencia contra la opresión de los regímenes que violan los derechos humanos. (2011, párr. 1)
En la misma dirección, Moreno y Salas-Picón (2019), a partir de un análisis con habitantes de Barrancabermeja, señalan que
Suele pensarse la paz como antónimo de la violencia, pero no es lo que se observa en la red semántica; la paz no es ausencia de guerra. La violencia sociopolítica no requiere del uso de armas, sino que es sentida primordialmente como el ejercicio indebido del poder para el lucro de algunos […] la comunidad anhela un estado de tranquilidad, que cree posible construir a partir del respeto, el establecimiento de acuerdos, con principios como la equidad, el