Yo Soy. Aldivan Teixeira Torres

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Yo Soy - Aldivan Teixeira Torres

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su destino, lo que en la mayoría de los casos no es posible, causando frustración en ellos. Pero nada es para siempre.

      La gran virtud que poseen es el optimismo y eso ayuda a enfrentar cualquier situación, incluyendo las discusiones entre ellos. Una de ellas ocurre a la hora del desayuno, pero Rafaela con su autoridad logra controlarla. Una discusión tonta entre mujeres sobre la importancia de cada una. Afortunadamente se resuelve.

      Terminaron el desayuno precipitadamente y en una rápida asamblea, eligen un lugar al que ir, regresan a sus habitaciones, empacan las maletas, salen de nuevo, pagan la estadía, se despiden y abandonan el lugar. El "Yo soy" de cada uno, dentro de ellos, grita para ser escuchado y resuena en sus mentes.

      Desde el centro, se dirigen en dirección este con destino a uno de los extremos de la ciudad. Por el camino se encuentran con conocidos y extraños y se enfrentan al caótico tráfico al cruzar las calles. Pero no se desaniman.

      Poco a poco, pasan por puntos importantes, como la avenida que baja a la estación de autobuses o el convento de los franciscanos y llegan a la avenida de Recife, giran a la izquierda hacia la unidad de Pesqueira IFPE.

      Ahora cada paso es decisivo porque se acercan al destino. Caminando unos doscientos metros se detienen frente a una casa abandonada. A la señal del vidente, todos se acercan, pasan la entrada, acceden a la zona exterior y en este punto habla el hijo de Dios:

      –Hermanos míos, estoy frente a un símbolo de mi pasado. En 2002, estaba de paso por aquí y escuché de mis amigos una siniestra historia sobre este lugar, que incluía asesinatos, justicia, espiritualidad y miedo. El tiempo ha pasado, pero aun así no he olvidado la historia. Mi objetivo ahora es obtener una explicación de lo que sucedió ―finalizó el vidente.

      Tan pronto como dice eso, todo parece cambiar. Misteriosamente, la puerta se cierra detrás de ellos. Nubes oscuras cubren parcialmente el sol y se oyen gritos dentro de la casa, asustando a los humanos. Rafael les habla:

      –¡Cálmate, Guardián! Perdona a nuestro amigo por su curiosidad. Prometemos irnos inmediatamente y dejarte en paz.

      Haciendo una señal, Rafael llama a Uriel y juntos agarran a los humanos y vuelan sobre las paredes. En unos segundos están afuera. Se alejan, y luego el ángel les explica:

      –¡Aún no es el momento, hijo de Dios! Aún no estás listo. (Rafael)

      –No lo entiendo. ¿Por qué no? (el hijo de Dios)

      –No nos preguntes a nosotros. Es lo mejor que podemos hacer ahora ―intervino Uriel.

      –Muy bien. (El hijo de Dios)

      –¿Cuál es el siguiente paso, Rafael? (Renato)

      –Continuemos el viaje ―responde.

      –Está bien. (Renato)

      –¡Espero que tengamos suerte! (Rafaela Ferreira)

      –¡Ojalá! (El vidente)

      –Estoy lista, Aldivan. ¿Podrías tocarme? (Bernadete Sousa)

      –Lo estaba esperando, mi sierva. (El vidente)

      Aldivan se acerca a su apóstol. Afectuosamente, estira su brazo y esta vez toca la punta de sus dedos. La suavidad de su piel lo hace vibrar y tener una visión de su futuro:

      "Bernadete está tomando una taza de té en casa, reclinada en una silla del salón. A sus cincuenta años, recuerda los principales acontecimientos de su ajetreada vida: la crianza de sus padres, su crecimiento junto con sus amigos en el pueblo de Mimoso, el paso de la adolescencia, la violación, el aborto y la promesa de un joven de que todo podría cambiar. Animada por sus palabras, aceptó su invitación para viajar por el mundo y descubrió realmente un padre y un hijo dispuestos a hacer cualquier cosa por ella. Le demostraron mucho amor y como recompensa ella decidió dedicarse al prójimo en el asilo cercano. Además, difundía su mensaje a todos los que la conocían. A través de estas obras, ella descubrió la verdadera felicidad y está segura de su acogida en el reino de Dios cuando parta de la vida terrestre. Había encontrado su "Yo soy" interior y entendía el "Yo soy" del padre a través de su hijo llamado vidente, Divino, Aldivan Teixeira Torres, y un tipo excepcional además de otros adjetivos. El universo y las fuerzas benignas conspiraban para su éxito y era sólo eso lo que ella deseaba para aquel que cambió su vida. ¡Bendito sea él! Se repite internamente. Con una sonrisa en la cara, se levanta de la silla y va a hacer sus tareas domésticas y cuidar de su gato Tobit, el único compañero en su casa. Y la vida continuaría…"

      El vidente retira la mano después de la visión. Abraza de nuevo a la apóstol y con una señal le pide a ella y a los demás que vayan con él. El silencio revela mucho más que si hubiera hablado y Bernadete lo entiende. No todo puede tener una respuesta y lo importante es comprometerse con la misión actual. ¡Siempre adelante!

      El grupo, caminando a buena velocidad, baja del barrio del Prado hacia el centro. Gira en la avenida de Recife, sigue recto unos cientos de metros, giran en otra esquina y siguen la avenida principal del barrio.

      Al mismo ritmo cubren el camino a la estación de autobuses en quince minutos. Avanzan un poco por el edificio de una sola planta y compran las entradas en la taquilla. Después se sientan en la sala de espera.

      Esperan más de treinta minutos a que llegue el autobús. Uno por uno, entran y se sientan en los asientos vacíos. Cuando todos los pasajeros están dentro, el autobús sale.

      En el corto viaje, lo único que hacen es descansar frente a tantas preocupaciones. Saben que, independientemente de lo que pase, ya merecen ser felicitados por su compromiso, dedicación y entusiasmo con sus causas. Sin embargo, quieren y sueñan con más.

      De esta manera llegan a su siguiente parada en diez minutos: el pueblo de Sanharó. Cargando sus pesadas maletas, bajan del autobús a un lado de la carretera y siguen a pie hasta el centro de la ciudad.

      Con su conocimiento de la ciudad, el vidente busca una posada que pueda alojarlos a todos. La encuentran en pocos minutos. Sanharó ha cambiado poco desde que trabajó allí durante dos meses como empleado de la administración, en la sede del municipio. Ha crecido, se nota, pero no ha cambiado la sensación de lugar tranquilo y acogedor.

      Conocida como la ciudad del queso y la leche, el nombre deriva de una abeja negra que vive en esta zona, su nombre significa en lengua indígena enojada o alterada. Datos de 2014: superficie: 256 km²; población: 24 556 habitantes; IDH: 0,603.

      Están frente a la pequeña posada, un modesto edificio, de estilo chalet, con una gran entrada asfaltada. Haciendo acopio de intrepidez, entran en el establecimiento, hablan con el propietario y resuelven lo básico. Después, van a relajarse un poco. Por la tarde les esperan nuevas emociones. Cada uno intenta disfrutar del descanso matutino en sus respectivas habitaciones, equipadas con aparatos de última generación: unos duermen, otros ven la televisión, otros escuchan música o leen libros. Estos raros momentos en un viaje agotador y exigente son como un bálsamo para sus cuerpos fatigados.

      A la hora del almuerzo se encuentran de nuevo y comen juntos. Aprovechan para precisar los siguientes detalles del viaje. Treinta minutos después deciden salir. El objetivo del vidente es presentarles a alguien especial.

      Desde el centro se dirigen en dirección sur, cruzando las calles del pequeño lugar, y dos cuadras después, llegan a una casa de mampostería de tamaño mediano, alrededor de 6x14 m, con jardín y piscina, amurallada por delante. Tocan en la puerta principal una sola vez e inmediatamente alguien viene a atenderlos. Es un hombre de unos cincuenta años de edad,

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