Antonio Machado: Poesías Completas. Antonio Machado

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Antonio Machado: Poesías Completas - Antonio Machado страница 19

Автор:
Серия:
Издательство:
Antonio Machado: Poesías Completas - Antonio Machado

Скачать книгу

sol sobre las frondas juveniles;

      del amplio río en el caudal sonoro

      se miraban los álamos gentiles.

      Tras de tanto camino es la primera

      vez que miro brotar la primavera,

      dije, y después, declamatoriamente:

      — ¡Cuan tarde ya para la dicha mía!-

      Y luego, al caminar, como quien siente

      alas de otra ilusión: —Y todavía

      ¡yo alcanzaré mi juventud un día!

      LI

      Lejos de tu jardín quema la tarde

      inciensos de oro en purpurinas llamas,

      tras el bosque de cobre y de ceniza.

      En tu jardín hay dalias.

      ¡Malhaya tu jardín!... Hoy me parece

      la obra de un peluquero,

      con esa pobre palmerilla enana,

      y ese cuadro de mirtos recortados...

      y el naranjito en su tonel... El agua

      de la fuente de piedra

      no cesa de reír sobre la concha blanca.

      LII

      ¿Sevilla? ... ¿Granada? ... La noche de luna,

      blancas paredes y obscuras ventanas.

      Cerrados postigos, corridas persianas ...

      El cielo vestía su gasa de abril.

      Un vino risueño me dijo el camino.

      Yo escucho los áureos consejos del vino,

      el vino es a veces escala de ensueño.

      Abril y la noche y el vino risueño

      ataron en coro su salmo de amor.

      La calle copiaba, con sombra en el muro,

      el paso fantasma y el sueño maduro

      de apuesto embozado, galán caballero:

      espada tendida, calado sombrero...

      La luna vertía su blanco soñar.

      Como un laberinto mi sueño torcía

      de calle en calleja. Mi sombra seguía

      de aquel laberinto la sierpe encantada,

      en pos de una oculta plazuela cerrada.

      La luna lloraba su dulce blancor.

      La casa y la clara ventana florida,

      de blancos jazmines y nardos prendida,

      más blancos que el blanco soñar de la luna...

      -”Señora, la hora, tal vez importuna...

      ¿Que espere? (La dueña se lleva el candil.)

      Ya sé que sería quimera, señora,

      mi sombra galante buscando a la aurora

      en noches de estrellas y luna, si fuera

      mentira la blanca nocturna quimera

      que usurpa a la luna su trono de luz .

      ¡Oh dulce señora, más cándida y bella

      que la solitaria matutina estrella

      tan clara en el cielo! ¿Por qué silenciosa

      oís mi nocturna querella amorosa?

      ¿Quién hizo, señora, cristal vuestra voz?...

      La blanca quimera parece que sueña.

      Acecha en la obscura estancia la dueña.

      —Señora, si acaso otra sombra emboscada

      teméis, en la sombra, fiad en mi espada...

      Mi espada se ha visto a la luna brillar.

      ¿Acaso os parece mi gesto anacrónico?

      El vuestro es, señora, sobrado lacónico.

      ¿Acaso os asombra mi sombra embozada,

      de espada tendida y toca plumada?...

      ¿Seréis la cautiva del moro Gazul?

      Dijéraislo, y pronto mi amor os diría

      el son de mi guzla y la algarabía

      más dulce que oyera ventana moruna

      Mi guzla os dijera la noche de luna,

      la noche de cándida luna de abril.

      Dijera la clara cantiga de plata

      del patio moruno, y la serenata

      que lleva el aroma de floridas preces

      a los miradores y a los ajimeces,

      los salmos de un blanco fantasma lunar.

      Dijera las danzas de trenzas lascivas,

      las muelles cadencias de ensueños, las vivas

      centellas de lánguidos rostros velados,

      los tibios perfumes, los huertos cerrados;

      dijera el aroma letal del harén.

      Yo guardo, señora, en viejo salterio

      también una copla de blanco misterio,

      la copla más suave, más dulce y más sabia

      que evoca las claras estrellas de Arabia

      y

Скачать книгу