El Coach Iluminado. Raimon Samsó
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Muchos de nosotros tenemos imágenes de Buda en casa o en el jardín. No es un acto devoto ni religioso; no significa necesariamente que seamos budistas… Se trata de un acto simbólico que tiene que ver con el hecho de que la imagen del Buda evoca sentimientos de paz y calma en quien la contempla. Por eso la imagen de Buda es tan popular en la decoración de muchos hogares. Es un punto de luz que ilumina con su presencia.
Sigue leyendo, porque más adelante enumeraré 32 características del “coach iluminado”. Este no es un libro para coaches, sino que cualquier persona puede leerlo; porque todos disponemos de un “coach interno” que nos acompaña siempre. A él le dedico esta obra.
Si has leído mi libro “SuperCoaching” (publicado por la editorial Conecta), sabrás que ya di un paso en esta dirección. Ahora, con este libro, voy un paso más allá.
En mi caso, un buen día dejé de ser un coach al uso y abandoné la idea peregrina de mejorarme… y también de ser cómplice en el maquillaje del ego de mis clientes. Me dije: basta de intentar ser mejor. Pero ¿quién deseaba ser mejor? Exacto: el ego, en su ilusión de avanzar cuando no hay ninguna parte a donde ir, ni nadie superior en quien convertirse.
A mis ojos se hizo evidente que todo era un inmenso malentendido.
Llegué a la conclusión de que tenía que haber algo más enriquecedor que esforzarse para tener éxito. Incluso que debía haber algo mejor que la mera consecución del éxito. Lo que encontré son las revelaciones que he vertido en este libro. Finalmente entendí que lo que necesitaba era reconocerme por primera vez, no reinventarme por enésima vez.
Repentinamente, y de una manera definitiva, sentí que no había nada que mejorar. ¡Menudo descanso! ¿Y cómo llegué a esta conclusión? Guiado por una verdad intemporal que leí en un texto sagrado y que hizo mella en mí: “Aquello que está sujeto a cambio no es real”. De manera que deduje que si era capaz de cambiarme a mí era porque el yo que estaba urdiendo era una fantasía.
Tú, al igual que un servidor, no necesitas un yo mejor, sino que necesitas un yo real.
Eso es despertar.
Be real my friend.
2. Del victimismo a la iluminación
Imagina una escalera con tres escalones.
Entre la oscuridad y la luz hay tres niveles (por explicarlo así) que están claramente delimitados . También podemos llamarlos “mentalidades”, “dimensiones mentales" o “estados de conciencia”, y son unas actitudes ante la vida radicalmente diferentes. Las personas que viven en esos tres niveles parecen habitar universos diferentes.
Según en cuál de ellos te encuentres, lo que experimentas en la vida cambia. Y en esos niveles o dimensiones viven personas que en el mundo de la cosas. Sus posturas son tan distintas que, aunque sean vecinos de escalera, las vivencias de unos no tienen nada que ver con las de otros: se trata de universos paralelos.
Veamos los tres niveles: se pasa del victimismo a la responsabilidad, y de aquí al despertar:
1. En el primer nivel, el victimismo, hay overbooking: ahí tenemos a más del 80% de la población del planeta.
2. En el segundo, la responsabilidad, encontramos una avanzadilla (el 19% de las personas) con mayor o menor empoderamiento.
3. Y en el tercer nivel, el despertar, se encuentra menos del 1% de la población; personas que han tenido alguna percepción (no continuada) de despertar.
Con estos porcentajes, el panorama no es muy alentador. Posiblemente ahora entiendes por qué el mundo es un “valle de lágrimas”. Pero en realidad el mundo es neutro, no es bueno ni malo; solamente es el escenario donde se representa nuestro drama. No hay nada que arreglar ahí afuera, todo está ocurriendo dentro de ti, en la sala de proyección. No le eches la culpa al mundo de lo que te pueda ocurrir o serás una “víctima” (pero no del mundo, sino de ti mismo).
En el primer nivel, el del victimismo, gobierna la “Ley del talión”: ojo por ojo, diente por diente. No creo que nadie perteneciente a esta dimensión esté leyendo este libro, así que pasemos directamente al nivel número dos: quienes aplican la “Ley de la acción”: automejora, fijarse metas, empoderamiento... En suma, son individuos que se refuerzan y luchan por una vida mejor. En el nivel tres están las personas que se aplican la “Ley de la asunción”. Son aquellos que han mirado dentro de sí mismos y han reconocido su auténtica identidad: la Presencia de Yo Soy.
1. Ley del talión
2. Ley de la acción
3. Ley de la asunción
En todos estos niveles se experimenta un deseo innato de libertad, de liberarse de uno mismo (de tu estructura mental egótica). Aunque estas personas no lo viven de este modo, sino que tratan de liberarse de los efectos que ellas están creando. No buscan las causas y apenas luchan contra los efectos. En resumidas cuentas, si se lo preguntamos a todos, reconocerán tener objetivos en la vida, pero comparten un único metaobjetivo: liberarse. La liberación de las limitaciones es la felicidad.
Si me permites una analogía… En términos penitenciarios, los “presos victimistas” son esclavos de sus patrones cerebrales. Sus cadenas son mentales y, al ser invisibles, son muy difíciles de identificar y por tanto de romper. Como todo les ocurre sin que intervenga su responsabilidad, renuncian a mejorar su existencia.
En el nivel de los “presos responsables” están los reclusos cuyo “sueño” (dentro del sueño) es mejorar sus “condiciones carcelarias”: más tiempo en el patio, mejor comida, mejor celda, mejor camastro, mejor trato… y, si puede ser, algún vis a vis de vez en cuando. Estos cautivos han decidido prosperar en la cárcel, pero no despertar del sueño-pesadilla que les mantiene en ella. Se esfuerzan por reformar sus condiciones carcelarias, eso es todo. Salen más horas de la celda, pero lo más lejos que llegan es al patio de la prisión.
El espíritu usa el mundo como un espejo, el ego lo hace como una prisión.
En el nivel de “personas despiertas”, no basta con una mejora de las “condiciones carcelarias”. Solo vale salir de la cárcel. Despertar para liberarse de la esclavitud autoinfligida. Terminar con la pesadilla de una vez por todas. Estas personas son libres porque han acabado con las causas de su esclavitud. Su vida en el mundo no es mejor o peor, es real.
Lector, la libertad que estás buscando no admite negociaciones a la baja o de mínimos. Lo que persigues es de tal magnitud que solo será posible cuando abandones el inmenso malentendido de pensar que estás separado y cuando descubras tu identidad real. La persona que has creído ser nunca será libre, porque su naturaleza es la limitación. Solo trascendiendo el constructo mental del ego encontrarás pastos verdes.
Hay un paso previo al despertar: que tus sueños-pesadillas se conviertan en sueños felices. Resulta necesario, porque estos se encuentran más cerca de la luz que aquellos.
Recuerda la película "Matrix" (si no la has visto,