E-Pack Jazmín B&B 1. Varias Autoras
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Mientras se alejaban, se giró y vio a Pam y a Chelsea con Alex. Este estaba mirando a Bella.
Lo vio levantar la mano y acariciar la mejilla de la niña con cuidado.
–¿Estás bien? –le preguntó Carlos, frunciendo el ceño.
Ella asintió y le soltó el brazo. Carlos miró hacia atrás y se puso todavía más serio.
Siguieron andando hacia el bar en silencio, Yelena abrió la puerta que daba a la entrada del hotel y condujo a Carlos por su interior.
–Bonito lugar –comentó Carlos–. Debe de haber costado miles de millones construirlo.
Yelena se detuvo de repente, haciéndolo parar también a él.
–Cuéntame qué pasó, Carlos.
–¿A qué te refieres?
–Entre Alex y tú. Erais socios. Erais amigos. Y ahora…
–¿Qué te ha contado él? –le preguntó su hermano.
–Nada. Se niega a hablar del tema.
–No me sorprende.
–¿Qué quieres decir?
Carlos arqueó una ceja y siguió andando. Yelena lo siguió.
–Bueno, mira quién era su padre: un hombre que pasó de la pobreza a ser uno de los hombres más ricos de Australia. Es normal que Alex no quiera contarte que lo estropeó todo.
–¿A qué te refieres? –le preguntó su hermana, agarrándolo de la manga para que dejase de andar.
Carlos suspiró y se cruzó de brazos.
–Sprint Travel no va bien.
–¿Por qué? ¿Qué ha fallado? ¿La gestión? ¿El capital? ¿La publicidad?
–Muchas cosas de las que no quiero hablar, pero tendré que llevarlo a juicio.
–¿Vas a enfrentarte a él por la empresa?
–Me sorprende que no lo sepas, teniendo en cuenta todo lo que estás haciendo por él –comentó Carlos–. No tengo elección –añadió–. Sprint Travel no sobrevivirá con Alex Rush al mando. Y Alex hará todo lo que esté en su mano para quedarse con el negocio. Incluido… utilizarte a ti para conseguirlo.
–¿Qué?
–Solo me preocupo por ti, Yelena. He tratado con otros hombres como Alex. Nada lo detendrá para conseguir lo que quiere. Ahora, ¿vamos a tomarnos algo?
Ella negó con la cabeza muy despacio. No podía ser verdad. Alex no era así. Y no le habría escondido aquel tipo de información.
Dejó que Carlos entrase en el bar y volvió a la fiesta con un nudo en el estómago.
Encontró a Alex hablando delante de la cámara de una cadena de televisión nacional. A simple vista, parecía relajado y seguro de sí mismo, pero ella que lo conocía bien sabía que no estaba cómodo. Tenía la mandíbula y los hombros tensos. Y su lenguaje corporal decía lo mismo, que habría preferido estar en cualquier otro lugar.
–… una última pregunta, señor Rush –le dijo la presentadora–. ¿Cómo está, nueve meses después de que lo absolviesen de la muerte de su padre?
Él se puso todavía más tenso, apretó los puños.
Yelena dio un paso al frente.
–Hola, Val. ¿Sabes que no se puede absolver a alguien de algo de lo que no ha sido acusado? –comentó, mirando a su alrededor con naturalidad–. Pensé que iba a venir Mark.
Val Marchetta encogió sus delgados hombros y ladeó la cabeza.
–Me han mandado a mí en su lugar. Me alegro de verte por aquí, Yelena –dijo sonriendo.
–Sí, claro. Alex, ¿puedo hablar contigo un momento?
Lo tomó del brazo, sonrió a Val y se lo llevó.
–No hacía falta que me rescatases –le dijo él con voz tensa.
–Solo quería evitarte la tensión del momento. En cuanto Val empiece a atar cabos, nuestra relación profesional dejará de ser un secreto.
Alex se encogió de hombros.
–Tenía que ocurrir, antes o después.
Habían salido de la zona entoldada y estaban solos, en la oscuridad. Yelena tenía muchas preguntas que hacerle, pero todas se le olvidaron cuando Alex la tomó entre sus brazos y la besó.
Durante unos minutos, disfrutaron del erótico placer de jugar con sus bocas, ajenos a la fiesta, a la gente que charlaba a dos metros de ellos. Yelena se olvidó de lo que había querido decirle, de su hermano… casi se olvidó hasta de su propio nombre.
Cuando Alex rompió el beso, ambos estaban sin aliento.
–¿Quieres marcharte? –le preguntó él.
–No puedo hacerlo.
–No te he preguntado si podías hacerlo, sino si querías.
«Más de lo que puedas imaginarte», pensó ella.
–Alex, estoy trabajando. ¿Has hablado con la prensa, con la otra prensa? –le preguntó.
–Sí, y Pam también.
–¿Y ha ido todo bien?
–Eso parece. Salvo…
–Carlos. ¿Lo has invitado tú? –quiso saber Yelena.
–Sí.
–¿Por qué?
«Para que veas lo manipulador y egoísta que es».
–Porque sé lo mucho que te importa –contestó Alex.
La expresión de Yelena era indescifrable.
–Ha estado haciendo acusaciones.
–¿Acerca de qué?
–De Sprint Travel, parece que pende de un hilo.
–Es cierto.
–¿Pagas una pequeña fortuna a B&H para que te represente y se te olvida contarme eso? ¿Estás loco? ¿O es que no te importa mi trabajo?
–Es complicado –admitió él.
–¡Estoy harta de que la gente me diga eso! Ese es el motivo por el que Carlos y tú discutisteis, ¿verdad?
–Sí.
–Pero