target="_blank" rel="nofollow" href="#fb3_img_img_434fb030-044b-5d9f-92b3-87dae66ea12b.png" alt=""/> Mostrar ostensiblemente su dinero en público. No tiente al diablo. Hágase con pequeñas sumas en las oficinas de cambio. Evite los negocios con extraños en la calle. Esta observación sirve para todas las muestras de riqueza: alhajas, videocámaras, cámaras de alta gama...
Coquetear abiertamente con una bella georgiana. Aunque la sociedad se haya abierto a las influencias externas y se haya vuelto más permisiva, principalmente en Tiflis y las grandes ciudades. En el campo, las tradiciones familiares siguen estando muy marcadas. Los hermanos, a menudo, tienen el cometido de salvar «el honor de la familia», cuestionando las intenciones del pretendiente.
Tomar a un georgiano por un ruso… y decírselo. Esta confusión podía ser habitual en la época de la Unión Soviética, pero hoy no. Los georgianos son muy quisquillosos en estos temas y tienen un sentimiento de pertenencia a la nación muy desarrollado. Si sabe ruso, pregunte gentilmente a su interlocutor si lo habla, de esta manera evitará situaciones tensas o molestas.
Desafiar a uno o varios georgianos para ver quién bebe más. Incluso los viajeros más entrenados no podrán competir con los georgianos menos bebedores.
Negarse a beber (esto se refiere principalmente a los hombres) en un banquete donde usted es el invitado de honor. Salvo que tenga una razón de peso, será muy complicado convencer a sus anfitriones de que no puede beber. Incluso si los georgianos beben de un trago, es primordial participar en el brindis: beba al menos un poco por cortesía. Sepa que intentarán que beba todo lo posible. Rechazar el vino no está bien visto. Si está asustado y no quiere beber ni una sola copa, utilice como pretexto una razón médica. Si no, déjese servir de nuevo (en vez de negarse fríamente, lo que podría tomarse como una falta de respeto y no valdría para nada). Lo más importante en la mesa es tener siempre el vaso lleno, pero procure beber poco en cada brindis y aguante las burlas y reproches que puedan hacerle por ello.
Interrumpir al tamada o intervenir sin su consentimiento. Si quiere levantarse durante el banquete, debe hacerlo con justificación y siempre pidiéndole permiso al anfitrión de la casa.
Cruzar las calles transitadas sin respetar los pasos subterráneos o los pasos de cebra. Todos lo hacen, claro está, a pesar de la presencia de la policía, que seguramente tiene otras cosas mejores que hacer, ya que raramente utilizan sus silbatos para amonestar a los peatones. El peligro viene, sobre todo, por los conductores georgianos, que confunden las calles con circuitos de Fórmula 1. Se recomienda ser prudentes y no hacer nada si no se ve claro.
Hablar mal de algún personaje del país, pues no conoce el tipo de afinidades con las que se puede encontrar. por ejemplo, hablar mal de Stalin. Aunque a la inmensa mayoría de los georgianos les resulta antipático este compatriota de triste memoria, todavía hay nostálgicos del «pequeño padre de los pueblos» y en algunas mesas, especialmente en Gori, se brinda en su memoria. Tenga cuidado con los temas de actualidad que aún producen dolor (conflicto en Abjasia, Zviad Gamsajurdia...). Evite también decir verdades que no todo el mundo quiere escuchar. Sea diplomático.
Intentar pagar a toda costa servicios prestados desinteresadamente. A pesar de las dificultades actuales, los georgianos todavía no han aprendido (afortunadamente) a sacar provecho de su hospitalidad y amabilidad. Es bueno ser generoso pero el reconocimiento no se traduce exclusivamente en dinero y un gesto en este sentido podría ser malinterpretado, incluso ofensivo.
Entrar en lugares de culto como en un mercado y vestido de cualquier manera. Estos lugares suelen ser muy frecuentados; la gente acostumbra a recogerse en ellos durante unos minutos o más a lo largo del día. Por lo tanto, es indispensable guardar silencio y guardar las normas de conducta apropiadas.
Georgia tiene una superficie de 69.700 kilómetros cuadrados; por lo tanto, es tan grande como Irlanda, pero más pequeña que Castilla-La Mancha y que Cataluña y Extremadura juntas. Esta superficie incluye dos territorios separatistas sobre los que no tiene control: Abjasia al oeste y Osetia del Sur, al norte de su parte central. Esto ilustra ante todo que en esta región el concepto de frontera no es nada definitivo: las delimitaciones oficiales a veces tienen poco que ver con la realidad política.
Situada entre el mar Negro y las montañas del Cáucaso, Georgia limita con cuatro estados. En el norte, las repúblicas ciscaucásicas de la Federación Rusia, con las que comparte 723 kilómetros de frontera común. En el oeste con la República Karachéyevo-Cherkesia, Kabardia-Balkaria, Osetia del Norte o Alania, Ingusetia, Chechenia y Daguestán. Por el sudeste Georgia limita con Azerbaiyán (322 km de frontera), al sur con Armenia (164 km) y al suroeste con Turquía (252 km). Dado que las geopolíticas caucásicas son complicadas, las relaciones con estos vecinos no son del todo buenas y la situación puede cambiar rápidamente. En la actualidad Georgia mantiene relaciones tensas con Rusia, difíciles pero cordiales con Armenia y buenas relaciones con Turquía y Azerbaiyán, sus aliados estratégicos, a pesar de que las disputas por las fronteras con este último aparecen de vez en cuando.
Regiones administrativas
De este a oeste, las diferentes regiones georgianas se corresponden vagamente con las regiones históricas. Sin embargo, las divisiones de la época soviética y posteriores han podido ser arbitrarias, con vistas ante todo al equilibrio político de las entidades administrativas. Incluimos una lista, de este al oeste, con sus capitales administrativas:
Kajetia (Telavi), en el extremo este, comprende las montañas de Tusheti.
Mtsjeta-Mtianeti (Mtsjeta), al norte, comprende las montañas del centro-este del Gran Cáucaso (Khevié, Mtiuletia, Khevsureti).
Kvemo Kartli (Baja Kartli) (Rustavi) al sur, que comprende el este del Cáucaso Menor.