Albania. vvaa

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Albania - vvaa Petit Futé

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del XV y que hablan aún, es también una variante del tosco. Se habla guego en el norte de Albania, en Kosovo, en el sur de Serbia, en Montenegro oriental y en Macedonia occidental. Hay variantes intermedias, pero se considera que la división entre el guego y el tosco está marcada por el río Shkumbin. El guego fue durante mucho tiempo la forma literaria estándar, pero la dictadura comunista lo sustituyó por el tosco después de 1945. Los territorios de lengua albanesa de Yugoslavia (principalmente en Macedonia y Kosovo) siguieron también este cambio. Por lo tanto, la mayoría de las publicaciones albanesas están escritas en tosco, aunque el guego es mayoritario.

      Estilo de vida

      DURRËS - Puerto de Durrës.

      © Céline CHAUDEAU

      Arte y cultura

      TIRANA - Mosaico de un edificio público.

      © Julie Briard

      

      Arquitectura

      Arquitectura - Mezquita Et'hem Bey.

      © Julie Briard

      Durante el período comunista, a partir de 1967, los edificios religiosos fueron blanco de una agresiva campaña atea que se tradujo en la destrucción de cerca de 1.600 iglesias, monasterios y mezquitas en todo el país. Los edificios que salvaron se han transformado (cines, hangares, etc.) o se conservan por su valor histórico. Albania posee, por tanto, un patrimonio religioso más limitado que los demás países de los Balcanes. Desde la caída de la dictadura, este patrimonio adolece, por la escasez de medios financieros, de una falta de mantenimiento y de repetidos saqueos. Muchos de estos edificios suelen estar cerrados al público. Hemos intentado, a lo largo de esta guía, detallar los lugares de culto que aún están abiertos al público, en particular las primeras mezquitas otomanas (siglos XV–XVI), con sus ricas ornamentaciones exteriores, las iglesias paleocristianas y bizantinas, así como las iglesias ortodoxas que contienen bellos frescos e iconostasios (mampara cubierta de iconos que separan el presbiterio y su altar del resto de la iglesia). En los últimos veinte años, cada comunidad religiosa se ha hecho con nuevos lugares de culto, a menudo muy masivos como la catedral ortodoxa y la mezquita central de Tirana que figuran entre los más grandes de los Balcanes. Albania posee, sobre todo, una gran concentración de tekkés, lugares de encuentro de las confesiones sufíes instaladas aquí desde el comienzo de la dominación otomana. De este período, el país también heredó algunos puentes, hammams y caravasares, así como numerosas casas de estilo otomano. Por último, Albania posee un amplio y variado patrimonio de casas tradicionales, especialmente bien conservado en Gjirokastra.

      Cine

      La historia del cine albanés comenzó bajo las palmeras de la Croisette. Gran producción albano-rusa, El indómito Skanderbeg del director soviético Sergueï Ioutkevitch fue galardonada en Cannes en 1954 (premio internacional y mención especial para la realización). Pero hay que esperar hasta el 17 de agosto de 1958 para que nazca la primera película verdaderamente producida en Albania: Tana, del director Kristaq Dhamo. Este drama que ensalza los méritos del progreso socialista, refleja bien lo que va a ser la producción cinematográfica de los años 1960 a 1990: un instrumento de propaganda al servicio de la dictadura comunista, cuyas obras son ampliamente desconocidas en el extranjero. Cada año, la empresa estatal Kino Studio lanza una docena de películas, principalmente dramas o relatos históricos sobre los héroes de la nación, así como algunas comedias, musicales y dibujos animados. Durante los años 1970-1980, el estudio también produce entre 20 y 40 documentales al año. Después, todo termina con la caída del régimen. Los cines cierran, incluso en Tirana, que no cuenta con ninguna sala hasta finales de los años 1990. El país tiene hoy cuatro multicines: dos en Tirana, uno en Shkodra y otro en Korça. La producción de películas se reanuda a duras penas en 1996 con Coronel Bunker, del director Kujtim Çashku, una comedia negra sobre el universo paranoico de la Albania de Enver Hoxha. Poco a poco, se crea la Filmoteca Nacional, la Escuela de cine Marquis, la Asociación de Cineastas Albaneses y algunas productoras independientes, entre ellas la de Kujtim Çashku, Ora Films. Gracias a los fondos europeos, se producen un puñado de películas de bajo, presupuesto, cada año, que se ocupan principalmente de la crisis económica y del legado comunista. El comienzo del reconocimiento internacional llegó en los años 2000 con Lemas, de Gjergj Xhuvani (premio de la juventud a la mejor película extranjera en el Festival de Cannes en 2001) y Tirana, año cero, de Fatmir Koçi (Gran Premio del Festival de Salónica en 2002). Actualmente se difunden algunas películas albanesas en Occidente, como Amnistía, de Bujar Alimani, que se estrenó en Francia en 2011. Más recientemente, en 2016, el cortometraje sobre la guerra de Kosovo, Shok, del director británico Jamie Donoughue que fue la primera película en lengua albanesa seleccionada en los Óscar.

      Literatura

      Con la notable excepción de Ismail Kadaré, la literatura albanesa sigue siendo bastante desconocida en Europa. Sin embargo, es una expresión fructífera, que tiene sus raíces en los textos sagrados de la Edad Media. En 1332, el sacerdote dominico francés Guillaume Adam, fue el primero en hablar de una lengua albanesa escrita. Pero el libro más antiguo conocido en albanés es el Meshari (misal) del monje católico Gjon Buzuq publicado en 1555. Es, en el siglo XIX, cuando la literatura albanesa despega impulsada por la unificación de la lengua y el alfabeto. Naïm Frashëri (1846-1900), gran poeta de la Rilindja Kombëtë («Renacimiento nacional»), expresa con gran lirismo la belleza de su país y el deseo de ver a su patria liberada. El comienzo del siglo XX, es un período de madurez para la literatura albanesa. Destacado por dos eclesiásticos y patriotas. El sacerdote católico Gjergj Fishta (1871-1940) el autor del poema más famoso del país, Lahuta e Malcis (El laúd de la montaña), epopeya patriótica de 17.000 versos. El obispo ortodoxo Fan Noli (1882-1965), Primer Ministro durante un breve periodo y expulsado del país por un golpe de estado en 1924, ha exaltado a los patriotas albaneses desde su exilio americano. Después de la Segunda Guerra Mundial, a pesar de la censura, el encarcelamiento de algunos autores y los temas impuestos por el régimen (progreso social, patriotismo), surge una auténtica literatura. Lo demuestran las obras de Dritëro Agolli, Fatos Kongoli y Neshat Tozaj. Dritëro Agolli (1931-2017) goza todavía de una gran reputación en el país. A pesar de su proximidad al poder comunista, consigue aportar frescura a la poesía albanesa e imponer novelas como el Comisario Memo (1974) llenas de un humor popular y sutil la vez. Fatos Kongoli espera la caída de la dictadura para empezar a escribir. Su primera novela, El perdido (1992), hace un retrato frío y desolador de la Albania de los años 1960-1970. El antiguo experto en criminología Neshat Tozaj (nacido en 1943) fue famoso por su novela policíaca Los cuchillos en la que denunciaba los abusos de la Sigurimi en 1989. Más reciente, hay que citar a Dashnor Kokonozi (nacido en 1951), uno de los primeros autores albaneses en tratar el tema de la guerra civil de 1997 en su novela Trans.

      Música

      Al igual que los países eslavos de los Balcanes, las emisoras de radio y las cadenas de música albanesas han sido, desde los años 1990, una fuente de turbo-folk, que mezcla las voces pop, sintetizadores con sonidos vagamente tradicionales y grandes bajos, tomados del tecno

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