Avaritia. José Manuel Aspas
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—Claro, sin ningún problema.
—Desearía que se velase el cuerpo en la intimidad y luego se hiciesen cargo del papeleo y traslado del cuerpo a Croacia.
—¿Quiere usted que se traslade el cuerpo a Croacia?
—Sí. ¿Hay algún problema?
—No, en absoluto. El papeleo es un poco engorroso, es necesario contar con varias autorizaciones, pero sé que no es la primera vez que se realiza un servicio con traslado del cuerpo al extranjero. Como les dije, el negocio lo gestiona la persona de confianza de mi tío y yo no estoy al tanto de temas concretos. Pero no se preocupe, personalmente me interesaré porque se priorice el asunto.
—Aquí solo se encuentran su mujer y una de sus hijas. Están, como comprenderá, desoladas. Me han llamado por si podía ayudarles y quisiera que, en estos momentos tan tristes, se les aliviara de los asuntos triviales que se tienen que resolver en estas circunstancias. En definitiva, ayudarles, son como parte de mi familia.
—Comprendo. —No sabía exactamente el coste de un sepelio de estas características, seguro que un montón de dinero.
—Todo se complica por la situación económica por la que están pasando. Por lo tanto, yo me haré cargo de todos los gastos y deseo que queden satisfechas.
—No sé el coste del traslado ni los pormenores que se exigen en estos casos. No obstante, ahora mismo me reuniré con la persona responsable para que tenga constancia de que se le exige el mejor de los tratos. Le he dicho que me ocuparé personalmente.
—Se lo agradezco —respondió Yuri, visiblemente emocionado.
Era el momento de entablar lazos personales con quien se encargaría de ingresarle un millón de euros en unos días. No había que escatimar cariño y comprensión.
—¿De qué ha muerto?
—Un desgraciado accidente, le arrolló un coche.
—En este momento, ¿dónde se encuentra el cuerpo?
—En el hospital La Fe.
—¿Cómo desea que lo gestionemos?
—Este es el número de teléfono de la viuda. Llámenla y a partir de ese momento, como si les hubiese contratado ella. Yo tengo que partir de viaje inmediatamente. De hecho, he regresado con el único propósito de solucionarlo y con la esperanza de que usted pudiese hacerse cargo de todo.
—Por supuesto. Le repito que desde este mismo momento me ocuparé del asunto. Se la tratará con un cariño especial e intentaremos agilizar el papeleo para el traslado del cuerpo.
—Quedo más tranquilo —manifestó exteriorizando, con un gesto, el gran alivio que sentía—. Se lo agradezco, de verdad.
—Hoy mismo nos pondremos en contacto con la viuda, le diremos que usted nos ha solicitado nuestros servicios. ¿Cuándo ocurrió el accidente?
—Hace dos días. Parece ser que un desalmado le atropelló y se dio a la fuga.
—Comprendo.
—Tal vez, en este caso, las gestiones sean más complicadas que en un fallecimiento por muerte natural. Por ese motivo he acudido a usted. Si pudiera ayudarles, asesorarles, evitarles el papeleo, estaría en deuda con usted. He dejado un tema de trabajo ineludible a medias en Francia, pero no puedo demorar por más tiempo mi partida.
—Pues márchese tranquilo. Nos ocuparemos de solucionar los problemas que surjan y les daremos todo nuestro apoyo.
—Estupendo. Que no les falte de nada, por favor. Cuando todo esté resuelto, mándeme por fax la factura y el número de cuenta donde ingresar el servicio.
—Eso no es problema.
—Lo sé, tenemos confianza. Pero, insisto, esto es un asunto personal, independiente del resto de nuestras negociaciones. ¿Entendido?
—Perfectamente.
Sacó una tarjeta personal donde constaba su número de teléfono y fax. En el reverso le escribió el nombre de la viuda y su número de móvil.
—Ante cualquier duda, llámeme.
—De acuerdo. Aunque pronto nos veremos, espero —comentó deseando que llegase y por si Yuri se había olvidado de su acuerdo.
—Está en marcha y tengo que decirle, confidencialmente, que de forma satisfactoria para nuestros intereses. Tenemos absolutas garantías de que en el próximo pleno del ayuntamiento se aprobará la recalificación de los terrenos.
—Me alegro —respondió aliviado.
—Por lo tanto, no hay de qué preocuparse. En unos días nos pondremos en contacto con usted y nos reuniremos directamente en la notaría para firmar el acuerdo confidencial. Luego, volveremos a reunirnos otra vez en la misma notaría, pero esta vez con sus hermanos para iniciar el papeleo del reparto de la herencia. ¿Ha hablado usted con sus hermanos?
—No, pero no se preocupe, está todo hablado. No obstante, quedaré con ellos y les adelantaré la parte que deben saber.
—Perfecto. —Y levantándose, dio por finalizada la visita.
No perdió el tiempo, había que quedar lo mejor posible con el representante de Vladic Bogdánov. Se dirigió directamente a la funeraria y durante media hora le estuvo explicando al que su tío tenía como responsable y persona con más experiencia en el tema la importancia de prestar un inmejorable servicio. Le pidió que se ocupase personalmente, que delegase durante unos días en otras personas lo que pudiese surgir y se ocupase en cuerpo y alma. Era de vital importancia prestar un excelente servicio a estas personas: que se involucrase en asesorarles, en tramitar todo el papeleo para el traslado, que ocuparse no solo del viaje del cuerpo a destino, también de los pasajes de ellas. En definitiva, cubrir todos los frentes para que la viuda y su hija se sintieran arropadas y apoyadas por un equipo que iba mucho más allá de realizar un mero servicio de funeraria. Le dijo que era un asunto personal, pues un buen amigo se lo pedía, y le mintió diciéndole que, además, se encargarían de cubrir otros servicios parecidos para una comunidad de personas del este de Europa.
—No hay problema —contestó, por fin, el hombre, tras unos momentos analizando mentalmente la solución a los problemas que pudiesen surgir—. Podemos prestarles un servicio personalizado, yo mismo agilizaré los trámites para el traslado del cuerpo. Ya realizamos un servicio de estas características. Primero tengo que visitarles y comprobar que no existen otros problemas; dicho así, parece fácil. Muerte por accidente. Cuando judicialmente permitan que los familiares se hagan cargo del cuerpo, nosotros entramos en acción y punto.
—Perfecto.
—El problema es el coste del servicio.
—Sin límite.
—¿Qué quieres decir? ¿Sin límite?
—Tú trátalas como si fuese tu familia. No hables de dinero, simplemente soluciónales los problemas y cuando le entierren en su tierra, donde pidan, pagarán la factura sin rechistar.
—El