Tanzania, Kilimanjaro, Zanzíbar. vvaa
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Cocodrilo del Nilo – Cocodrilo – Mamba
El cocodrilo, como buen reptil, descansa calentándose al sol mientras abre mucho la boca para evacuar a veces un eventual exceso de calor por transpiración, y se esconde en las orillas o se sumerge en el agua preparando una emboscada. Aprecia los ríos lentos, las desembocaduras y los pantanos. Ataca a todo tipo de presas, sobre todo a cualquier tipo de pez grande, que caza bajo la superficie gracias a un tercer párpado brillante que le permite ver bajo el agua, a herbívoros y a grandes aves que se acercan a los lugares donde hay agua, y a los ñus y las cebras que atraviesan con frecuencia los ríos Grumeti y Mara en el Serengeti durante su migración. Toma una comida por semana aproximadamente, ya que sus capturas son importantes y largas de digerir. Es capaz, en tierra firme, de realizar grandes brincos o de alcanzar a un hombre y, en el agua, puede hacer fulgurantes aceleraciones. Rompe todos los miembros de su presa con grandes impactos de mandíbula para poder tragarlo. Tiene 36 dientes arriba y 28 abajo, que no están hechos para triturar sino para atrapar de un bocado. En general, almacena durante unos días su carne bajo el agua, donde se mantiene aferrada a raíces o a ramas sumergidas a resguardo de los carroñeros, y para hacerla manir: la descomposición permite también desprender trozos. Se traga piedras que lo llenan y ayudan a su tubo digestivo a triturar sus alimentos. Tiene una longevidad media de 60 años. Los hombres lo cazan por la bonita piel flexible de su vientre. Las lágrimas de cocodrilo son sólo el resultado de la compresión de glándulas cuando abre la boca. Chilla. Los apareamientos se producen bajo el agua. Es un ovíparo: después de cuatro meses, la hembra pone sus huevos en un agujero de un metro de profundidad, hasta más de cien metros de la orilla y los cubre de tierra o de arena para una incubación de unos tres meses. Este nido sirve de protección contra depredadores y de regulador térmico: la temperatura ambiente influirá en el sexo. Entre 30° C y 34° C, la proporción de machos será muy superior. Las crías son una presa apreciada por las zancudas, pero los adultos se lo pagan con la misma moneda. Su cola, que representa alrededor de un tercio a la mitad de su longitud, es una maza ancha y musculosa cubierta de protuberancias córneas que forman dos espolones traqueales que convergen en una sola en el extremo; es un gran órgano de propulsión. En la parte delantera, las placas óseas de su caparazón fusionan con los huesos del cráneo. Su crecimiento continua a lo largo de toda su vida, aproximadamente 30 centímetros al año: puede superar entonces los cinco metros, los récords se sitúan alrededor de siete metros. Su oído es muy superior a su vista.
Topi – Topi Topi
Antílope de unos 120 kilos, el damalisco se parece al alcélafo, aunque es ligeramente más pequeño, tiene cuernos menos replegados hacia atrás, es de color marrón más oscuro y tiene una zona negra en la cara y en la parte superior de las cuatro patas. La cruz es también aquí mucho más alta que la grupa. Los damaliscos viven en manadas de varias decenas. Migran con los ñus, las cebras y los alcélafos. Pueden prescindir de agua durante largos períodos, siempre que la hierba sea abundante. El león es su predador principal.
Damán – Hyrax – Pimbi
Pequeño mamífero de tres a cuatro kilos, parecido a una marmota sin cola, el damán es un pariente cercano del elefante, por sorprendente que parezca. Los damanes viven en colonias de varias decenas. Hay dos subespecies: el damán de árbol, que vive en lo alto de las ramas y no baja hasta la noche para ir a buscar frutas y hojas, y el damán de las rocas, que realiza prodigiosos brincos sobre los bloques rocosos donde vive, y a los que se adhiere gracias a las almohadillas elásticas que tiene bajo las patas. Es una presa apreciada por los leopardos, las águilas y las pitones.
Dicdic – Dik-dik – Digidigi
El dicdic es un antílope de hocico alargado muy pequeño, vive en pareja y, de hecho, es fiel toda su vida, lo que merece mencionarse pues es bastante raro en el reino animal. El dicdic pesa menos de 4 kilos. En particular, vive en los matorrales de acacias, donde los espesos arbustos le permiten refugiarse cuando huye haciendo zigzags. Los dicdics suelen dejar todos sus excrementos en el mismo lugar, en montones. Su nombre procede probablemente del sonido que emiten en caso de alerta.
Eland o alce del Cabo –Eland – Pofu
El eland del Cabo, el mayor de los antílopes, tiene la apariencia de un bovino y pesa unos 800 kilos, para una altura de 1,75 m. Tiene largos cuernos rectilíneos en espiral. Es muy asustadizo y, por lo tanto, difícil de observar de cerca. Vive en manadas de varias decenas con un macho dominante; los demás machos viven en grupos apartados, y sólo los viejos machos viven en solitario. El eland es capaz de realizar enormes brincos (dicen que puede saltar por encima de otro eland desde una posición quieta). Marca su territorio frotando su copete de la frente en su orina y luego en los arbustos y los árboles. Pace antes de pastar, destierra a veces tubérculos con sus pezuñas y utiliza sus cuernos para arrancar pequeñas ramas con un rápido movimiento del cuello. El eland está presente en el Kilimanjaro por encima incluso de los 4.600 metros de altitud.
Elefante – Elephant – Tembo
El elefante africano es más grande que su primo asiático, tiene orejas más anchas, una piel más arrugada, la frente más afilada (y, por tanto, menos plana), los colmillos más largos, una trompa de dos metros cuyo extremo, muy sensible, termina con dos apéndices o labios simétricos que hacen las veces de dedos, y una espalda sin joroba o incluso honda. No se puede montar, aunque los cartagineses lo hicieron en una época. Mide hasta cuatro metros en la cruz y pesa más de seis toneladas al final de su vida. El elefante de bosque, más al oeste de África, tiene menor tamaño.
Durante mucho tiempo, los elefantes de Tanzania fueron objeto de una caza intensiva pero hoy han dejado de ser una especie amenazada, a pesar de que la caza continúa eliminando los especímenes más bellos. Es raro ver largos colmillos, mientras que en 1898, en Tsavo, un cazador trajo un par de colmillos que pesaban 98 y 103 kilos cada uno y medían más de tres metros. Este material de múltiples cualidades es muy codiciado desde hace milenios, ya sea para elaborar los palanquines de China, los puños de daga y las piezas de juegos de Oriente Medio, o las joyas y objetos decorativos o religiosos de Occidente. Hoy en día, sigue alimentando muchos tráficos. Aunque el comercio de marfil ha sido prohibido en la mayoría de los países desde la Conferencia de Lausana de 1979, organizada bajo el amparo de la CITES (convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de fauna y flora), sigue sobreviviendo cierta caza furtiva debido a la rescisión de este acuerdo por parte de Japón, Namibia, Zimbabue y Botsuana en junio de 1997. Este comercio pasa, en particular, por los países vecinos con una situación política inestable y cuyos diversos tráficos financian los conflictos. Además, incluso los cazadores legales siguen autorizados a conservar sus trofeos. Los colmillos, mayores en el macho, son los incisivos superiores, que crecen durante toda su vida. En particular, sirven para cavar en el suelo y encontrar sales minerales, arrancar ramas o cortezas para alimentarse. A menudo se estropean o son asimétricos.
El elefante vive en manadas de 10 a 20 individuos, conducidas por una vieja hembra y con un macho dominante. Durante los períodos de sequía, pueden formar grupos de varios cientos de especímenes. En estos animales muy sociables, tanto como el león o el babuino, sólo los viejos machos suelen volverse a veces solitarios. Se comunican mediante sonidos muy variados, desde el ultrasonido que se oye a unos diez kilómetros hasta el bramido emitido a la vez por la trompa y la boca como signo de intimidación. Las diferentes posiciones de las orejas y de la trompa expresan también su humor: la trompa erguida y las orejas desplegadas anuncian, por ejemplo, el ataque. Un movimiento regular y tranquilo de las orejas es señal de una sensación excesiva de calor (su gran capilaridad permite, por una mezcla del aire, refrescarse regulando la temperatura de su sangre). Encontramos elefantes en la sabana y el bosque de montaña, hasta casi 3.000 metros, al norte y al oeste del Kilimanjaro. En la época romana, se señalaba su presencia hasta el norte de África.