Sigmund Freud: Obras Completas. Sigmund Freud

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Sigmund Freud: Obras Completas - Sigmund Freud biblioteca iberica

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(Pág. 364.)

      «Consideraciones confesionales», para Strachey es clara la referencia de Freud al antisemitismo reinante en esa época en Viena. (Nota del E.)

      Es singular cuánto se limita aquí mi recuerdo despierto en favor de los fines del análisis. En realidad, he conocido a cinco tíos míos, alguno de los cuales me han inspirado gran cariño y respeto. Pero en el momento en que he logrado vencer la resistencia que a la interpretación se oponía, me digo: «No he tenido más que un tío, el tío José, y es éste, precisamente, aquel a que mi sueño se refiere.»

      Goethe (Fausto):

      «Das Beste, was du wissen kannst,

      Darfst du den Buben doch nicht sagen.»

      La señora v. Hugh-Hellmuth ha comunicado un sueño (Internat. Zeitschr. f. ärtzl. Psychoanalyse, III) que justifica como ningún otro mi adopción del término «censurar». La deformación onírica actúa en este sueño como la censura postal, borrando aquellos pasajes que cree inaceptables. La censura postal suprime tales pasajes con una tachadura, y la ceensura onírica los sustituye, en este caso, por un murmullo inteligible.

      Para la mayor comprensión del sueño indicaremos que la sujeto es una señora de cincuenta años, muy distinguida y estimada, y viuda, hacía ya doce años, de un jefe del Ejército. Tiene varios hijos, ya mayores, y uno de ellos se hallaba, en la época del sueño, en el frente de batalla.

      He aquí el relato de este sueño, al que podríamos dar el título de «sueño de los servicios de amor»: la señora entra en el hospital militar N. y manifiesta al centinela que desea hablar al médico director (al que da un nombre desconocido) para ofrecerle sus servicios en el hospital. Al decir esto acentúa la palabra «servicios» de tal manera, que el centinela comprende en seguida que se trata de «servicios de amor». Viendo que es una señora de edad, la deja pasar después de alguna vacilación; pero, en lugar de llegar hasta el despacho del médico director, entra en una gran habitación sombría, en la que se hallan varios oficiales y médicos militares, sentados o de pie, en derredor de una larga mesa. La señora comunica su oferta a un médico, que la comprende desde las primeras palabras. He aquí el texto de la misma, tal y como la señora lo pronunció en su sueño: «Yo y muchas otras mujeres, casadas, solteras, de Viena, estamos dispuestas con todo militar, sea oficial o soldado…» Tras de estas palabras, oye (siempre en sueños) un murmullo; pero la expresión, en parte confusa y en parte maliciosa, que se pinta en los rostros de los oficiales, le prueba que los circunstantes comprenden muy bien lo que quiere decir. La señora continúa: «Sé que nuestra decisión puede parecer un tanto singular; pero es completamente seria. Al soldado no se le pregunta tampoco, en tiempos de guerra, si quiere o no morir.» A esta declaración sigue un penoso silencio. El médico mayor rodea con su brazo la cintura de la señora y le dice: «Mi querida señora, suponed que llegásemos realmente a ese punto…» (Murmullos.) La señora se liberta del abrazo, aunque pensando que lo mismo de aquél que otro cualquiera, y responde: «Dios mío, yo soy una vieja, y puede que jamás me encuentre ya en ese caso. Sin embargo, habrá que organizar las cosas con cierto cuidado y tener en cuenta la edad, evitando que una mujer vieja y un muchacho joven… (Murmullos.) Sería horrible.» El médico mayor: «La comprendo a usted perfectamente.» Algunos oficiales, entre los cuales se halla uno que le había hecho la corte en su juventud, se echa a reír, y la señora expresa su deseo de ser conducida ante el médico director, al que conoce, con el fin de poner en claro todo aquello; pero advierte, sorprendida, que ignora el nombre de dicho médico. Sin embargo, aquel otro al que se ha dirigido anteriormente le muestra, con gran cortesía y respeto, una escalera de hierro, estrecha y en espiral, que conduce a los pisos superiores, y le indica que suba hasta el segundo. Mientras sube, oye decir a un oficial: «Es una decisión colosal. Sea joven o vieja la mujer de que se trate, a mí no puede por menos de inspirarme respeto.» Con la consciencia de cumplir un deber, asciende la señora por una escalera interminable.

      El mismo sueño se reproduce luego dos veces más en el espacio de pocas semanas y con algunas modificaciones que, según la apreciación de la señora, eran insignificantes y perfectamente absurdas.

      Tales sueños hipócritas no son nada raros. Hallándome en una ocasión consagrado al estudio de un determinado problema científico, tuve varias noches, casi seguidas, un sueño fácilmente desorientador, cuyo contenido era mi reconciliación con un amigo del que hace ya tiempo hube de prescindir. A la cuarta o quinta vez conseguí por fin aprehender el sentido de estos sueños. Residía en la incitación a echar a un lado el resto de consideración que aún me inspiraba dicha persona y a desligarme de ella en absoluto. Pero en el sueño se había disimulado hipócritamente este sentimiento, presentándose convertido en su contrario. De otra persona he comunicado un «sueño de Edipo» de carácter hipócrita, en el que los sentimientos hostiles y los deseos de muerte de las ideas latentes quedaban sustituidos por una manifiesta ternura. («Ejemplo típico de un sueño de Edipo, disfrazados».) Más adelante (Material y fuente de los sueños), citaremos otro género de sueños hipócritas. (El amigo parece ser W. Fliess.)

      Adición de 1930: «Posteriormente encontramos ejemplos en que, al contrario, un sueño realizaba un deseo por parte de la segunda instancia.»

      Soy el primero en lamentar la intercalación en el presente estudio de desarrollos correspondientes, como el que antecede, a la psicopatología de la histeria, y que expuestos, además, aislada y fragmentariamente, no pueden tampoco proporcionarnos grandes esclarecimientos. Pero si por medio de ellos quedan indicadas las íntimas relaciones que enlazan los sueños a las psiconeurosis, quedará cumplido el propósito que me guió a acogerlos.

      Del mismo modo que el «salmón ahumado» en el sueño de la comida fracasada.

      Sucede con frecuencia que al relatarnos un sujeto su sueño suprime, sin darse cuenta, fragmentos del mismo cuyo recuerdo no surge sino después, en el curso del análisis. Estos fragmentos, agregados a posteriori, nos proporcionan siempre la clave de la interpretación. Véase lo que después exponemos sobre el olvido de los sueños.

      Strachey recuerda que la expresión «traer a la casa», en alemán (‘heimführen’) también significa casarse. (Nota del E.)

      Varios de mis oyentes me han comunicado también en los últimos años sueños negativos que constituyeron su reacción a su primer contacto con mi teoría.

      Un gran poeta contemporáneo, del que me han dicho que no quiere ni oír hablar del psicoanálisis y de la interpretación onírica, ha hallado, sin embargo, una fórmula casi idéntica para la esencia del sueño: «La emergencia independiente de intensos deseos reprimidos bajo rostro y nombre falsos.» (Spitteler.)

      Anticiparé también aquí la aplciación y modificación que Otto Rank ha llevado a cabo de la fórmula básica arriba citada: «El sueño presenta siempre, sobre la base y con el auxilio de material sexual infantil reprimido, deseos generalmente eróticos como realizados en forma encubierta y simbólicamente disfrazada.»

      Adición de 1925: «Hasta ahora puedo decir que he adoptado la fórmula de Rank como propia. La versión abreviada, arriba mencionada, me parece adecuada. Sin embargo, el simple hecho de haber mencionado la modificación propuesta por Rank ha sido suficiente como para desatar incontables acusaciones contra el psicoanálisis de que ‘todos los sueños tienen un contenido sexual’. Si esa modificación se toma en el sentido en que fue señalada, se demostraría la forma inconsciente que acostumbran los críticos llevar a cabo sus funciones y la ligereza con que los adversarios desestiman aún las más claras afirmaciones que no le dan salida a sus tendencias agresivas, ya que solo unas páginas antes hice mención de la variedad de deseos cuya realización se ve en los sueños infantiles (deseos de tomar parte en una excursión o navegar en un lago o asistir a una comida que faltó, y así por el estilo); y en otros

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