Pack Bianca y Deseo marzo 2021. Varias Autoras

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      Paul la miró con curiosidad.

      –¿Y cómo fue?

      –Ethan me puso en una situación en la que las únicas opciones que tenía eran dejarme llevar y fingir ser la nieta de Grady o decirle la verdad y arriesgarnos a que él no se recuperara del golpe.

      Aunque no le sorprendió que ella culpara de todo lo ocurrido a Ethan, Paul le dijo:

      –¿Por qué no me dices lo que ocurrió?

      –Ethan me hizo una encerrona. Yo pensaba que iba a ir a visitar a Grady como Lia. En vez de eso, cuando me coloqué al lado de la cama y le di la mano, tanto Ethan como él empezaron con lo de ser la hija de Ava.

      –Entonces, ¿culpas a mi abuelo también de esta situación?

      –No. Sí. Más o menos. Ethan me dijo que a Grady se le había ocurrido a él solo la idea.

      –¿Y tú no mencionaste nada sobre que Grady podría mejorar si su nieta aparecía milagrosamente?

      Lia se quedó boquiabierta.

      –¿Con qué fin?

      –Los Watts somos una familia rica, de las familias más antiguas de Charleston. Tenemos poder e influencia en esta ciudad. Tal vez te gustó la idea de formar parte de todo eso.

      –No lo creo. De hecho, todo suena bastante estresante e intimidante, por no mencionar que tendría la amenaza de una sencilla prueba de ADN pendiendo sobre mi cabeza constantemente.

      –Y, sin embargo, estás aquí –comentó él–. Y aquí estoy yo también, maldita sea. Odio tener que mentirle a toda mi familia, pero sobre todo a Grady.

      –Yo me siento igual. Tu madre y tu tía han sido muy amables conmigo y tus primos son muy agradables. Es horrible no poder decir la verdad, pero luego veo lo contento que está Grady y lo veo mejorar un poco todos los días y pienso que toda esta situación podría merecer la pena.

      Paul se negó a verse persuadido por sus palabras.

      –Estoy seguro de que esa es la lógica que Ethan y tú habéis usado para justificar lo que habéis hecho, pero mentir está mal.

      –La mayoría de las veces, pero no siempre. ¿Qué hay de lo de mentir para proteger los sentimientos de alguien? Mientras la mentira no sea maliciosa, no hace daño a nadie.

      A Paul todo aquello le sonaba como un montón de excusas, pero había decidido invitarla a aquella visita a su casa para comprenderla un poco más y aquella conversación le estaba enseñando muchas cosas.

      –Entonces, ¿no crees eso de que la verdad nos haga libres?

      –No siempre. A veces puede ser dolorosa.

      –Pero eso no justifica la mentira.

      Lia se encogió de hombros.

      –Tendremos que estar de acuerdo para estar en desacuerdo.

      Paul la miró y vio que ella estaba contemplando el paisaje por la ventanilla. A pesar de las opiniones encontradas que ambos tenían, no podía evitar sentirse fascinado por ella.

      –Supongo que sí.

      Un profundo silencio cayó entre ellos y no se rompió ni siquiera cuando Paul tomó el desvío que conducía a su casa. Tras aparcar delante de ella, apagó el motor y la miró. Lia irradiaba desilusión y dolor, pero Paul se negaba a dejarse arrastrar por ello. A pesar del efecto positivo que tenía sobre Grady, no podía olvidar que Lia Marsh tan solo iba a causar problemas a su familia.

      Ella estaba ocultando algo. Tan solo tenía que averiguar de qué se trataba. Por eso, había decidido mudarse a los antiguos establos, que estaban en la parte posterior de la finca, durante las próximas dos semanas para poder vigilarla. Quería que Lia comprendiera que a él no le engañaba con sus aparentemente buenas acciones.

      –Solo estaré dentro unos minutos –dijo–. ¿Quieres esperar aquí o prefieres entrar?

      –Como prefieras.

      La cerradura electrónica se desbloqueó en cuanto él se acercó. Abrió la puerta y le indicó a Lia que pasara. Después de sugerirle que admirara las vistas, la dejó mirando la playa desde el enorme ventanal que componía una pared entera de su salón. Ya en su dormitorio, deshizo la maleta y cambió los trajes que había llevado a la conferencia por los pantalones y camisas más informales que prefería para ir a trabajar.

      Antes de que hubiera terminado, su teléfono empezó a sonar. Miró la pantalla y vio que se trataba de Ethan. La intranquilidad que había estado sintiendo por la actitud de su hermano se alivió ligeramente.

      A pesar de las expectativas de la familia, era Ethan y no Paul quien iba a suceder a Grady como mediador en la familia y la persona que tomaba las decisiones. Ethan siempre había sido el más empático de los dos hermanos. Extrovertido y simpático, tenía a estar más en contacto con los sentimientos. Aunque era el más joven, todo el mundo acudía a él para consejo y apoyo.

      Por el contrario, Paul era más como un lobo solitario.

      –Ya iba siendo hora de que me devolvieras las llamadas –respondió Paul con irritación mientras cerraba la puerta del dormitorio por si a Lia se le ocurría escuchar la conversación.

      –Antes de que te pongas en tu papel de hermano mayor y empieces a echarme la charla sobre lo mucho que he metido la pata, dime que no ves un cambio espectacular en Grady.

      –Está bien. Admito que Grady está mejor y que el hecho de creer que Lia es la hija de Ava es la razón de ello, pero, ¿por qué me metiste a mí en este asunto diciendo que yo fui quien la encontró?

      –Pensaba que, si te llevabas el mérito de haber hecho algo que hiciera muy feliz a Grady, vuestra relación mejoraría.

      –Te equivocaste al pensar que meterme en tu plan me haría sentirme menos furioso contigo. ¿Has pensado bien todo esto? Se va a quedar destrozado cuando se sepa la verdad y te aseguro que se sabrá, porque no pienso dejar que todo esto se prolongue.

      –Nunca pensé que lo harías, pero, dentro de unas semanas, él estará más fuerte… O tal vez ella no tenga que irse. Piénsalo bien –prosiguió Ethan al escuchar que Paul se disponía a protestar–. Se pasa la vida conduciendo por todo el país con una caravana, trabajando en lo que encuentra. Esa no es vida. En vez de eso, podría quedarse con nosotros y ser nuestra prima.

      –¿Has perdido la cabeza? –le preguntó Paul atónito–. No sabemos nada de esta persona.

      –Yo sí lo sé. Es auténtica y amable. Todo el mundo la quiere.

      –¿Incluso tú?

      –¿Cómo dices? –exclamó Ethan. Entonces, soltó una carcajada–. Claro que no.

      Lejos de estar satisfecho por la respuesta de su hermano, Paul siguió preguntando.

      –¿Está ella enamorada de ti?

      –No.

      –¿Estás

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