Pack Bianca y Deseo marzo 2021. Varias Autoras
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–¿Qué princesa eres hoy?
–Bella, de La bella y la bestia. La película de Disney sobre el príncipe que se ve transformado en una bestia y que solo se puede salvar por alguien que le ame tal y como es.
–¿Por qué te vistes como personajes Disney?
–Porque a los niños les encanta. También agradecen cuando aparezco sin disfraz para estar con ellos, pero cuando los visito vestida de Bella, de Elsa, de Cenicienta… se olvidan de lo enfermos que están.
–¿Cómo empezaste a hacer esto?
–Supongo que podríamos decir que crecí queriendo ser una princesa. Me imaginaba que era como Rapunzel o la Bella Durmiente, encerrada en una torre alejada de mis padres. Oculta. Cuando me hice mayor, me obsesioné con conseguir un trabajo en Disney como una de las princesas.
–¿Y qué ocurrió?
–Me convertí en un personaje Disney, sí, pero no fue una de las princesas.
–¿Uno de los malos?
–No. Dale. De Chip’n Dale. Las ardillas. Llevaba puesto una enorme cabeza de ardilla y me daba mucho calor. Era muy incómodo, pero merecía la pena porque a los niños les encantaba.
–¿Cómo pasaste de ser un personaje Disney a masajista?
–Ya te he dicho que ese disfraz me daba mucho calor. Ser un personaje Disney no era tan glamuroso como yo había esperado. Una de mis compañeras estaba dando clases para convertirse en masajista y me pareció buena idea. Era una manera de ayudar a la gente y eso es lo que realmente me gusta hacer.
–Ciertamente has tenido un gran impacto en Grady, así que supongo que tienes habilidad para que la gente se sienta mejor.
–Gracias por decir eso…
–¿Cómo vas a llegar al hospital?
–Andando. Solo está a quince minutos de aquí.
–¿Por qué no te llevo en coche?
–De verdad, no es ningún problema.
–Insisto.
–Me gusta andar.
–A mí también. Podría ir andando contigo.
Lia se colocó las manos en las caderas y arqueó las cejas.
–¿No tienes ningún malo al que perseguir?
–No. Acabo de cerrar una investigación muy importante, así que me he tomado la tarde libre –le dijo Paul. Entonces, le ofreció el brazo a Lia con gesto galante, algo que la sorprendió profundamente–. No puedo pensar en nada que yo pueda disfrutar más que ver cómo haces de Bella.
–Normalmente estoy allí durante un par de horas. Estoy segura de que tienes cosas mejores que hacer.
–Deja de intentar librarte de mí –protestó Paul–. No hay ninguna otra cosa que prefiera hacer en este momento –añadió. Y, a su pesar, era cierto.
Lia parecía querer seguir oponiéndose, pero se encogió de hombros y se agarró al brazo de Paul. El delicado contacto produjo en él tanta impresión que le costó concentrarse mientras ella le contaba cómo Bella y Bestia se enamoraron.
A Paul nunca le pareció que quince minutos pasaran tan rápidamente y enseguida se encontraron en el hospital. Lia parecía ajena al revuelto que causaba su presencia. Todos los trabajadores del hospital la saludaban afectuosamente. Paul se fijó que algunas de las visitas la miraban atónitos o incluso se reían del elaborado disfraz. Se sorprendió mirando con desaprobación a algunos, que en realidad reaccionaban de la misma manera que él cuando la vio por primera vez.
–¿Qué? –preguntó él al ver la expresión divertida con la que ella lo miraba mientras esperaban el ascensor.
–Estaba pensando que, por el modo en el que has mirado a esas personas, harías de Bestia estupendamente.
–Supongo que no estoy hecho de la pasta del Príncipe Azul.
–Pues podrías…
–No. Ethan es el Príncipe Azul.
–¿Ethan? ¿De verdad te lo imaginas disfrazado con casaca y pantalones de montar a caballo?
–Tal vez para la mujer adecuada…
–No creo que le gustara actuar…
–A mí tampoco.
–Creo que te sorprenderías… –murmuró ella mientras lo miraba muy fijamente.
La sonrisa que Lia le dedicó le provocó una oleada de calor por todo el cuerpo. Entraron en el ascensor, pero, antes de que él pudiera encontrar una respuesta, las puertas volvieron a abrirse y, en menos de un segundo, se encontraron en el pasillo de la planta de pediatría. Ella se detuvo durante un instante, respiró profundamente y cerró los ojos. Un seguro después, los abrió y una maravillosa sonrisa frunció sus labios. Era como si se hubiera convertido en una persona totalmente diferente.
Aquella transformación dejó a Paul sin palabras. La siguió hasta el puesto de las enfermeras y, después de que ella saludara a todo el mundo, lo presentó a él. Varias enfermeras los acompañaron hasta una sala donde los niños se habían reunido para jugar. La aparición de la adorada princesa provocó una increíble alegría en los niños.
Paul observó el espectáculo completamente hipnotizado junto a un grupo de padres. Observó cómo ella iba de niño en niño, esparciendo alegría a su paso. Llamaba a algunos de los niños por su nombre. El efecto no solo se producía en los niños. Paul vio cómo algunas madres echaban a llorar al ver los rostros felices de sus hijos. Una vez más, Lia estaba sacando la magia que había utilizado para alejar a Grady del borde de la muerte.
Sintió que se le hacía un nudo en el pecho y lo frotó suavemente para aliviarlo. Lia era demasiado. Recordó las palabras de Ethan el primer día, afirmando que era completamente auténtica mientras Paul solo pensaba en desenmascararla. Sin embargo, en ese momento, estaba dispuesto a darle el beneficio de la duda.
Y aquello empeoraba todo aún más.
Controlar la atracción había sido más fácil cuando tenía motivos para sospechar de ella. Sin embargo, en cuanto empezó a cantar, todo cambió. Paul jamás habría imaginado que se sentiría atraído por un espíritu libre como Lia. Sus ideas sobre el poder curativo de la música y de la aromaterapia parecía más una utopía que un hecho real. Sin embargo, no podía negar la increíble mejora de Grady.
Ni cómo estaba cambiando su propia opinión.
Durante la siguiente hora, Lia mostró un extenso repertorio de canciones infantiles. Cuando por fin terminó la actuación