Arriesgando el corazón. Amanda Browning

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Arriesgando el corazón - Amanda Browning Bianca

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de la gente son algo curioso. Yo me atrevería a decir que un ladrón no querría que hirieran sus sentimientos cuando se dice la verdad de él.

      Kari le dio una patada al suelo.

      –No es lo mismo, y lo sabe. Se suponía que ese artículo era sobre el compromiso de Sarah. Pero sólo le dedican a ello un par de párrafos, el resto trata del escándalo de su padre. Él ya pagó por lo que hizo y usted no tenía derecho a sacarlo de nuevo a la luz. Ni a hacérselo pagar a ella. Quiero una disculpa. ¡No! ¡La exijo!

      –¿La exige?

      Si ella no hubiera utilizado esas palabras, él habría reaccionado de otra manera, pero lo había hecho, y con ello había pulsado algunos botones que él casi se había olvidado de que existían.

      La segunda esposa de su padre había sido una mujer muy exigente y Lance creía que esa fue una de las razones que llevaron a una muerte temprana a su padre. No era de extrañar que él no respondiera muy bien a las exigencias.

      –Querida, puede que usted viva en un mundo en el cual todas sus exigencias se vean satisfechas, pero eso no va conmigo. Eso me lleva a otra verdad que puede que no le guste. El mundo no gira alrededor de usted y sus deseos y no le vendría mal que se bajara del caballo, dejara de exigir esto y aquello y empezara a pedir las cosas por favor, como el resto de los mortales.

      –¿Cómo se atreve? –le preguntó ella poniéndose roja de ira.

      Todo aquello le parecía más doloroso porque se dio cuenta de que él tenía razón.

      –Muy fácil. Su amabilidad me obliga a ponerme en este plan. Muy bien, princesa, ya ha dicho lo que quería, ahora es mi turno. Ha entrado aquí sin ser invitada, lo que significa que ya sabe donde está la puerta. Ciérrela cuando salga.

      Lance se volvió a sentar entonces, cerró los ojos y colocó de nuevo los pies sobre la mesa.

      Kari lo miró impotente, sabiendo que había cometido un error táctico.

      –Es usted despreciable. Esto no ha terminado todavía. Nuestra familia es bastante conocida por aquí.

      Él se rió secamente.

      –Me preguntaba cuándo llegaríamos a esto. También la mía es bastante conocida.

      –Sin duda por tener que ver con todo lo sórdido y lamentable que pase por aquí. ¡Un apellido del que sentirse orgulloso!

      –Ahora sí que ha terminado. O se va por su propio pie o a patadas en el trasero, como quiera, pero tenga por seguro que se va a ir.

      Kari lo miró fijamente. Tenía ganas de gritar de frustración, pero sabía que no iba a conseguir nada de ese hombre.

      –Me voy. Debería haber sabido que venir aquí iba a ser una pérdida de tiempo. ¡Es imposible apelar a los buenos sentimientos de alguien que no tiene ninguno!

      Abrió la puerta y casi se dio de bruces con el hombre que iba a entrar. Pasó a su lado sin mirarlo y salió de allí tan enfadada como cuando había llegado. ¡Ese tipo! Esperaba que se cayera de ese sillón y se partiera el cuello.

      ¡No quería volverlo a ver en toda su vida!

      Capítulo 2

      NICK Fraser miró a la mujer que se alejaba y luego entró en su despacho.

      –¿Qué quería? –le preguntó con curiosidad a su primo.

      Lance bajó las piernas de la mesa, se levantó y empezó a pasear por el pequeño despacho, maldiciendo en voz baja. Luego miró a su primo con los párpados entornados.

      –Tenía una queja y me confundió contigo. Debían haberte estado pitando los oídos. Esa dama tiene unos sentimientos muy fuertes hacia ti, y ninguno de ellos bueno. Me debes una por haberme puesto en medio, Nick.

      –¿Por qué no le has dicho quién eras?

      –Porque no me dio la oportunidad de hacerlo –mintió Lance–. Eso al principio, pero luego no se lo habría dicho ni en broma.

      Nick contuvo una sonrisa.

      –¿Te ha hecho enfadar? –le preguntó divertido.

      Su primo lo miró fijamente.

      –Esa mujer…

      Pero cuando vio la cara de risa de su primo, Lance se contuvo, respiró profundamente, puso los brazos en jarras y se quedó mirando a la puerta. Su ira se esfumó como la niebla en un día soleado y se vio reemplazada por una sensación cálida en su interior. Agitó la cabeza y sonrió de repente.

      –Era magnífica, ¿no te ha parecido?

      Ahora que ella se había marchado le estaba empezando a gustar. Nunca había conocido a ninguna como ella.

      –Sólo he llegado al final, ¿recuerdas? –respondió Nick sonriendo también.

      –He conocido a presidentes de empresas con menos valor. Créeme, Nick, se ha enfrentado cara a cara conmigo y no ha cedido ni un centímetro. Me pone la piel de gallina sólo con pensarlo.

      La verdad era que Lance hasta se sentía orgulloso de ella, a pesar de haber sido él el receptor de sus puñetazos verbales.

      –De acuerdo, te ha impresionado, ¿pero y ella? A mí me ha parecido que no le has causado muy buena impresión, compañero. ¿Qué ha pasado con el famoso encanto de los Kersee?

      –En ese momento no quise encantar a esa gata salvaje. Lo que quería era matarla.

      Lo cierto era que se había pasado la mitad del tiempo deseando estrangularla y la otra mitad preguntándose cómo sería hacer el amor con ella.

      –¿Y ahora? ¿Has cambiado de opinión?

      Nick sentía curiosidad porque nunca antes había visto así a su primo.

      Lance pensó en la forma en que ella se le había enfrentado y se dio cuenta de que eso era lo que más le había impresionado. Ella se había mostrado orgullosa, valiente y leal con su amiga. Como acababa de decirle a Nick, había estado magnífica. Le había hecho sentir muchas cosas en nada de tiempo y se daba cuenta de que ella era alguien especial. Tan especial que sería tonto si la dejara escapar. Con los años había descubierto que había veces que había que hacer caso al instinto y esta era una de esas veces.

      Miró fijamente a su primo.

      –Ella es la mujer, Nick. Es la mujer con la que me voy a casar –dijo completamente convencido.

      Nick se quedó absolutamente perplejo.

      –¿Qué?

      –Que me voy a casar con ella.

      –¡Estás loco!

      –Nunca he estado más cuerdo en mi vida –respondió Lance pensando en esos grandes ojos azules de ella.

      Nick se apoyó en el borde de su mesa.

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