E-Pack HQN Jill Shalvis 1. Jill Shalvis
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Читать онлайн книгу E-Pack HQN Jill Shalvis 1 - Jill Shalvis страница 36
–¿Qué? –preguntó su madre.
–Estoy esperando a que me cuentes el verdadero motivo por el que estás aquí.
–Te he echado de menos.
–Yo también, mamá.
–Han pasado varios meses –dijo su madre–. La verdad es que nos llevamos mejor cuando pasa tiempo entre las visitas.
Kylie abrió la boca para negarlo, pero era cierto, y su madre se echó a reír al ver su cara.
–Tengo razón.
–Es posible –admitió Kylie.
–Pero me alegro de oír que me has echado de menos.
–Sí, te he echado de menos. Pero me da la sensación de que hay algo más.
Su madre suspiró.
–Necesito un poco de ayuda en este momento, nada más.
–¿Qué clase de ayuda?
–Estoy entre dos trabajos de camarera, y tengo algunas posibilidades más en la recámara, pero me vendría bien un poco de ayuda para pagar el alquiler este mes, hasta que me salga algo. Te lo devolveré en cuanto cobre el siguiente cheque, te lo prometo –dijo. Hizo una pausa, y suspiró–. Eso, o tendré que ir a vivir contigo.
Kylie sintió tal horror ante aquella idea que, rápidamente, pensó en lo que tenía en el banco. Aunque no podía permitírselo, era la única forma de asegurarse de que ninguna de ellas matara a la otra.
–Te ayudaré, claro.
–Gracias, cariño –dijo su madre, y alzó la lata de refresco para hacer un brindis–. Porque nunca tengamos que ser compañeras de piso.
Kylie brindó con su té helado.
Capítulo 15
#VamosANecesitarUnBarcoMásGrande
Dos días después, Joe se despertó. Aquella noche había dormido muy mal. Podía ser por varios motivos, pero la causa más probable era una joven de ojos marrón claro que no podía quitarse de la cabeza.
La noche anterior, Kylie y él habían descartado a otro de los aprendices. Él había intentado ir solo, pero ella, como siempre, se había empeñado en ir también. En aquella ocasión, se había puesto una peluca negra y se había hecho un maquillaje emo, y ninguna de las dos cosas le había permitido concentrarse. Sin embargo, ella no había querido poner en peligro la investigación dejando que la reconocieran.
Habría sido mejor que se quedara en el coche.
O, mejor aún, en casa.
Pero Kylie no era muy pasiva. Ni en aquello, ni en la vida en general. Si no lo hubiera sabido al verla en el trabajo o con sus amigas, lo habría averiguado al besarla.
Kylie se entregaba a todo por completo y, especialmente, a la pasión.
Y eso hacía que él la quisiera en su cama. Sabía que sus relaciones serían explosivas. Además, no se trataba solo del sexo; también sabía que merecía la pena estar con ella. Había hecho todo lo posible por reprimir sus emociones, pero no lo había conseguido.
Espectacularmente.
Estaba empezando a darse cuenta de que no iba a poder renunciar a ella. Ni resistirse a ella, que era la única que podía poner a prueba su legendaria capacidad de control. Se estaba cansando de luchar contra lo que le ocurría.
En aquel momento, no obstante, tenía un trabajo que hacer, y no había nada por delante del trabajo. Eso era lo que le decía a la gente que le preguntaba cómo iban las cosas. Y la gente le preguntaba, sí. Archer. Lucas. Molly. Todo el mundo.
Tenían mucha curiosidad por saber cuáles eran sus sentimientos por Kylie, y él les decía que solo era una cuestión de trabajo. Era una mentira, por supuesto. Nada de lo que sentía por ella era una cuestión de trabajo. Había tratado de convencerse a sí mismo de que Kylie solo era una distracción divertida y sexy, pero, aunque eso fuera cierto, no habría podido mantener una relación pasajera con ella, porque las cosas acabarían por ir mal, como siempre, y eso significaba que Archer lo mataría, suponiendo que Elle no llegara antes, claro.
Además, él estaba muy ocupado limpiando las calles de desgraciados y, con suerte, purificando también su karma. No tenía tiempo para aquello.
Por fin, consiguió conciliar el sueño antes del amanecer, y por la mañana se quedó dormido. Cuando llegó a la oficina, Molly estaba en la sala de personal, haciendo café. Le entregó una taza y lo miró comprensivamente.
–Llegas tarde otra vez.
–Ya lo sé.
–Debe de gustarte que te echen la bronca.
–Sí, es mi razón de existir –respondió él, irónicamente.
Al darse la vuelta, se encontró a Archer de brazos cruzados, con cara de enfado.
–¿Acaso tengo que relevarte de mi número dos? –le preguntó–. Porque, si no sabes programar una alarma, es que tenemos un problema.
–Lo siento. Una mala noche.
Archer bajó los brazos y se ablandó.
–¿Tu padre?
–No.
Archer miró a Molly, que puso las manos en alto.
–A mí no me mires, yo estoy bien –dijo ella, y miró a su hermano con preocupación–. ¿Es por Kylie? ¿Ha recibido otra foto de ese desgraciado?
–¿Qué desgraciado? –preguntó Archer–. ¿Y por qué no sé nada de este asunto?
–Ella quería mantenerlo en secreto –dijo Molly–. Le han robado un recuerdo familiar muy valioso para ella. Y, ahora, el tipo que se lo robó está jugando con ella, enviándole fotos de lo que le ha robado en situaciones peligrosas. Joe está investigando para ella.
–¿Y no necesitas ayuda? –le preguntó Archer.
Joe lo miró sorprendido.
–Es Kylie –dijo Archer.
Todos querían mucho a Kylie. Bueno, tal vez, unos más que otros, pensó él.
–¿Necesita ella nuestra ayuda? –le preguntó Archer.
–Tengo que investigar algo, e iba a hacerlo aquí, después del trabajo.
–Hazlo ahora –dijo Archer, y se volvió hacia Molly–. Hoy por la mañana no estará disponible para nadie.
Joe asintió.
–Gracias.