Un amor para recordar - El hombre soñado - Un extraño en mi vida. Teresa Southwick

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Un amor para recordar - El hombre soñado - Un extraño en mi vida - Teresa Southwick Omnibus Julia

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qué? —parpadeó Emily—. ¿Para hacer un reportaje de cámara oculta que salga en televisión?

      —Más vale prevenir que curar.

      —De hecho, tengo algo mejor que una cámara. Lucy y Patty. Trabajan allí a cambio de que les cuiden a los niños. Y para tu información, encontré ese lugar a través de mi amiga Sophia Green, que también trabaja allí. Ya hemos hablado de esto. Creí que ya te había convencido de que nunca dejaría a Annie en un lugar que no me ofreciera todas las garantías de seguridad.

      Emily no sabía si estrangularle por ser tan poco razonable o comérselo a besos por preocuparse tanto de su hija.

      La expresión enfadada de su rostro no varió.

      —¿Te ha pedido Jake que salgas con él?

      —¿Cómo?

      —Cuando llegué le escuché decir que ojalá os vierais pronto. ¿Te ha pedido que salgas con él?

      —¿Estás celoso?

      —Por supuesto que no —aseguró Cal con cierta tensión—. Pero le conozco. Muchas mujeres y muy poco tiempo.

      Emily se dio cuenta de que sí estaba celoso, y comprendió por qué su corazón había comenzado a cantar. Pero aquél no era el sitio ni el lugar.

      —Escucha, Cal, tengo que irme. Me esperan.

      —¿Vas a la misma reunión que Jake? —quiso saber él.

      Emily negó con la cabeza.

      —La mía es personal. Te hablaré de ello más tarde. ¿Vas a venir a ver a Annie después del trabajo?

      —Sí.

      —Entonces te lo cuento luego.

      Emily se fue de allí antes de que pudiera seguir interrogándola y se dio cuenta de que la distancia no apagaba las llamas que brillaban en su interior.

      CAL no podía creer que su amigo hubiera intentado ligar con Emily. ¿De qué iba todo aquello? Cada vez que se la imaginaba en sus brazos le entraban ganas de pegarle un puñetazo a Jake.

      Detuvo el coche en el terreno vacío que había frente al apartamento de Emily. Le había dicho que la vería más tarde, después del trabajo. No a ella, sino a Annie. Estaba allí para ver a su hija. Sólo había otro coche aparcado, y era el viejo utilitario del novio de Patty. El lujoso vehículo de Jake Andrews no estaba a la vista.

      No es que él estuviera espiando. Emily tenía derecho a ver a quien quisiera. Pero qué diablos, la idea de que estuviera con otro hombre le destrozaba.

      Cruzó la calle y llamó a la puerta con los nudillos en lugar de apretar el timbre por si acaso Annie estaba dormida.

      Se abrió la puerta y allí estaba Emily con unos pantalones blancos cortos que le hacían unas piernas increíbles. La camiseta rosa dejaba al descubierto parte de su escote. Haciendo un esfuerzo por controlarse, Cal alzó la vista.

      —Hola —su voz sonaba oxidada como la puerta vieja de un jardín. Confiaba en que ella no lo hubiera notado.

      Emily se llevó el dedo a los labios para pedirle silencio.

      —Annie acaba de dormirse —susurró con un tono que a Cal se le antojó sensual—. Cuando va a la guardería siempre llega agotada.

      —Siento no haberla visto —en parte porque ahora no tenía una razón para quedarse. No tenía excusa para quedarse con Emily, y todas las células de su cuerpo estaban empezando a desear verla desnuda—. Me voy…

      —Espera… hay algo de lo que quiero hablarte. Es un asunto importante y me alegro de que la niña esté dormida para que no nos interrumpa.

      —De acuerdo —Cal tragó saliva mientras entraba y cerraba la puerta tras de sí—. ¿De qué se trata?

      —Quería decirte que no tuvieras celos de Jake.

      —No tengo celos —mintió—. Pero vale.

      —Es sólo un amigo —se explicó Emily.

      No era el momento para mencionar que a Jake siempre le había caído bien ella.

      —De acuerdo.

      —Aunque estuviera interesado en mí, que no lo está, yo sólo puedo verlo como un amigo.

      —Me alegra saberlo. Pero nunca se me pasó semejante idea por el pensamiento.

      —Sé que eso es mentira. Sobre todo porque me preguntaste si me había invitado a salir o no. Nunca causaría un problema entre Jake y tú. Sólo quería que supieras que no hay ninguna razón en absoluto para que tengas celos de él.

      —De acuerdo entonces —aquella conversación no estaba ayudando a su estado de ánimo—. Si no hay nada más, me pondré en marcha.

      —De hecho quería decirte más cosas —Emily lo miró y se pasó la lengua por los labios carnosos.

      Cal contuvo un gemido. No había ningún hombre en el planeta que no se hubiera excitado. Era lo más sensual que había visto en su vida.

      —¿Qué más tienes en mente? —consiguió preguntar.

      —Quería hablarte de la reunión que he tenido hoy. He ido a ver a un abogado.

      Aquello no era lo que esperaba que dijera.

      —¿Para qué? ¿Hay algún problema?

      —No. Sólo quería que supieras que estoy dando los pasos legales para asegurarme de que te reconozcan como padre y tutor de Annie. Cuando tengamos los resultados de la prueba de ADN se los llevaré.

      —No es necesario. Ya nadie duda de que sea mía.

      —Lo sé. Pero quiero asegurarme de que no haya cabos sueltos —Emily se retorció las manos—. El abogado va a ocuparse del papeleo necesario para poner tu nombre en el certificado de nacimiento. Tendremos que ir al juzgado a presentarnos ante un juez para solicitar la custodia compartida.

      —No puedo creer que hayas hecho eso.

      —Es la verdad —Emily encogió sus estrechos hombros—. Te juzgué mal. No importa que tuviera miedo y mis hormonas bailaran. No hay excusa. Estoy tratando de hacer bien las cosas por nuestra hija.

      Cal había estado preguntándose cómo podría sacar el tema de los asuntos legales con ella, y para su sorpresa, Emily había actuado sin necesidad de que él la presionara.

      Durante unos segundos, se limitó a sonreír como un idiota y luego la rodeó con sus brazos, levantándola del suelo.

      —Eso es increíble —dijo.

      Los dos se rieron y a Cal se le pasó por la cabeza la idea de que hubiera actuado así ante la noticia de que iba a tener un hijo suyo. Pero

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