E-Pack HQN Sherryl Woods 3. Sherryl Woods

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E-Pack HQN Sherryl Woods 3 - Sherryl Woods Pack

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–puntualizó Sophia–. Me parece que ellos necesitan disfrutar de un poco de independencia –la miró con una sonrisa persuasiva al añadir–: Ya hablaremos con calma del tema.

      –Sí, y tú acabarás por salirte con la tuya, como siempre –afirmó Marilyn con resignación.

      –Porque suelo tener razón –le contestó Sophia, en tono de broma–. Bueno, Emily, ya lo has visto todo. ¿Qué te parece?, ¿puedes obrar un milagro?

      –¿Sigues empeñada en abrir antes de Acción de Gracias?

      –Sí.

      Emily esperaba una respuesta así de tajante, y ya se había hecho a la idea de tener que enfrentarse a unos plazos descabellados.

      –¿Para qué hacer las cosas con normalidad, si podemos obrar milagros? Deja que entre hoy y mañana haga algunas llamadas –miró a la agente inmobiliaria y le preguntó–: ¿Puedo tener acceso a la propiedad mañana, supongo que por la tarde, si consigo que varios de mis colaboradores vengan a echar un vistazo y se pongan ya manos a la obra?

      –Se lo preguntas a la persona equivocada. Si la junta firma los documentos de compra esta tarde, podrá darte todo el acceso que quieras.

      –Qué rapidez.

      Emily hizo el comentario con la mirada puesta en Sophia, que afirmó con firmeza:

      –No hay tiempo que perder. Te enviaré las llaves por mensajería en cuanto todo esté firmado. Mi abogado lleva varios días trabajando en esto y se ha encargado del papeleo. He echado mano de todos los contactos que tengo en mi arsenal y mañana mismo tendremos el título de propiedad, y ya hemos solicitado la licencia de obras.

      –Pueden tardar una eternidad en dárnosla –le advirtió ella.

      –Con Sophia de nuestra parte, no habrá problema –afirmó Marilyn–. El alcalde se derrite cuando la ve y se encarga de que consiga todo lo que quiere, es única a la hora de acelerar los trámites burocráticos.

      Emily miró con admiración a Sophia y preguntó:

      –¿Hay algo que no puedas conseguir cuando se te mete entre ceja y ceja?

      –De momento no, y cuento con que estés a la altura de este proyecto –le contestó, sonriente.

      –Haré todo lo que pueda.

      A pesar de sus palabras, Emily no sabía cómo diantre iba a conseguir hacerlo sin incumplir la promesa que le había hecho a Boone de regresar a casa aquella misma semana.

      –¡Tendrías que ver la casa, Boone! –le dijo, cuando habló con él aquella noche.

      Aunque en Carolina del Norte ya eran las once pasadas, no había tenido tiempo de llamarle hasta ese momento, ya que había estado muy atareada contactando con sus contratistas y proveedores más fiables. Había usado todo su poder de persuasión, y había conseguido que varios de ellos accedieran a ir a la casa al día siguiente.

      Después de contarle a Boone cómo era la casa y todo el trabajo que había por delante, añadió:

      –Cuando esté terminada, va a quedar perfecta. Ya puedo oír las risas de los niños en cada una de las habitaciones.

      –Por lo que dices, vais a tener que trabajar duro para ponerla a punto en tan poco tiempo. ¿Vas a quedarte a revisarlo todo en persona?

      –Puede que tenga que quedarme unos días más de lo previsto, pero la gente que he contratado sabe lo que hace y no hace falta mi supervisión. Estaré ahí la semana que viene, aunque solo sean unos días.

      –Espero que sea a finales de semana, porque no esperaba que volvieras tan pronto y a principios de semana voy a Charleston con Pete. Estamos pensando en abrir un restaurante allí.

      –Ah –aquello la había tomado desprevenida, no esperaba que hubiera un problema de agendas–. Esperaba estar ahí pronto, y volver a venir antes de que las obras estuvieran a pleno rendimiento. Quiero que los obreros puedan empezar a finales de semana y eso sí que tengo que supervisarlo, aunque solo sea durante los primeros días.

      –Entiendo –se limitó a comentar él.

      –Esto va a ser más difícil de lo que pensábamos, ¿verdad? –le dijo ella, sin intentar ocultar lo decepcionada que estaba–. ¿Podrías cambiar de día tu viaje, esta única vez?

      –Pete se ha pasado todo el día concertando citas con las autoridades de Charleston, no podemos llamarles y pedirles que las cambien de día. Estamos intentando empezar con buen pie.

      –Sí, ya lo sé. Perdona, no tendría que habértelo pedido.

      –Y ni que decir tiene que tú tampoco puedes reprogramar tu agenda, esas familias cuentan contigo.

      –Boone, tenemos que ir viendo sobre la marcha cómo nos organizamos con esto de la relación a distancia, es normal que al principio haya algunos baches. Creo que será mejor que veamos cómo lo tenemos para dentro de dos semanas, a ver los días que los dos tenemos libres.

      –Buena idea. No tengo ningún viaje planeado en toda esa semana, solo tengo que prepararlo todo para cuando B.J. vuelva al cole.

      –Podríamos llevarle de compras, lo pasaremos bien. Me acuerdo de que mi madre siempre me llevaba a comprar ropa nueva en septiembre, antes de que empezara el nuevo curso.

      Él se echó a reír.

      –Claro, pero tú eres una chica. A B.J. no le entusiasma tener que ir a comprar ropa, libretas, lápices, una fiambrera… prefiere quedarse en casa y quejarse al ver lo que le he comprado.

      –Por eso mismo tendría que ir él también –vaciló al darse cuenta de que quizás estaba metiendo la pata–. Si el problema es que no quieres que yo vaya, solo tienes que decírmelo. ¿Estoy cruzando los límites de los que hablamos? –tuvo su respuesta al ver que se quedaba callado–. Vale, es eso; en cualquier caso, iré a pasar unos días ahí para estar contigo.

      –Podrás ver a B.J. sin problemas, lo que no quiero es que se haga ilusiones.

      Ella se sintió desilusionada, pero logró disimular y dijo con naturalidad fingida:

      –De acuerdo. Bueno, te dejo dormir ya. Ahí es tarde, y a mí aún me queda trabajo por hacer.

      Iba a colgar, pero se detuvo al oírle decir con voz suave:

      –Em…

      –¿Qué?

      –Te echo de menos.

      –Yo también. Vamos a conseguir que esto funcione, te lo aseguro. Es demasiado importante como para que lo echemos a perder.

      –Los dos vamos a esforzarnos al máximo, de eso no hay duda.

      –¿Hablamos mañana? –le preguntó ella.

      –Sí. Seguro que no vas a parar en todo el día, así que te llamaré al móvil.

      –Vale, buenas noches.

      –Ojalá

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