E-Pack HQN Sherryl Woods 3. Sherryl Woods
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–Podrías haber estado.
Él se sorprendió al notar cierto tono acusador en su voz.
–B.J. quería que su amigo se quedara a dormir aquí, ya te lo expliqué.
–Sí, pero he estado dándole vueltas al asunto. ¿Tan horrible habría sido que les trajeras aquí un par de horas? Podríamos haber preparado unas hamburguesas, o lo que fuera. B.J. no habría notado nada fuera de lo normal.
–Puede que no, pero no quería correr ese riesgo.
–¿Porque B.J. es muy intuitivo, o porque no quieres que Jodie se entere? –le preguntó ella, con cierta amargura.
–Ambas cosas –admitió, desconcertado por su actitud–. Creía que lo entendías, ¿se puede saber qué es lo que ha cambiado? ¿Te ha dicho alguien alguna cosa que te haya sentado mal?, ¿ha hecho Cora Jane algún comentario?
–No se trata de lo que piensen los demás, soy yo la que se siente frustrada. He hecho un largo viaje para venir a verte, solo voy a pasar unos cuantos días aquí, y vamos a pasar juntos… ¿qué?, ¿un par de horas como mucho? Esto no va a funcionar si seguimos así, no podemos asentar una relación sobre esos cimientos.
–Yo estoy tan frustrado como tú, cielo, créeme. Lo de que Alex se quedara a dormir aquí surgió antes de que me dijeras cuándo ibas a venir, pero la próxima vez no dejaré que nada interfiera en nuestros planes. Organizaré alguna actividad para B.J., y tú y yo podremos apurar hasta el último minuto juntos. Sabes que lo deseo tanto como tú, ¿verdad?
–Sí, por supuesto.
–Ven a comprar mañana con nosotros, te apetecía hacerlo –le ofreció, de forma impulsiva.
–Me dijiste que no era buena idea –le contestó ella, sorprendida.
–Puede que no lo sea, pero nadie va a pensar mal si nos ve comprando material escolar o comiendo juntos.
–¿Estás seguro?
–Sí –afirmó, sin darse tiempo a poder cambiar de opinión.
No podía permitir que la hostilidad de Jodie gobernara su vida. Si se enteraba de que estaba con Emily, pues que se enterara; en cualquier caso, iba a tener que acostumbrarse a la idea tarde o temprano, así que lo mejor era que empezara a estar mentalizada cuanto antes.
Enterarse de que él había salido de compras con Emily iba a enfurecerla, pero su reacción sería mucho peor al saber que B.J. les había acompañado; aun así, el padre era él, y una salida de compras era algo del todo inocuo.
–Pasaremos a por ti a las diez, en cuanto dejemos a Alex en su casa. ¿Qué te parece si pasamos todo el día fuera?
–¿Un día entero de compras? –le preguntó ella, con una carcajada–. Cielo, ahora sí que empezamos a entendernos.
Boone tuvo la sensación de que acababa de buscarse unos cuantos problemas con aquella invitación… y, probablemente, el desgaste que iba a tener su tarjeta de crédito era el menor de todos ellos.
B.J. cruzó el jardín a la carrera al ver a Emily, y la abrazó con fuerza antes de exclamar con entusiasmo:
–¡Has vuelto! ¡Papá, mira quién está aquí!
–Ya lo sabía, he pensado que querrías pasar a verla y saludarla –le contestó él, sonriente.
–¿Vas a quedarte para siempre, Emily?
–Solo un par de días –le contestó ella, mientras le abrazaba con fuerza–. A ver, apártate un poco para que te vea bien. ¡Me parece que has crecido unos tres centímetros desde la última vez que te vi!
–Papá dice que este verano he crecido cinco centímetros como mínimo, todos los pantalones del cole me quedan cortos.
–Pues tienes que comprarte otros. ¿Estás listo para comprar un montón de cosas?
El entusiasmo del niño se acrecentó, y le preguntó esperanzado:
–¿Tú también vienes?
–Sí –afirmó, con los ojos puestos en Boone. Aunque él estaba sonriendo, le pareció notar cierta preocupación en sus ojos.
–¡Genial! Papá me ha dicho que comeremos en el centro comercial, y que puedo pedir pizza y tacos.
Emily fingió sorpresa.
–¿En serio? ¡Es mucha comida! ¿Crees que vas a poder con todo eso?
–¡Claro que sí! La abuela Jodie dice que tengo que comer mucho para ponerme grande, pero ella quiere que coma verdura, fruta, y cosas de esas. Es vege… ¿Cómo se dice, papá?
–Vegetariana.
–Ah. Sí, la dieta vegetariana es muy sana –afirmó Emily. Le parecía que podía resultar bastante dura para un niño que iba a ver a sus amigos comiendo pizza de pepperoni, hamburguesas y patatas fritas, pero prefería no criticar a Jodie Farmer. No quería meterse en problemas con aquella mujer.
–¿Por qué no entras a saludar a la señora Cora Jane? –Boone miró esperanzado a Emily–. Está en casa, ¿verdad? Los sábados suele ir al restaurante un poco más tarde.
–Sí, sí que está. Según ella, se ha tomado la mañana libre para pasar algo de tiempo conmigo, pero yo creo que está agotada después de pasar las últimas semanas poniendo a punto el restaurante.
Cuando el niño entró en la casa y los dejó a solas, Boone se acercó a ella y murmuró:
–Quiero besarte.
Estaban a escasos centímetros de distancia, y Emily notó la caricia de su aliento en la mejilla. Le sostuvo la mirada al contestar:
–Pues hazlo. Tenemos unos cinco minutos antes de que B.J. vuelva, seguro que la abuela lo mantiene un rato ocupado.
–Así que cinco minutos, ¿no? Pues va a tener que ser todo un besazo.
–Seguro que estás a la altura de las circunstancias.
–Se hará lo que se pueda –le aseguró, antes de tomarla entre sus brazos y besarla.
Emily se entregó por completo a las sensaciones que inundaban sus sentidos… el deseo, la pasión, el familiar aroma cítrico y masculino.
–Ya me siento mucho mejor –murmuró, cuando el beso terminó al fin–. Me preocupaba que hoy no pudiéramos darnos ni un solo beso en todo el día, aunque fuera a hurtadillas.
–Las cosas van a mejorar, llegará el día en que no tendremos que hacerlo a hurtadillas.
–Eso espero, porque no sé si soy capaz de seguir así. Suena muy sórdido, como si nos avergonzáramos o algo así.
–Podrías verlo desde otra perspectiva. Besarnos a hurtadillas podría ser bastante excitante, antes lo era. ¿Te acuerdas de cuando nos daba