Escultura Barroca Española. Las historias de la escultura Barroca Española. Vicente Méndez Hermán
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En el sentido estricto del término, nuestro libro es un poco más grande que los libros que se centran específicamente en el barroco, por algo que puede ser muy simple o muy complejo de entender. Lo que llamamos escultura del barroco, o escultura barroca española, es una construcción académica, debidamente fundamentada, que nos permite ordenar el universo escultórico y guardarlo en cajones. La realidad es que los estilos se solapan, y que hacia 1635, podemos encontrar multitud de piezas que reflejan un arte propio de 40 años atrás, y que son netamente manieristas. A estas piezas por cronología le correspondería el apelativo de “barrocas”, pero sus formas nos llevan al “manierismo”. Igualmente, podemos encontrar focos de producción, en los que la cuestión del barroco, por ejemplo, si nos centramos en escuela escultórica antequerana, sus piezas son netamente “clásicas”, y será difícil encontrar en el siglo XVII, piezas netamente “barrocas”, en el concepto sevillano del término, esto es, con paños aireados, multiplicidad de puntos de vista, interrelación con el espectador, etc. Por cronología, les corresponde el apelativo de barrocas. No es el objetivo de este libro poner concordia a tal discordia terminológica, sino construir las “historias” de la escultura barroca española, y para que estas se comprendan, es necesario conocer todo lo que pasó, antes, durante y después del barroco. De ahí el título genérico de estos tres volúmenes, de los Siglos de Oro…
Queríamos superar la noción de escuela y la distribución de los antiguos reinos peninsulares. Esto es así, porque en todo momento hemos deseado que cada comunidad tenga su propio relato, y que estos no dependan de las grandes narraciones históricas. Si por ejemplo pensamos en la gran escuela barroca castellana, no queríamos que las historias particulares de Asturias, País Vasco, o Extremadura, se contaran desde el punto de vista de la escuela vallisoletana, queríamos saber cómo evoluciona particularmente el arte de cada uno de los sitios.
Nuestro objetivo ha sido que en este volumen estén representadas las 16 Comunidades Autónomas (Andalucía, se desarrolla en el volumen II), y las dos ciudades autónomas, con sus particularidades, influencias, e interrelaciones, pero que cada una tuviera su espacio y su propia personalidad.
A nosotros, ese trabajo sobrehumano, en el que una sola persona realizaba un libro de proporciones titánicas, por su extensión y su cobertura, se nos antoja, en la actualidad algo idílico. Por nuestra parte, hijos de nuestra época, le debemos este libro a una nutridísima nómina de autores diseminados por todos los confines del Reino. Ellos son el alma máter de este trabajo, nos han prestado su sabiduría y conocimientos para que este libro sea lo que es hoy, la última gran historia de la escultura barroca española. A ellos, nuestros autores, le dimos varias y simples instrucciones, no queríamos repetir los grandes relatos, y las historias de los principales escultores del panorama nacional, que también aparecen, ya que lo que nos interesaba era las prolongaciones de las escuelas y los focos de producción, por medio de las figuras de segunda, tercera y cuarta fila. Queríamos una historia de la escultura barroca española, renovada y revisada que fuera reflejo de cuantos nombres y personalidades se han colado en los últimos tiempos entre las páginas de artículos, capítulos de libros, congresos, exposiciones, etc., y que además, este proceso se repitiera por cada una de las comunidades y ciudades autónomas. De esta manera, las historias de la escultura barroca española que aquí les presentamos quieren ser reflejo de cuantas noticas y novedades andan circulando en la actualidad.
Les pedimos también que incluyeran en su trabajo una bibliografía, actualizada al día, donde se realizara una selección de novedades y noticias, que nos permitieran construir un repertorio bibliográfico, que al igual que el texto, sea un referente entre la comunidad científica, amén de obligada consulta, por la puesta al día del mismo.
En este libro se entrecruzan investigadores, escultores y esculturas, además de representantes de toda la corte celestial, ángeles, arcángeles, querubines, serafines, santos, beatos, personas de vida pía, demonios, miembros de la jerarquía eclesiástica y política del país y de cada uno de sus antiguos reinos. Dioses de la antigüedad, habitantes del antiguo testamento y un sinfín más de personajes que se han paseado a lo largo de la Historia del Arte hasta convertirse en esculturas. También se cuelan elementos lignarios, como lo son grandes retablos, en ellos viven miles de personas/esculturas, animales y seres que en otras épocas habitaron en los mundos imaginarios de las personas.
Todos y cada uno de estos personajes, ellos, nosotros, y vosotros que los leeréis, dan vida a este tercer volumen de Escultura Barroca Española. Nuevas lecturas desde los Siglos de Oro a la Sociedad del Conocimiento, bajo el título Las historias de la Escultura Barroca Española. Nuevos protagonistas y nuevos relatos.
Nuestro tiempo, que era el de darles vida, termina. Ahora, a ellos les tocará sobrevivir entre los mares del gran público. Suerte a cada uno de todos ellos.
Antonio F. Paradas
En Málaga a 5 días del quinto mes del año 2016.
1 Sobriedad y proyección de Castilla
Vicente Méndez Hermán
1.INTRODUCCIÓN
1.1.Consideraciones previas
La secuencia histórica de los talleres castellanos de escultura que laboraron durante los siglos del Barroco y hasta la llegada del Neoclasicismo es el objeto del presente capítulo, y a la sazón, un enfoque más dentro del carácter poliédrico que encierra el tema en sí mismo, según se desprende de la estructura del presente volumen. Deudoras de las regiones de Castilla la Vieja, León y Castilla la Nueva, a excepción de Madrid[1], las actuales autonomías de Castilla León y Castilla-La Mancha son, respectivamente, la primera y tercera en amplitud dentro del conjunto de comunidades españolas. Esta extensión territorial, junto a la indiscutible calidad de sus producciones artísticas en el panorama de la escultura barroca española, nos obligan a tener en cuenta dos factores a la hora de enfrentarnos a su estudio o, más bien, a la difícil pero obligada síntesis de su desarrollo[2]: por un lado, la importante historiografía artística sobre la que sustentamos nuestro conocimiento, y por otro, la abundancia de obra escultórica de tan amplia zona geográfica.
Enrique Serrano Fatigati (1845-1918) principiaba en 1908 su conocido y pionero trabajo sobre la escultura madrileña —en el que valoraba la importancia del centro peninsular en materia escultórica— con una amplia introducción dedicada a la plástica “castellana de diversas épocas“; bien es cierto que en ella abordaba la obra tanto de Gregorio Fernández como de Francisco Salzillo —por citar dos de los ejemplos más señeros—, pero la cita no deja de ser interesante por cuanto que constata el desarrollo que empezaban a cobrar entonces los trabajos dedicados al estudio de la escultura en general, y barroca en particular[3]. En esta línea se sitúan los trabajos de Georg Weise (1888-1978), que en 1931 hablaba del “movimiento de interés universal [existente] por todo lo que se refiere a la Historia del Arte español”[4], y que en su caso ya se había concretado —como señalara Martín González[5]— en la aportación de una rigurosa metodología para el estudio de nuestra escultura (1925-1929)[6]; si a las investigaciones sobre el arte español en Alemania —que se remontan sobre todo al siglo XIX[7]— sumamos la importancia de una cada vez más creciente historiografía española sobre el tema[8], cuyo desarrollo inicial ya recogía Serrano Fatigati, obtendremos como resultado una abundante historiografía artística, con la que se han logrado definir, materializar y ampliar de un modo notable los catálogos de los diversos escultores que se dan cita y protagonizan los