E-Pack HQN Susan Mallery 3. Susan Mallery

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E-Pack HQN Susan Mallery 3 - Susan Mallery Pack

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qué?

      La alcaldesa señaló y Patience se giró y vio a Charlie sacando el móvil y sacudiendo la cabeza.

      —¡A ver, callaos todos un momento, por favor! —gritó Charlie—. Puede que sea importante.

      La sala se quedó en silencio.

      Charlie escuchó bajo la atenta mirada de todos los demás. ¿Sería una buena noticia? ¿Habría pasado algo?

      Finalmente sonrió.

      —De acuerdo. Haré correr la voz —se apartó el teléfono de la oreja para decir—: Es Annabelle. ¡Se ha puesto de parto!

      Justice giró en la carretera que conducía al rancho. Si había una zona conflictiva en el mundo, un lugar peligroso, probablemente él ya había estado allí. Sabía cómo entrar, hacer su trabajo y salir. Se había enfrentado a soldados, asesinos y dictadores. Sabía cómo cuidar de sí mismo. Y nada de eso explicaba por qué se estaba dirigiendo a un rancho a visitar a una mujer que no conocía, que acababa de dar a luz a un bebé por el que no tenía ningún interés y con un guiso que ni siquiera había hecho él.

      —¿Estás bien? —le preguntó Patience sentada en el asiento del copiloto y mirándolo con curiosidad—. Pareces incómodo.

      —No, no es verdad.

      —Soy yo la que te está viendo la cara, así que sé lo que digo.

      Justice se rindió ante lo inevitable.

      —Intento averiguar cómo he llegado hasta aquí.

      —¿Te refieres a la tierra en general o aquí, conmigo, en este momento en particular?

      —A lo último.

      Ella le lanzó una sonrisa.

      —Te has ofrecido a traerme.

      —¿En qué estaría pensando?

      —¡Oh, venga! Será divertido. Annabelle ha tenido a su bebé. Ahora tenemos que formar parte de la celebración.

      —¿Por qué?

      —Porque eso es lo que hacemos. Visitamos a la nueva mamá, le llevamos comida para que no tenga que cocinar y arrullamos al bebé.

      Vamos, otra versión de lo que sería el infierno.

      —Yo no pienso arrullarlo.

      —Pues ya lo haré yo por los dos. Además, todo el pueblo estará allí.

      —¿Vosotros cuándo trabajáis?

      Ella se rio.

      —Es verdad que tenemos muchas obligaciones comunitarias, pero es divertido. Si quieres, puedes preguntarle a Shane si puedes montar uno de sus caballos.

      —No, gracias.

      Había vuelto a Fool’s Gold pensando que podía encontrar su pasado y tal vez algún pedazo de lo que había sido años atrás. Por el contrario, había descubierto que ese pueblo era posiblemente el mejor y el peor lugar en el que estar. Allí había buenos recuerdos, pero también la constante presión de conectar con el sitio y pertenecer a él. Era más feliz estando fuera, pero nadie iba a permitirlo. No durante mucho tiempo. Querían que se introdujera, que formara parte de las cosas.

      No podía correr el riesgo. No hasta que supiera si era lo suficientemente seguro como para estar al lado de gente normal. Miró por la ventanilla y deseó poder quitarse de encima la sensación de que su padre seguía ahí fuera, observándolo.

      Ese hombre estaba muerto, se recordó. Llevaba muerto más de una década; había muerto en un incendio en la prisión que se había llevado varias vidas. Justice lo había creído casi por completo, pero en los últimos años había tenido la sensación cada vez más intensa de que Bart seguía por allí. Escondido, pero cerca.

      Una prueba más de que no podía escapar a su ADN por mucho que quisiera.

      Llegaron al rancho. Allí había carteles anunciando la venta de queso de cabra y leche, junto con estiércol de cabra. Al otro lado de la casa principal había establos y corrales. A lo lejos podía ver un par de ovejas, una llama y...

      Detuvo el coche y miró.

      —¿Eso es...?

      Patience le siguió la mirada.

      —¿Un elefante? Sí. Se llama Priscilla.

      —¿Es un elefante de verdad?

      —No es de mentira, si es lo que estás preguntando. Es una larga historia, pero ahora vive aquí y todo el mundo la adora. Es parte de la comunidad.

      Él volvió a centrar la atención en el camino que atravesaba la propiedad.

      —Claro, cómo no.

      —Queremos a Priscilla y participó en el belén las Navidades pasadas.

      —¿Un elefante?

      —Todos tienen derecho a participar.

      Él quería apuntar que Priscilla era un elefante, no una persona, pero sabía que, probablemente, Patience tendría algo que objetar. En su mundo, los elefantes podían ser familia y los habitantes del pueblo se presentaban en masa a trabajar en locales que pronto abrirían. No había duda de que allí también unas pequeñas criaturas del bosque limpiaban las casas a la vez que silbaban.

      Sacudió la cabeza.

      —Necesito un respiro.

      —¿De qué?

      Paró frente a la gran casa. Allí ya había varios coches aparcados y gente charlando en el porche.

      Patience le tocó el brazo.

      —Justice, ¿estás bien?

      Se giró hacia ella y ver su rostro lo calmó. Podía mirarla a los ojos y volver a encontrar el equilibrio. Con Patience a su lado, podía soportar las excentricidades de Fool’s Gold.

      —Estoy bien.

      —Si estás seguro...

      Esperó, pero como él no dijo nada, se giró hacia la gente que estaba en el porche.

      —A ver, la mujer embarazada es Heidi, que está casada con Rafe, que es el hermano de Shane, que es el padre del bebé. Annabelle y Shane no están casados aún porque ella no quería recorrer el pasillo hasta el altar embarazada. Es curioso porque Annabelle es bastante tradicional, así que haberlo hecho todo al revés no es propio de ella. Pero son súper felices juntos.

      Observó a la multitud.

      —En el equipo de trabajo ya conociste a todos los demás. No te preocupes si no recuerdas los nombres.

      —Recuerdo

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