E-Pack HQN Susan Mallery 3. Susan Mallery

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E-Pack HQN Susan Mallery 3 - Susan Mallery Pack

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es uno de los motivos que me atraen a quedarme. Nunca la he olvidado.

      —Ahora los dos sois personas diferentes.

      —Ella no es diferente —estaba más mayor, más bella. Pero la esencia seguía ahí. La dulzura, el buen humor, su única perspectiva del mundo que, en su caso, se reflejaba a través de esas camisetas tan graciosas.

      —¿A qué tienes miedo?

      —A hacerle daño.

      —Pues entonces no se lo hagas.

      —No es tan sencillo.

      —A veces sí que lo es.

      Patience consultó la lista de cosas que tenía por hacer y lo poco que le quedaba de estrés se disipó. Todo estaba en marcha y más rápido de lo que podría haber imaginado. Ya habían limpiado, y todos los platos, tazas y vasos se habían sacado de las cajas. En la trastienda un equipo trabajaba con las estanterías bajo las órdenes de Nevada.

      Charlie se acercó.

      —El embellecedor ya está pintado y Finn, Simon y Tucker están instalando las barras de las cortinas. Tucker tiene experiencia profesional, pero Simon le está aplicando su precisión de cirujano, así que imagina cómo está saliendo. Finn los está picando a los dos porque la situación es muy graciosa. No me voy a molestar en decirte el problema en el que se están metiendo los hermanos Stryker, pero que sepas que después tendrán su castigo.

      Patience se rio.

      —No me preocupa. Todos están trabajando mucho y la lista ya está casi completa —abrazó a Charlie—. Adoro este pueblo.

      —Y el pueblo te adora a ti —Charlie giró la cabeza y gruñó—. Las mayores a las diez en punto.

      Patience le siguió la mirada y vio que Eddie y Gladys habían aparecido. No había duda de que las casi octogenarias mujeres querían ver a jóvenes guapos con vaqueros ceñidos. Las dos eran unas desvergonzadas. El año anterior, Clay había reunido a varios amigos para posar para un calendario benéfico, y cuando Eddie y Gladys se enteraron, se habían presentado allí con sillas plegables para ver el espectáculo.

      Para algunas fotos, los chicos se habían tenido que desnudar y ellas habían quedado encantadas y hasta les habían sacado fotos con los móviles. Charlie se había visto obligada a eliminar los desnudos frontales para consternación de Eddie y Gladys.

      —Iré a asegurarme de que se comportan —dijo Patience.

      Charlie la agarró del brazo.

      —Ya lo hago yo. Tú tienes que ocuparte de esto. Además, eres demasiado amable. Conmigo, al menos fingen estar asustadas.

      —Gracias.

      —¿Qué puedo decir? Soy una amiga increíble y tienes suerte de tenerme en tu vida.

      Patience se rio y vio que cuando las ancianas vieron a Charlie acercarse intentaron escabullirse. Pero ella era más rápida y pronto las acorraló. Después, Patience hizo una ronda y fue deteniéndose a ver cómo iba todo.

      Simon y Tucker se miraban.

      —Hay un milímetro de más —dijo el cirujano—. ¿Sabes lo que eso significa?

      —Nada —le respondió Tucker—. Porque no queda fuera. Fíjate en el nivelador.

      —Estoy tomando medidas y eso es más preciso que una burbuja.

      Finn se apoyó contra la pared y disfrutó del espectáculo.

      —Las cortinas están genial —dijo Patience—. Me encantan.

      —¿Lo ves? —apuntó Tucker.

      —Hay que subirse a una escalera para ver la diferencia —le informó Simon.

      —No creo que muchos clientes vayan a subirse a una escalera —respondió Patience antes de sonreírles y seguir avanzando.

      Al dar una vuelta a la sala pasó por delante de Kent Hendrix y su madre. Denise estaba mirando a su hijo.

      —¿Estás seguro? —le preguntó con voz esperanzada.

      —Ha pasado mucho tiempo. Quiero seguir adelante con mi vida. Lorraine se ha ido y no va a volver. Tengo que seguir adelante. Ya he malgastado demasiado tiempo con ella.

      Denise se acercó para abrazarlo y Patience se apartó al no querer inmiscuirse en un momento tan íntimo y familiar.

      Conocía los detalles. Kent había estado casado y Lorraine y él tenían un hijo, Reese. Hacía unos años, Lorraine había decidido que no quería ser ni esposa ni madre y se había marchado abandonándolos a los dos. Algo parecido a lo que hizo Ned.

      En ese momento, Josh y Ethan pasaron por su lado con unos tablones sobre los hombros dejándola atrapada donde estaba.

      —Cuánto me alegro —le dijo Denise a su hijo—. Tienes que empezar un nuevo capítulo en tu vida. ¿Estás saliendo con alguien?

      —Mamá, déjalo. Yo encontraré a mi chica.

      —Pero quiero ayudarte.

      Patience miró a su alrededor nerviosa y aún sin poder salir, atrapada por las piezas de madera. En cualquier segundo, Denise empezaría a buscar una futura señora de Kent Hendrix y no quería ser la primera que la mujer viera. Kent era un tipo genial, pero solo eran amigos.

      Por fin logró colarse por debajo de las tablas e ir hacia la trastienda. Allí se escondería hasta que el peligro hubiera pasado, pensó riéndose para sí.

      Una vez estuvo a salvo, casi se compadeció de Kent. Denise era una mujer formidable. Si decidía que iba a buscarle novia a su hijo, Kent se iba a encontrar con todo un desfile de mujeres pasando por delante de su casa.

      Miró hacia la sala principal y vio a Justice con su madre. Estaban sumidos en una intensa conversación y tenían las cabezas muy juntas.

      Aunque se preguntaba de qué estarían hablando, lo que de verdad se estaba preguntando era cuántas ganas tenía de acercarse a Justice. De estar cerca de él y ver cómo le sonreía. Era consciente de que estaba dejándose llevar por sus sentimientos demasiado y muy rápido, y no sabía cómo ralentizar un poco el proceso.

      A solo un par de semanas de la inauguración, estaba tremendamente ocupada y aun así encontraba huecos para pensar en Justice. Tal vez era positivo que él fuera a estar fuera unos días porque así podría intentar olvidarlo. O si no le era posible, tal vez sí que podría ver las cosas con perspectiva.

      La alcaldesa Marsha se le acercó.

      —Todo está saliendo genial. Felicidades.

      —Gracias —respondió Patience, fijándose en el traje de falda que siempre llevaba la mujer—. Vaya, me esperaba que te hubieras puesto pantalones —la alcaldesa se había puesto pantalones una vez para formar parte de un equipo de trabajo en Navidad y había causado una gran impresión a todos.

      La mujer sonrió.

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