E-Pack HQN Susan Mallery 3. Susan Mallery

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу E-Pack HQN Susan Mallery 3 - Susan Mallery страница 37

Автор:
Серия:
Издательство:
E-Pack HQN Susan Mallery 3 - Susan Mallery Pack

Скачать книгу

      —Las dos rubias son Dakota y Montana. A su lado están Finn y Simon. La mujer más mayor es su madre, Denise, y la señora de pelo blanco que está hablando es la alcaldesa Marsha.

      —¡Vaya!

      Él se encogió de hombros.

      —Forma parte de lo que hago, aunque tienes que recordar que antes era amigo de Ford.

      —Si yo no hubiera nacido aquí, dudo que hubiera podido recordar los nombres de todos.

      —Tengo un pequeño truco.

      —Pues es muy bueno.

      Quería impresionarla, pero sabía el peligro de hacerla creer en él. Se recordó que tenía que decidirse. ¿Estaba dispuesto a arriesgarse a tener algo con Patience? ¿Tanto confiaba en sí mismo? ¿O era demasiado tarde para tener esa conversación? Porque estaba empezando a pensar que ya estaba demasiado metido como para encontrar la salida.

      Patience tenía al diminuto bebé en sus brazos.

      —¿No eres guapísimo? —le susurró al pequeño que dormía—. Eres precioso.

      Annabelle estaba sentada en la mecedora de la habitación y le sonrió.

      —Me siento inútil. Todo el mundo está ayudando tanto que no tengo nada que hacer.

      —Oh, es verdad, toma, tenlo tú en brazos —dijo Patience caminando hacia ella.

      Annabelle sacudió la cabeza.

      —No, no, no me quejo por eso. He estado muy estresada pensando en cuando naciera el bebé porque no estaba segura de saber qué hacer, pero resulta que no tengo que preocuparme por nada porque nunca estamos solos, y lo digo en el buen sentido.

      —¿Qué tal está llevando Shane la paternidad?

      —Está emocionado y asustado. Es una combinación curiosa. No dejaba de decir que tener un niño no era para tanto, que la naturaleza se ocupa de todo, pero ha descubierto que no es exactamente como cuando una de sus yeguas tiene un potrillo.

      —Ahí está el poder de ser un engreído —dijo Patience devolviendo al pequeño Wyatt a los brazos de su madre. Se sentó a su lado en una silla y se acercó—. Es adorable.

      —Eso creo —respondió Annabelle sonriendo—. Bueno, dime, ¿cuántos guisos tengo en mi congelador?

      —En el último recuento treinta y dos, pero llegarán más. Ah, y en la nevera tienes una preciosa cesta de frutas. Muy elegante. También hay galletas y brownies y no sé qué más.

      Annabelle se recostó en la mecedora.

      —Adoro este pueblo. No me marcharé jamás.

      —Nadie quiere que lo hagas —la abrazó y se levantó—. Tengo que volver. Te llamaré en un par de días para ver qué tal. Imagino que para entonces ya estaréis más tranquilos por aquí.

      —Gracias por venir.

      —No me lo habría perdido por nada.

      Volvió a la parte delantera de la casa y encontró a Justice charlando con Clay Stryker. Cuando él la vio, se disculpó y fue a reunirse con ella.

      —¿Lista para irnos?

      Ella sonrió.

      —¿Ya has terminado de fingir que estás emocionado por la llegada del bebé? ¿Querías tenerlo en brazos?

      Él hizo una mueca de disgusto.

      —No.

      —No te van los niños.

      —Me gustan los niños, pero los bebés me ponen nervioso.

      —Bueno, ¿entonces estás listo para que nos vayamos? —le preguntó riéndose por su fobia a los niños.

      —En cuanto me digas.

      Salieron de la casa y fueron hacia el coche.

      —¿Y tú qué? —le preguntó al abrirle la puerta del copiloto—. ¿Has tenido al bebé en brazos?

      —Por supuesto, es maravilloso, ¡tan chiquitito! Recuerdo cuando nació Lillie. Estaba muerta de miedo.

      Él cerró la puerta y fue hacia la suya.

      —Tenías a tu madre —le dijo al sentarse detrás del volante.

      —Y a Ned, aunque por entonces las cosas ya empezaban a desmoronarse. Se marchó poco después, pero incluso con medio pueblo en mi salón, seguía aterrorizada. Era demasiado joven para ser madre. No tenía ni idea de lo que estaba haciendo, pero desde el primer segundo que la vi, ya la adoraba.

      Lo miró.

      —¿Recuerdas a tu madre?

      —Un poco. Siempre estaba abrazándome. Según iba creciendo, me daba vergüenza y me alejaba. Ahora me gustaría no haberlo hecho.

      —Eso forma parte del crecimiento —le dijo en voz baja—. Seguro que no te culpaba.

      —Eso no puedes saberlo.

      —Claro que puedo. Tengo una hija. Los niños crecen y se despegan un poco. Un día Lillie me pondrá caras raras, pero eso no significa que ya no estemos unidas.

      —Creo que mi padre la mató.

      Patience lo miró.

      —¿Qué? ¿Cómo?

      —Murió en un accidente de coche, tenía la línea de freno cortada. En el informe dijeron que no era concluyente, pero cuando fui un poco mayor fui al desguace, encontré el coche y lo vi. Lo había hecho él.

      Vio cómo sus manos se aferraron con fuerza al volante mientras conducía hacia el pueblo.

      —Justice, lo siento mucho.

      Intentó pensar en algo qué decir, pero no pudo. ¿Podía tener razón? ¿Podía ser que su padre hubiera asesinado a su madre? Su concepto del mundo hacía que esa idea resultara inconcebible, pero lo cierto era que era complicado negar la verdad. Justice había estado en el programa de protección de testigos porque su padre había huido de la cárcel y había ido tras él. Los federales no se ocupaban de alguien a capricho. Si lo hacían, era porque había una razón. A Bart lo habían encarcelado por matar a un hombre y, tristemente, eso hacía que la probabilidad de que hubiera matado a su mujer fuera mucho más real.

      —Cuando murió, estuve esperando hasta poder irme, intentando mantenerme alejado de su camino. Como ya era un poco mayor no intentaba pegarme muy a menudo, pero eso no hacía que fuera menos peligroso.

      —Y entonces viniste aquí.

      Él asintió.

      —Fue como un universo paralelo.

      —Yo

Скачать книгу