Capítulo Noventa. Herminio Milovich

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Capítulo Noventa - Herminio Milovich

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“TODAS”.

      “Con el ánimo lleno de preguntas... cuando el espíritu no habla, la imaginación vuelca sus leyendas”

      SÍNTESIS

      En este, el número noventa, cuando abro los ojos, como si fuera un espejismo de astillas dispersas en la memoria, los iré fragmentando con el hilo de mi existencia.

      Hoy siento la vida como una irrepetible aventura

      A veces rendido, he caído desde lo alto de mi soberbia, hacia las llamas de la humillación.

      En otras, llevado por la creencia en la Aceptación, por las noches he dormido abrazado a una oración. Para renacer asombrado, en el inexplorado e incógnito amanecer de cada día

      En la puerta de cada sueño he esperado un resplandor.

      Cada capítulo acaecido, ha sido solo un tramo en esta historia, escrita momento a momentos, sin orden histórico.

       “He leído este escrito, releído una y otras veces, corregido, reemplazando frases, y en cada borrador siguen surgiendo correcciones

       Desde ahora para hacerlo imprimir, lo que he garabateado quedará determinado...”

      En algunos espacios, se presentaron, causalidades, “bisagras”, que me abrieron puertas impensadas, y que al transponerlas, fueron premoniciones, que imprimieron cambios transcendentales durante el trascurso de mi destino.

      Ya están idas las pulsaciones del arrebato juvenil, ¿acaso se puede inspirar el aire ya expirado?...

      ¿Se pueden revivir, lo pasado tal como fueran entonces? NO...ni con las manos, ni con los actos, ni con las palabras.

      Tan solo con los sentimientos exhalamos emociones.

      La vida, viene con nosotros desde el principio de la íntima gestación, nueve meses antes de nacer.

      Para calificarme sobre lo que he vivido, solo fue haber dejado transitar noventa años en el tiempo.

      Asumo que debo retornar al inicio; al primer mamar de la vida. Desde el pezón de mi madre. Quien no conoce su pasado no puede orientar su futuro.

      Escarbaré con uñas el astillado cristal de mis recuerdos.

      Ahora más viejo y más pequeño, cuando creo poseer las repuestas, aparecen más y más preguntas.

      Todas vienen a mí al mismo tiempo, y al final del camino convergen indivisos los sueños cumplidos, los incumplidos y las congojas.

      He escrito en los capítulos muchas verdades y dejado en blanco omisiones

      ...” las que siempre quedarán en lo más íntimo a correr el velo.”

      En el soplo final que me convertirá en eternidad, surgirán los enigmas de mi existencia.

      Ocultos en intima clausura, cavilo recuerdos, en los que no quiero pensar

      A veces los pensamientos son tan poderosos que lastiman el ego....

      Todo comenzó en un mes de piscis...un seis de marzo del año mil novecientos treinta.

      *****

      Mi madre me dio a luz.

      Ahora como añoso árbol he dejado de crecer.

      Mis retoños, hijos y nietos ya han florecido a lo ancho y a lo largo del país.

      Ya mis débiles ramas, trepadas al leño de los tiempos pasados, no evalúan las distancias, ni los dolores, ni las injurias, porque que ya no afectan, las he confrontado.

      Las experiencias enseñaron, primero a perdonarme a mí mismo.

      Y después a los otros, y con toda humildad pedir perdón por mis errores... sin guardar rencores.

      Despues de lo vivido he aprendido a odiar, si... odiar las mentiras.

      Tengo profunda creencia en Dios. Soy cristiano.

      Todo es dualidad: la vida y la muerte; el dolor y el goce; la enfermedad y la cura, el amor y el rencor

      Ahora convertido en un anónimo personaje porteño, uno más de los sin rumbo, fui llevado hacia lo que, creía sería la última etapa de un viaje equivocado.

      ¿En realidad razonaba? ¿Encontraría luz en mis tinieblas, quemando nostalgias que vagaban en el absoluto? ¿Al no poder examinar el futuro, encontraría el camino hacia mi paz interior? ...no, no lo sabía.

      Mi madre al ver la cama vacía, estaría inocentemente pensando que regresaría al amanecer.

      En mi vida he recibido muchas bendiciones, las de mi madre fue sin duda la mayor. ¡Como agradecer a Dios su existencia. Su prudencia. Su tesón, su dulzura, su energía y su inmensa generosidad!

      El destino trazó mi camino sin darme lugar a razonar.

      Las causalidades se irán acumulando en mi trayecto.

      Pasaron los años:

      Cuando algunas veces he creído que todo estuvo en su lugar; no fue así, por que al ir repasando mis capítulos, se fueron apreciando, en más y en menos, los valores de lo vivido.

      “Desde atrás de la luz, desde mi halo,

      A paso lento,

      A paso tardo,

      O en vuelos cortos,

      Seguiré viajando por la huellas de la vida.

      Con esta cara... Que ya ha vivido”

      Ahora Herminio convertido en otro anónimo personaje porteño, uno más de los sin rumbo, fue llevado hacia lo que creía, la última etapa de un viaje, no pudo suponer que era el principio de una futura venturosa vida.

      Él nunca había viajado a La Capital.

      Cruzó la plaza, escaló el Monumento a los ingleses, para mirar desde lo alto, los techos de Buenos Aires, en un día con cielo mortecino, tan apagado y ajado como él en aquellos momentos.

      Todavía no había tomado conciencia del mal que causaba al abandonar su hogar, sin palabra, sin aviso, sin motivo alguno que lo justificara.

      No pensó en la desesperación de sus padres, que estarían desechando desgracias, ni se detuvo a imaginar la decepción, los miedos y el dolor que estaba causando con su irreflexiva actitud. Tampoco en sus amigos más íntimos.

      Más tarde los remordimientos comenzarán aflorar sin control, como un pentagrama de negrillas sin clave.

      Esa cálida mañana de febrero, atravesó Plaza de Mayo, sin tomar nota de la Catedral ni de los otros históricos circundantes edificios.

      Caminó sin rumbo y se fueron sumando pasos, unos y otros más,

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