Kant después del neokantismo. VV.AA.

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Kant después del neokantismo - VV.AA. Minerva

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a la filosofía crítica con las consideradas por Heidegger en La pregunta por la cosa. La doctrina kantiana de los principios trascendentales, que recoge el curso de 1935-1936 (trad. E. García Belsunce y Z. Szankay), Buenos Aires, Menphis, 1992, págs. 116-118.

      10 Existe una fatal inclinación de la filosofía a construir sistemas, indica en su artículo conmemorativo del 80 aniversario de Heidegger. Hoy en día el trabajo filosófico consiste en desmontar estos edificios construidos para descubrir lo que propiamente se pensaba en ellos (H. Arendt, «Martin Heidegger, octogenario», Revista de Occidente, núm. 187, diciembre de 1996, pág. 100). En su «Walter Benjamin», Arendt señala que para este la cuestión era la tradición occidental como un todo («Walter Benjamin. 1892-1940», en Hombres en tiempos de oscuridad, Barcelona, Gedisa, 1992, pág. 176), en una situación de no retorno a ninguna forma de esa tradición, sea la judía, la alemana o la europea (op. cit., pág. 180). Lo que se ha producido es una pérdida de la coherencia de la verdad, por lo que hay necesidad del reconocimiento de la ruptura de la tradición como revelación que le hace justicia. Se trata de querer preservar y destruir al mismo tiempo (op. cit., pág. 181), en ese buscar nuevas formas de tratar con el pasado (op. cit., pág. 178). Sobre la crisis de la tradición en Heidegger, puede verse J. L. Vermal, «Ruptura de la experiencia y experiencia de la ruptura», en G. Amengual et al., Ruptura de la tradición. Estudios sobre Walter Benjamin y Martin Heidegger, Madrid, Trotta, 2008, págs. 177-185.

      11 Arendt, La vida del espíritu, Barcelona, Paidós, 2002, pág. 39.

      12 Arendt, «¿Qué es la filosofía de la existencia?», en Ensayos de comprensión, 1930-1954 (trad. e intr. de A. Serrano de Haro), Madrid, Caparrós editores, 2005, pág. 209. «La unidad de pensar y ser tenía por presupuesto la coincidencia preestablecida de essentia y existentia: todo lo pensable existe asimismo, y todo lo existente, en razón de su cognoscibilidad, ha de ser asimismo racional. Esta unidad fue demolida por Kant; por Kant, el auténtico fundador, aunque casi secreto, de la filosofía contemporánea y que hasta hoy ha seguido siendo también su rey secreto. La mostración kantiana de la estructura antinómica de la razón y su análisis de las proposiciones sintéticas, que prueba cómo en toda proposición en que se dice algo acerca de la realidad vamos más allá del concepto (de la essentia), habían ya desposeído al hombre de su antiguo acogimiento del ser» («¿Qué es la filosofía de la existencia?», ed. cit., pág. 209)

      13 El apartado se titula «La destrucción por Kant del viejo mundo y la llamada de Schelling a uno nuevo» («¿Qué es la filosofía de la existencia?», ed. cit., págs. 207-214).

      14 «La religión y los intelectuales», en Ensayos de comprensión 1930-1954, Madrid, Caparrós, 2005, pág. 279.

      15 Ibid., pág. 280.

      16 «Ello parece inevitable si la secularidad del mundo implica la separación entre la esfera religiosa de vida y la política; en estas circunstancias, la religión estaba forzada a perder su elemento primariamente político, igual que la vida pública estaba forzada a perder la sanción religiosa de una autoridad trascendente. Tal separación es un hecho, y tiene además señaladas ventajas para la gente religiosa como para la no religiosa. La historia moderna ha mostrado una y otra vez que las alianzas entre “el trono y el altar” solo sirven para desacreditar a ambos…» («Religión y política», en Ensayos de comprensión 1930-1954, Madrid, Caparrós, 2005, pág. 466).

      17 Kant, Prolegómenos a toda metafísica futura que pueda presentarse como ciencia, (trad. M. P. M. Caimi), Buenos Aires, Charcas, 1984, pág. 61.

      18 La condición humana, Barcelona, Paidós, 1993, pág. 277.

      19 Ibid., pág. 278. Sobre el papel de la ciencia en La condición humana, véanse P. Tijmes, «The Archimedean point and eccentricity: Hannah Arendt’s philosophy of Science and Technology», Inquiry: An Interdisciplinary Journal of Philosophy, núm. 35, 1992, págs. 389-406; D. Macauley, «Hannah Arendt and the Politics of Place: From Earth Alienation to Oikos», en D. Macauley (ed.), Minding Nature: The Philosophy of Ecology, Nueva York, The Guilford Press, 1996, págs. 102-133, y W. Yaquoob, «The Archimedean point: Science and technology in the thought of Hannah Arendt, 1951-63», Journal of European Studies, 44(3), 2014, págs. 1-26. Acerca de dicho papel en Heidegger, pueden verse, L. Ma, J. van Brakel, «Heideggers’s thinking on the “same” of Science and Technology», Continental Philosophy Review, vol. 47(1), 2014, págs. 19-43, y C. Carson, «Science as Instrumental reason: Heidegger, Habermas, Heisenberg», Continental Philosophy Review, vol. 42, 2010, págs. 483-509.

      20 Heidegger, por su parte, ya había considerado en 1938 ese papel decisivo de la ciencia y la técnica para el mundo moderno (véase «La época de la imagen del mundo», en Caminos del bosque, Madrid, Alianza, 2003, pág. 63).

      21 Véanse los trabajos de E. Brient, «Hans Blumenberg and Hannah Arendt on the “Unworldly Worldliness” of the Modern Age», Journal of the History of Ideas, vol. 61, núm. 1, 2000, págs. 513-530 y «Modern Instrumentalization of Theory and the Problem of Measure», International Journal of Philosophical Studies, 2001, págs. 19-40. Brient, Arendt y Blumenberg coinciden en subrayar la genuina novedad de la modernidad en el carácter fundamentalmente sin precedentes de la moderna orientación al mundo y en el mundo como activa, en realidad constructiva…, ambos insisten en que los modernos ideales científicos de objetividad y progreso, y las concepciones políticas y éticas de autonomía y valor del individuo deben ser comprendidas en términos de una interpretación del self y del mundo profundamente nueva y sin precedentes (E. Brient, «Hans Blumenberg and Hannah Arendt on the “Unworldly Worldliness” of the Modern Age», ed. cit., pág. 514).

      22 W. Yaquoob, «The Archimedean point: Science and technology in the thought of Hannah Arendt, 1951-63», ed. cit., págs. 2 y 11.

      23 La condición humana, ed. cit., pág. 13. Poco tiempo después, la autora escribe el ensayo «La conquista del espacio y la estatura del hombre (1963), incluido en Entre el pasado y el futuro, Barcelona, Península, págs. 279-293.

      24 «Este hombre futuro —que los científicos fabricarán antes de un siglo, según afirman— parece estar poseído por una rebelión contra la existencia humana tal como se nos ha dado, gratuito don que no procede de ninguna parte (materialmente hablando), que desea cambiar, por decirlo así, por algo hecho por él mismo» («Prólogo» a La condición humana, ed. cit., pág. 15). Véanse como textos significativos, de Arendt, «Europa y la bomba atómica» (1954), en Ensayos de comprensión, ed. cit., págs. 503-508, y de Jaspers, La bomba atómica y el destino del hombre, Madrid, Taurus, 1958.

      25 W. Yaquoob, «The Archimedean point: Science and technology in the thought of Hannah Arendt, 1951-63», ed. cit., pág. 2. Tanto Jaspers como Arendt subrayan el potencial como destructor de la humanidad de la nueva bomba, mientras que G. Anders polemiza con Jaspers (véase su «Tesis para la era atómica», escrito de 1960, Artefacto, núm. 5, 2004, págs. 1-11). Heidegger, por su parte, en un texto del mismo momento histórico señala el peligro de la estructura de ‘emplazamiento’, apoyándose en las reflexiones de Heisenberg («La pregunta por la técnica» [1954], en Conferencias y artículos, Barcelona, Ediciones del Serbal, 1994, págs. 25 y 26).

      26 La condición humana, ed. cit., pág. 296.

      27 «Confiamos en que en un futuro no muy lejano podamos realizar lo que las épocas anteriores a la nuestra consideraron como el secreto más grande, más profundo y más sagrado de la naturaleza: la creación o

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