101 cuentos sanadores. Susan Perrow
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EJEMPLOS DE RESOLUCIÓN POSITIVAS
CUENTOS | COMPORTAMIENTO/SITUACIÓN EN DESEQUILIBRIO | RESOLUCIÓN: RECUPERACIÓN DEL EQUILIBRIO |
“El Gigante de la sombra” (página 102) | Predominan la avaricia y el poder. | “Fortaleza en el cariño, fortaleza en la unidad”. |
“Las hormigas y la tormenta” (página 105) | Niños con ansiedad tras un terremoto que derrumbó el edificio de su jardín de infancia y algunas casas del lugar. | Tranquilizarlos con la garantía de que sus maestros y sus padres los protegerán. |
“Los palillos de ritmo” (página 80) | Comportamiento ruidoso de manera continua. | Ruido bajo control; polaridad y ritmos sonoros. |
“Tan perfecta no era la casa” (página 116) | Exceso de perfección; con ansiedad si las cosas no son perfectas. | Más relajado; comprende que las cosas no siempre pueden ser perfectas y no pasa nada. |
“La familia wombat” (página 146) | Niño de tres años y medio que todavía quiere seguir tomando leche materna; madre agotada que no quiere seguir con esta situación; madre a la que también le gustaría que aumentara el vínculo del niño con su padre. | El niño pierde interés en mamar; se hace más independiente y disfruta con las nuevas aventuras que tiene con su papá. |
“En el parque del océano” (página 151) | Juego patoso y caótico. | Más cuidadoso al jugar y, el juego en sí, más constructivo. |
“Una familia de caracoles” (página 179) | Con ansiedad cada vez que tiene que cambiar de una casa a la otra. | Contento en los dos hogares; emocionado cada vez que le toca quedarse en la otra casa. |
“Los gnomos y las coronas doradas” (página 219) | Miedoso, falta de confianza y resiliencia. | Fortaleza y valor. |
“Pequeño Lobo” (página 196) | Siempre se queja, nada le hace feliz. | Se le despierta el interés y la motivación. |
“El niño y la caracola color perla” (página 257) | Incapacidad para escuchar a los demás; no para de hablar. | Aprende a escuchar. |
“Un robot muy tímido” (página 246) | Introvertido, falta de confianza al hablar. | Consigue seguridad al hablar. |
“El pez cubierto de percebes” (página 264) | Se hace caca encima; no va al baño. | Lleno de confianza cuando va al baño; experimenta una nueva libertad. |
“El camaleón inteligente” (página 120) | Se burlan de él continuamente; siempre es la víctima . | Supera la intimidación; consigue tener autoconfianza. |
“El árbol de las reverencias” (página 149) | Avaricioso; no se preocupa por los demás. | La alegría de cuidar a los demás y de compartir. |
“El caballo alado” (página 216) | Inseguro, sin motivación. | Gana confianza y motivación. |
“Los caballos arcoíris” (página 209) | Intolerancia ante las diferencias. | Aceptación de las diferencias. |
“La excavadora dice que no” (página 275) | Niño bloqueado; siempre dice “No”. | El niño “se desbloquea” y se vuelve más complaciente y colaborador. |
EL MISTERIO Y LA MAGIA DE LAS METÁFORAS
En términos sencillos, una metáfora nos muestra una cosa como si fuera otra y, al hacerlo, amplía nuestra visión del mundo, además de refrescar y reavivar, con frecuencia, nuestra percepción.
A través de las imágenes, la metáfora se dirige directamente a nuestras facultades imaginativas, eludiendo nuestro cerebro racional. Estos desvíos y caminos metafóricos nos permiten explorar las ideas, fuerzas y poderes que yacen detrás o más allá de nuestro pensamiento racional. Al superar las limitaciones de nuestros encasillamientos y de nuestro lenguaje rutinario, con su tosquedad y complicación, la metáfora ofrece, a través de un proceso misterioso y mágico, una forma de conocimiento “superior” o más holístico:
La metáfora se yuxtapone a los conceptos habituales para revelar conceptos más elevados y arquetípicos. Estos conceptos más elevados no se pueden traducir literalmente a la lengua cotidiana porque “carecen de nombre”; no existe ninguna palabra definible ligada a estos “seres del pensamiento” ni tampoco son accesibles al razonamiento abstracto y lógico. Son intuiciones poéticas que se encarnan en el pensamiento y el lenguaje a través de la hábil manipulación de los conceptos con los que estamos más familiarizados4.
La metáfora es muy diferente del símil. Mientras que el símil compara una cosa con otra y resalta su parecido utilizando la palabra “como” (“Tus ojos son como estrellas”), la metáfora logra su mágica transformación convirtiendo una cosa en otra diferente (“Tus ojos son estrellas”). En el símil, el proceso de comparación implica a nuestro cerebro más racional, a nuestros procesos de pensamiento, mientras que la metáfora alcanza las profundidades de nuestra imaginación psíquica y, expresado de manera sencilla, “nos llega al corazón”. De hecho, podemos observarlo en el desarrollo infantil; para un niño pequeño, que vive en su mundo imaginario, un objeto cualquiera como un palo se transforma en una espada, una serpiente, un puente, una varita mágica o casi en cualquier cosa (y a veces se transforma en todas estas cosas siguiendo la secuencia del juego). Por el contrario, cuando va creciendo y empieza a decir que una cosa es como otra cosa, significa que se ha separado de la inmediatez genuina de la unidad metafórica para adoptar un punto de vista más distanciado.
En El Principito el zorro nos enseña un sencillo secreto:
… He aquí mi secreto. Es muy sencillo. Consiste en que no se ve bien sino con el corazón, pues lo esencial es invisible a los ojos5.