Como Lo Ve Bill. Anonimo

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Como Lo Ve Bill - Anonimo

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éxito, bebíamos para tener sueños aun más grandiosos. Cuando nos sentíamos frustrados, aunque sólo fuera en parte, bebíamos para olvidar.

       En todos estos empeños, muchos de ellos bien intencionados, nuestro mayor impedimento había sido la falta de humildad. Nos faltaba la perspectiva suficiente para ver que la formación de carácter y los valores espirituales tenían que anteponerse a todo, y que las satisfacciones materiales no constituían el objetivo de la vida.

      DOCE Y DOCE, pág. 68

      41

      ¿Reglas para ser Miembro?

      Alrededor de 1943 ó 1944, la Oficina Central pidió a los grupos que hicieran una lista de sus reglamentos y que las enviaran a la sede. Después de haberlas recibido, las recopilamos. Tras breve reflexión sobre tantísimos reglamentos, se desprendió una sorprendente conclusión.

       Si todos estos edictos hubieran estado vigentes en todas partes al mismo tiempo, le habría sido imposible a cualquier alcohólico unirse a A.A. Unos nueve décimos de nuestros más antiguos y fieles miembros no habrían podido pasar por la criba.

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      La experiencia por fin nos enseñó que quitarle en cualquier grado su oportunidad a cualquier alcohólico a veces equivalía a pronunciar su sentencia de muerte, y muy a menudo a condenarle a una vida de sufrimientos sin fin. ¿Quién se atrevería a ser juez, jurado y verdugo de su propio hermano enfermo?

      1. GRAPEVINE, Agosto de 1946

      2. DOCE Y DOCE, pág. 137

      42

      Confianza en Nosotros Mismos

      Al vernos obligados a admitir la derrota, la mayoría de nosotros nos rebelamos. Habíamos acudido a A.A. con la esperanza de que se nos enseñara a tener confianza en nosotros mismos. Entonces, se nos dijo que, en lo concerniente al alcohol, la confianza en nosotros mismos no valía para nada; que de hecho era una gran desventaja. Sin ayuda ajena no podía existir tal cosa como la victoria personal sobre la obsesión alcohólica.

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      Empezamos a hacer el debido uso de nuestra voluntad cuando tratamos de someterla a la voluntad de Dios. Para todos nosotros, ésta fue una maravillosa revelación. Todas nuestras dificultades se habían originado en el mal uso de la fuerza de voluntad. Habíamos tratado de bombardear nuestros problemas con ella, en lugar de intentar hacerla coincidir con los designios que Dios tenía para nosotros. El objetivo de los Doce Pasos de A.A. es hacer esto posible cada vez más.

      DOCE Y DOCE

      1. pág. 22

      2. pág. 40

      43

      ¿Hasta qué punto el anonimato?

      Por regla general, el típico recién llegado quería que su familia supiera inmediatamente lo que intentaba hacer. También quería contárselo a otros que habían tratado de ayudarle — su médico, su consejero espiritual y sus amigos íntimos. A medida que iba cobrando confianza, le parecía apropiado explicar su nueva forma de vivir a su jefe y a sus colegas. Cuando se le presentaba la oportunidad de ayudar, le resultaba fácil hablar de A.A. con casi cualquier persona. Estas revelaciones privadas le ayudaban a perder el miedo al estigma del alcoholismo, y a difundir las nuevas de la existencia de A.A. en su comunidad. Muchas personas nuevas llegaron a A.A. como consecuencia de tales conversaciones. Ya que se espera que haya anonimato únicamente ante los medios públicos, estos intercambios estaban bien conformes con el espíritu del anonimato.

      DOCE Y DOCE, págs. 180-181

      44

      La Aceptación Diaria

      “Una parte demasiado grande de mi vida ha estado dedicada a pensar en los defectos de otra gente. Esta es una forma sutil y perversa de la satisfacción de sí mismo, que nos permite seguir cómodamente inconscientes de nuestros propios defectos. Demasiado a menudo se nos oye decir: ‘Si no fuera por él (o ella), qué feliz sería’ ”.

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      Nuestro primer problema es aceptar nuestras actuales circunstancias tales como son, a nosotros mismos tales como somos, y a la gente alrededor nuestro tal como es. Esto es adoptar una humildad realista, sin la cual no se puede ni tan solo comenzar a hacer auténticos progresos. Una y otra vez tendremos que retornar a aquel punto de partida tan poco halagador. Esto es un ejercicio de aceptación que podemos practicar provechosamente cada día de nuestras vidas. Estos reconocimientos realistas de los hechos de la vida, siempre que evitemos por todos los medios convertirlos en pretextos poco realistas para la apatía o el derrotismo, pueden ser la base segura sobre la que se puede construir un mejor bienestar emocional y, por lo tanto, un más amplio progreso espiritual.

      1. CARTA, 1966

      2. GRAPEVINE, Marzo de 1962

      45

      Nuestros Compañeros

      Hoy en día, la gran mayoría de nosotros recibimos de buen grado cualquier nueva luz que se pueda arrojar sobre la aflicción misteriosa y desconcertante del alcohólico. No nos importa mucho la procedencia de estos nuevos y valiosos conocimientos, ya sea que provengan de un tubo de ensayo, del sofá de un siquiatra o de estudios sociológicos reveladores. Nos agrada cualquier tipo de educación que facilite información precisa al público y cambie su acostumbrada actitud para con el borracho. Cada vez más consideramos a todos los que trabajan en el campo del alcoholismo como nuestros compañeros en la marcha desde la oscuridad hacia la luz. Nos damos cuenta de que podemos realizar juntos lo que nunca podríamos lograr separados y en rivalidad.

      GRAPEVINE, Marzo de 1958

      46

      La Ambición Verdadera y la Falsa

      Nos hemos parado a mirarnos más detenidamente a nosotros y a aquellos que nos rodean. Hemos visto que los temores e inquietudes irracionales eran los que nos impulsaron a dar importancia primordial en la vida al asunto de ganar la fama, el dinero y lo que para nosotros era el liderazgo. Así que el falso orgullo se convirtió en la otra cara de la ruinosa moneda “Temor”. Teníamos que ser el número uno para ocultar nuestro profundo sentimiento de inferioridad.

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      La verdadera ambición no es lo que creíamos que era. La verdadera ambición es el profundo deseo de vivir útilmente y de andar humildemente bajo la gracia de Dios.

      DOCE Y DOCE

      1. pág. 120

      2. pág. 122

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