Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen II. William Nordling J.

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Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen II - William Nordling J. Razón Abierta

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PARTE V

       APLICACIONES TEÓRICAS Y CLÍNICAS DEL META-MODELO

       20. PRINCIPIOS PARA LA FORMACIÓN

       William J. Nordling, Harvey Payne y Craig Steven Titus

       21. CONCEPTUALIZACIÓN DE CASOS: EL META-MODELO CRISTIANO CATÓLICO DE LA PERSONA COMO MARCO

       Su Li Lee y William J. Nordling

       22. FACTORES CURATIVOS DE LA PSICOTERAPIA DE GRUPO

       Philip Scrofani y Margaret Laracy

       23. CONTEXTUALIZANDO EL DSM-5. CONSIDERACIONES PARA ENRIQUECER EL DIAGNÓSTICO PSICOLÓGICO

       Philip Scrofani y G. Alexander Ross

       24. EVALUACIÓN PSICOLÓGICA

       Frank J. Moncher y Philip Scrofani

       25. LA VIRTUD EN LA PRÁCTICA DE LA SALUD MENTAL: UN ESTUDIO COMPARATIVO DE CASO

       Frank J. Moncher y Craig Steven Titus

       26. PSICOLOGÍA SOCIAL

       G. Alexander Ross

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Sensorial-perceptiva-cognitiva
MATTHEW R. MCWHORTER, PAUL C. VITZ Y CRAIG STEVEN TITUS

      La persona forma un todo. En conjunto, las personas percibimos y comprendemos el mundo, a otras personas y a nosotros mismos. Cuando negamos que la persona sea una unidad cuerpoalma, hacemos una injusticia a la persona (capítulo 8, «Plenitud personal»). De la misma forma, provocamos una injusticia sobre la persona cuando negamos o descuidamos la exploración del conocimiento y la conciencia. Dado que las personas son multidimensionales, cometemos más injusticias cuando no reconocemos sus múltiples capacidades o cuando las subestimamos.

      El presente capítulo analiza la gama de capacidades sensoriales-perceptivas-cognitivas que subyacen y contribuyen a nuestra comprensión humana. Se trata de un ejercicio de psicología filosófica clásica, que es una visión de la persona (antropología humana) sustentada por el pensamiento y los métodos que permiten una comprensión realista del mundo y de la vida humana (Aquino, 1273/1981; Aristóteles ca. 350 a. C./2000c; MacIntyre, 1999; Popper, 1983; Wojtyła, 1979). Siempre bajo el enfoque multidisciplinar y «multicapa» de comprensión de la persona que aporta el Meta-Modelo, tratamos de integrar los hallazgos de la neurociencia (Kolb y Whishaw, 2009; Siegel, 2012; et al.), para establecer así una interacción útil con la tradición realista. Esta visión filosófica y psicológica incorpora, por lo tanto, elementos de la neurociencia, así como una teoría realista del conocimiento y ejemplos aplicables a la práctica de la salud mental.

      Comenzando por Gustav Fechner y Wilhelm Wundt en el siglo XIX, la psicología contemporánea adoptó una metodología experimental que permitía comprender las funciones sensoriales, perceptivas y cognitivas, así como las funciones emocionales básicas de la persona (Ashley, 2013b, pp. 21 y 22; Ashley, Deblois y O’Rourke, 2006, p. 137; Wundt, 1904). Partiendo de observaciones empíricas sobre la conducta y cognición humanas, este campo del conocimiento se ha interesado en especial sobre el análisis de las bases neurológicas de las capacidades mentales (sobre la orientación teórica de la neuropsiquiatría, véase Beck, 1979, pp. 8-9). No obstante, una tendencia habitual es tratar las experiencias humanas de la cognición y afecto simplemente como eventos neuroquímicos o como movimientos ascendentes, efectos emergentes que surgen del sustrato material y biológico de la persona (Murphy, 1998; Siegel, 2012; Życiński, 2006). En general, gran parte de la psicoterapia contemporánea procede del sesgo filosófico producido por el materialismo reductor (Ashley, 2013b, p. 25). Como formas extremas de esos enfoques reduccionistas y materialistas, los tratamientos farmacológicos pueden considerarse soluciones totalmente adecuadas para todos los trastornos psicológicos (Życiński, 2006). Pero, recientemente, los científicos han estado desarrollando importantes enfoques, no reductores, en los campos de la teoría, la investigación y la práctica de la salud mental (Beauregard y O’Leary, 2008; Enright y Fitzgibbons, 2014; Worthington, 2003; Worthington, 2005). La psicología positiva, gracias al énfasis que concede a la voluntad, ofrece otra perspectiva, no reductora (Peterson y Seligman, 2004).

      En contraste con los enfoques estrictamente materialistas, lo que sigue es una consideración cristiana, no reductora, de las capacidades sensoriales, perceptivas y cognitivas de la persona, examinando no solo los aspectos materiales y fisiológicos de la persona, sino, a la vez, la mente y la conciencia de sí misma entendidas como no materiales o espirituales. Las actividades sensoriales-perceptivo-cognitivas pueden distinguirse de las capacidades intelectuales superiores de la persona, así como de la autoconciencia no material (Aquino, 1265/2001, 60.2). Si bien las sensaciones, percepciones y conocimientos contribuyen a la realización del ser humano, el examen de esas capacidades no basta por sí solo para explicar plenamente cómo y por qué las personas perciben y evalúan el mundo que les rodea e interactúan entre ellas. Mientras que el conocimiento humano comienza con las sensaciones, no obstante, no termina en ellas (capítulo 15, «Racional», y capítulo 16, «Volitiva y libre»).

      En el presente capítulo se describe el primero de los cuatro pasos necesarios para analizar los tipos de conocimiento y afecto humanos. Los cuatro capítulos se dirigen a la persona como sensorial-perceptiva-cognitiva, emocional, racional, y volitiva y libre, reconociendo varias formas de conocer y amar. En este capítulo examinaremos detalladamente el carácter sensorial-perceptivo-cognitivo de la persona. Consideramos, en primer lugar, cómo las capacidades sensoriales de la persona nos permiten recibir e interactuar con el mundo exterior. A continuación, ofreceremos una breve descripción de las sensaciones particulares asociadas con cada uno de los cinco sentidos primarios. Seguidamente, examinaremos las actividades asociadas con capacidades perceptivas de orden superior, como el recuerdo y las evaluaciones básicas de la experiencia. En cuarto lugar, trataremos la cuestión de las disposiciones cognitivo-afectivas, ordenadas y desordenadas (o positivas y negativas) que resultan del condicionamiento de las capacidades perceptivas de orden superior (capítulo 14, «Emocional»). A lo largo de todo este capítulo analizamos cómo la dimensión sensorial-perceptivo-cognitiva de la persona permite

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